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8 de Abril de 2013

Sergio Draper: la última pista del caso Neruda

Con la exhumación del cuerpo del poeta se intenta descifrar las verdaderas causas de su muerte. Aquí la historia de uno de los últimos médicos que atendió a Neruda y quien dio la orden de inyectarle un calmante el 23 de septiembre. La policía de investigaciones escarba en sus vínculos con el hospital militar que datan desde 1974.

Por Carolina Rojas N.
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Sergio Draper Juliet (68) tiene pelo cano y habla golpeado. Sus 44 años de experiencia médica se resumen en la ficha del centro médico Avansalud. Allí se señala que es cirujano vascular, titulado de la Universidad de Chile desde el año 1968. En su abultado curriculum también se agrega que es ex profesor de cirugía vascular del mismo establecimiento, de la Universidad de Concepción y de la Universidad de Santiago. Socio fundador de la Sociedad Chilena de Flebología y Linfología (2004) Socio activo de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (1980) y se menciona la participación en decenas de trabajos científicos y congresos de cirugía.

En su última declaración en el tercer tomo del expediente “Asociación ilícita y muerte de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto”-solicitada a los querellantes por El Dínamo con fecha del 20 de marzo de 2013- el cirujano vascular habla sobre su relación con la clínica Santa María.

Allí recuerda que habría ingresado a trabajar en la clínica cuando cursaba el sexto año de medicina en julio de 1966. Tiempo en que se le ofreció el cargo de transfusor de plasma y plaquetas de los enfermos que lo requerían y que se realizaban en el pabellón de operaciones o en las habitaciones del establecimiento. Esta situación habría cambiado al recibir el título de médico cirujano donde continuó a cargo de la misma función, pero habría comenzado a hacer reemplazos en la residencia quirúrgica, por lo que su vínculo con la clínica comienza desde su época de estudiante, aclaró. Vuelve también a insistir en sus labores del 20 de septiembre de 1973 y en el nombre de un doctor de apellido Price. Pero hasta la fecha, realizadas las búsquedas policiales para el proceso, no existe un doctor con ese apellido en ninguna de las universidades y otros registros consultados.

“Me correspondió asistir a cubrir mi turno habitual a la clínica Santa María como médico residente desde las 15 hasta las 17 horas (…) A la consulta con respecto a la identidad del médico que me reemplazó el día domingo 23 de septiembre de 1973 a las 19:45 horas en la clínica Santa María de apellido Price. Solamente recuerdo haberlo visto en un par de oportunidades, ignorando antecedentes respecto de dónde provenía. Su aspecto físico, era un hombre de 27 o 28 años de 1 metro 80 de estatura, rubio, ojos azules, mesomorfo y caballero, no puedo precisar su probable nacionalidad, a quien nunca más volví a ver durante el periodo que trabajé en la clínica Santa María, agregando que es posible que este médico haya estado solamente como reemplazante en dicho establecimiento y por un periodos muy breve”, aclaró.

El cuarto piso de la clínica

Este doctor es una pieza clave en la investigación, donde incluso para el abogado querellante Eduardo Contreras hay demasiadas contradicciones en sus declaraciones. Por ejemplo en una entrevista publicada en 1975, Draper dice que estuvo hasta el último momento junto a Neruda y que éste “maldecía su enfermedad”, lo que dista su primera declaración del año pasado donde expresó que estuvo con el poeta sólo hasta temprano y que quien se quedó con Neruda fue el ya mencionado “doctor Price”.

Los últimos pasos de la investigación están determinados a inspeccionar su relación de casi cuatro décadas con el centro médico de Capredena donde hasta el día de hoy trabaja. En la última declaración, fuera del interrogatorio-como consta en el expediente- señaló que su vínculo laboral con el hospital militar data del año 1974.

El abogado Eduardo Contreras comentó a El Dínamo su opinión sobres estos nuevos antecedentes del doctor. “Como casi todas las declaraciones de este médico, resulta contradictoria, poco sólida. Este extraño Price, que habría aparecido en esta historia para el solo efecto de acercarse a Neruda y luego desaparecer. Cada nuevo paso del proceso nos convence más que la causa de la muerte de Neruda fue obra de la participación de terceros. Nada es transparente desde aquel domingo 23 de septiembre de 1973” y agrega. “Cualesquiera sea el resultado de la exhumación, habrá que proseguir en busca de sospechosos pensando en un eventual procesamiento. En este sentido el círculo se cierra fatalmente en el entorno de la clínica Santa María”.

Hace un año y medio, tras las declaraciones de Manuel Araya a la revista Proceso, pude dar con el paradero de Sergio Draper para entrevistarlo para un medio argentino. El camino hasta él fue un microfilm del diario La Tercera del 24 de septiembre donde aparece su nombre. Después de un par de correos, el doctor aceptó hablar sobre la última noche de Neruda en la Clínica Santa María y la inyección de Dipirona (Metamizol sódico) intramuscular que ordenó poner al vate.

Tras ese breve rastreo llegué hasta su consulta en la clínica Avansalud en la comuna de  Providencia. Esperaba de impecable delantal blanco y una evidente incomodidad respecto al tema. Esa tarde entregó su versión sobre el verdadero estado de salud del poeta, y comentó que “Neruda llegó a la clínica a morir” y que sería la última vez que hablaría públicamente del tema. Cumplió su palabra.
Draper, al igual que la enfermera María Araneda, también declaró para el caso Frei. Según fuentes cercanas al caso, parte de las versiones de ambos no coinciden en varios puntos. El Dínamo se contacto con Araneda quien no quiso comentar nada. “Converse con el doctor Draper, ha pasado tanto tiempo que a uno se le corre la teja. Todo lo que tenga que hablar háblelo con él, yo ya no me acuerdo de nada”, aclaró.

Por otro lado, si para algunos es sólo una coincidencia que Neruda haya muerto en la pieza 402 y el ex presidente Eduardo Frei Montalva en la 401, para funcionarios cercanos a la investigación no lo es tanto, por lo que la investigación seguiría centrada en la clínica. En su declaración en el caso Frei, ocasión donde también fue médico de turno, Draper señala que fue llamado para hacerle una oclusión en el vaso arterial al expresidente, después que un médico internista de la UCI lo llamar porque Eduardo Frei Montalva tenía un pequeño sangramiento. Allí también dijo que era la primera vez que veía al paciente. Sergio Draper era parte equipo de médicos del cuarto piso donde estaba hospitalizado Frei.

“¡Caquexia! Ese es el estado de absoluta desnutrición en que llegan los ‘cancerosos’ que tienen la enfermedad diseminada”, contestó en tono golpeado el doctor, ante la pregunta sobre el estado de salud del vate cuando llegó a la clínica. Luego, agregó que el poeta había ingresado al establecimiento en estado de pre coma producto de sus múltiples metástasis. También confesó que defendía el procedimiento de la clínica en el caso Frei.

Al mencionarle el asesinato del ex presidente, Draper se sentó en su escritorio para contestar que esa investigación era un absurdo completo. “A mí me llamaron por trabajar en la Clínica ¿Es pecado mío haber trabajado en el lugar donde llegaban todas las personas con sus médicos tratantes? ¿Para qué llegaban ahí?” Dijo además que en el caso Frei llamaron a 260 médicos a declarar.

Luego dio por terminada la entrevista se paseó por la sala de su consulta con las manos metidas en los bolsillos de su impecable delantal.

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