Restos de Pablo Neruda están en Santiago
Luego de la exhumación, el equipo de peritos encabezados por el director del SML, Patricio Bustos, coordina los próximos pasos en la diligencia.
Los restos del poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) fueron exhumados de la tumba frente al mar en la que reposaban desde 1992, para determinar si murió de cáncer o fue asesinado por agentes de la dictadura pinochetista, y ya se encuentran en dependencia del Servicio Médico Legal (SML).
Después de varios meses de preparativos, incluida la selección de los expertos que en unos tres meses deben llegar a una conclusión sobre la causa de la muerte del Premio Nobel de Literatura 1971, el trámite no duró más de una hora.
La diligencia se realizó por orden del juez Mario Carroza, quien investiga el caso desde mayo de 2011, cuando fue presentada una querella para esclarecer si el poeta murió de cáncer o asesinado con una inyección letal por agentes de la dictadura de Augusto Pinochet.
Los restos del autor de “Residencia en la Tierra” fueron trasladados de inmediato a Santiago, donde una docena de expertos chilenos y extranjeros realizará “todos los peritajes que sean necesarios”, según dijo el juez.
Mientras se efectuaba la exhumación en Isla Negra, la casa de Neruda frente al Pacífico, familiares y amigos ofrecieron un breve e íntimo homenaje al poeta, acompañados de la orquesta provincial del cercano puerto de San Antonio que interpretó “El Aparecido”, de Víctor Jara.
Desde 1992 los restos de Neruda y de Matilde Urrutia, su tercera esposa, fallecida en 1985, reposan en una misma tumba en Isla Negra, por expreso deseo del poeta, pero cada uno en un féretro.
El director del Servicio Médico Legal (SML), Patricio Bustos, indicó que algunas muestras pueden ser enviadas al extranjero para su análisis y subrayó que instituciones de Suiza, Canadá y Suecia se han ofrecido a hacerlo, mientras que el juez Carroza señaló por su parte que “se harán todas las pericias necesarias” para determinar las causas de la muerte del poeta.
Bustos añadió que Rodolfo Reyes, sobrino del poeta, identificó una inscripción que había en el ataúd, por lo que “el tema identificatorio está completamente resuelto”.
Enfatizó que lo más importante en los análisis será encontrar la presencia de tóxicos y se lamentó de no contar con “fichas clínicas o biopsias que podrían haber ayudado a avanzar en el ámbito pericial y judicial”.
La querella que abrió la investigación la presentó el Partido Comunista (PC) por medio del abogado Eduardo Contreras, después que el antiguo chófer de Neruda, Manuel Araya, asegurase en una entrevista que el poeta había sido asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Neruda murió en una clínica de Santiago el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende.
Testigos de la exhumación fueron el presidente del PC, Guillermo Teillier, el abogado Contreras, el chófer Manuel Araya, familiares del poeta y representantes de la Fundación Pablo Neruda.
Para Rodolfo Reyes, “es muy importante que se sepa la verdad (…). Los ojos del mundo están puesto en estas nuevas pericias”, dijo.
“Acá no sabían en qué lado estaba Neruda (…), pero Matilde está mirando al mar a la derecha, Pablo al lado izquierdo”, dijo, y precisó que el ataúd de Neruda “estaba intacto, no hubo necesidad de romperlo, sino que con la delicadeza que merece el poeta se sacó”.
En tanto, Manuel Araya, el antiguo chófer de Neruda, cuyas declaraciones originaron el proceso, dijo tener “fe y esperanza en que la justicia llegó” y consideró la exhumación como “clave” para llegar a la verdad.
“A Neruda se le inoculó una inyección el 23 de septiembre (de 1973). Si no le hubieran puesto esa inyección, Neruda no muere”, insistió Araya, convencido de que el poeta fue asesinado.
“Tenía que viajar el día 24 a México y el 23 se le inocula esta inyección y fallece seis horas después. Además, la coincidencia de que a mí me mandan a buscar un medicamento y me llevan detenido y dejan a Pablo Neruda solo. Hay evidencias suficientes de que Neruda fue asesinado”, remarcó.
Para el abogado Eduardo Contreras, “no se trata solo de la pericia científica, que por cierto ayudaría mucho, sino de las extrañas circunstancias reveladas en el proceso, contradicciones, doctores que no existen, fichas que no aparecen, que se han perdido”, dijo.
Según el letrado, “los aparatos de inteligencia (de los militares) ya estaban actuando desde los primeros días tras el golpe”.
“A la muerte de Allende y Víctor Jara se suma la de Neruda, que era todo un símbolo de la época. Por lo tanto, habrá que buscar en el entorno de la dictadura y de la clínica Santa María”, concluyó.