Patricio Basso: La trayectoria política y profesional del hombre que tiene en las cuerdas a Beyer
En la década de los 80 presidió la Asociación de Académicos de la U de Chile y encabezó la lucha contra Federici, además de dirigir la Asamblea de la Civilidad. En los 90 se enfrentó a la Fech y ahora busca desbancar al ministro de Educación
Patricio Basso es un típico militante DC. Católico, casado hace décadas con la misma mujer, dirigente desde sus tiempos de estudiante de la Universidad de Chile y opositor a la Unidad Popular. Silente en los 70, activo opositor en los 80 y prolífico en el mundo privado durante los 90.
El año pasado ganó notoriedad luego que comenzara a desclasificar documentos que acreditarían el lucro en numerosas universidades y señalara que el suspendido ministro de Educación, Harald Beyer “mentía” cuando decía que no tenía denuncias concretas sobre la materia. Su paso por la Comisión Nacional de Acreditación, donde fue el secretario ejecutivo entre el 1 de julio del 2011 y el 24 de agosto del 2012, quedó marcado por la elaboración de las minutas financieras que detectaron traspaso de dineros a sociedades relacionadas en varios planteles de educación superior.
Basso no es un hombre que se ande con rodeos. En 1964 decidió entrar a militar en la DC, contra la voluntad de su padre, un tipo de derecha, gerente de la ITT, empresa norteamericana que en ese tiempo controlaba la Compañía de Teléfonos de Chile y a la que documentos desclasificados de la CIA acusan de colaborar con la derecha durante el régimen de Salvador Allende.
El estudiante Basso cursa Ingeniería en Mecánica y llega a ser sub jefe de la DC universitaria. Desde ese cargo participa de la toma de la casa central y se enfrenta a comunistas, socialistas y miristas por el control de la federación. En la década del 80 marcharía al lado de esos mismos grupos, ahora como un opositor de la dictadura.
En 1986, Patricio Basso es un ciego. Lentes oscuros cubren sus ojos y es guiado por un lazarillo. Iñigo Díaz conduce al hombre por las calles del centro de Santiago, y ambos entran raudos a las oficinas del Colegio de Abogados. Ya bajo el resguardo de las paredes, los lentes quedan sobre una mesa, el bastón en un rincón y las sospechas en la calle. Nadie los siguió, pueden comenzar tranquilos una reunión más de la directiva de la Asamblea de la Civilidad. Basso es su vice presidente.
Hoy el ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Acreditación fuma, y fuma mucho. En su auto, un Nissan Marubeni, anda con una Coca Cola Zero que bebe a sorbos mientras llama a la prensa para pedir cobertura a su última denuncia, la entrega de recursos del Crédito con Aval del Estado a la Universidad Pedro de Valdivia durante el año pasado, a pesar que esta no estaba acreditaba.
El ex rector de la UPV, Ángel Maulen, también es militante DC y amigo personal de Basso desde la década del 80, cuando ambos participaron activamente de la Asamblea de la Civilidad. Incluso, justo antes de entrar a la CNA, Basso trabajó en la cuestionada universidad, donde se hizo cargo de crear el área de postgrados. Los vínculos parecen demasiados, pero el hombre se defiende “efectivamente trabajé en la Pedro de Valdivia hasta el 30 de junio del 2011, y el 1 de julio empecé a trabajar en la CNA. Esa universidad necesitaba acreditarse antes del 29 de diciembre del 2011, y no se acreditaron porque ellos mismos pidieron prórroga, que eso significa suspender la visita de pares. Cuando se inició el proceso, y dada mi amistad con Angel le pedí al jefe del área de acreditación que se hiciera él cargo de todo el proceso, no intervine para nada, yo firmaba sólo los oficios. Fui transparente hasta el final”.
Más de un año duró el proceso de re acreditación de la UPV, una extensión de tiempo que supera todos los otros procesos y que es mirado con sospecha desde el interior de la CNA. Legalmente, los planteles pueden pedir el cambio de los pares evaluadores (quienes fiscalizan el funcionamiento de las instituciones) hasta tres veces. La UPV, sorprendentemente, cambió los pares más de siete veces. Como sea, finalmente esa institución no fue re acreditada y hoy es investigada por el Ministerio de Educación.
El “club de los peluqueros”
Iñigo Díaz reemplazó a Eugenio Díaz en la presidencia de la CNA el 2011, justo cuando comenzaba a estallar el escándalo de las acreditaciones. Iñigo es amigo íntimo de Basso desde los 80, cuando la actividad militante los unió para siempre. Ambos, junto a Jaime Lavados, forman parte del llamado “club de los peluqueros”, que se reúnen mensualmente desde hace años para comentar la actividad política, y sus vínculos traspasan la mera camaradería. La hija mayor de Patricio Basso está casada con el hermano de Díaz, quien llevó a su amigo a trabajar a la CNA.
Según el hombre que ha denunciado el lucro, él postulo como cualquier hijo de vecino al cargo de secretario ejecutivo, y fue seleccionado por concurso, negando así algún tipo de intervención de su amigo en la selección. El 1 de julio del 2011 Basso empezó su trabajo en la CNA y un año después, tuvo una salida turbulenta.
“Ese día llegué a mi casa y le dije a mi señora, me van a echar”. Basso había elaborado minutas financieras de las universidades y había detectado traspaso de dinero a sociedades relacionadas. La denuncia había sido ingresada el 14 de junio del 2012 al MINEDUC, y en concreto se acusaba a la Universidad Santo Tomás y a la UNIACC por posible lucro. Pero, pasaba el tiempo y no se veían resultados.
El 6 de agosto Basso fue a la Comisión de Educación de la Cámara y lo denunció todo. Según el reglamento de la CNA, existe obligación de guardar silencio sobre las investigaciones, pero él decidió romper la norma. “Puse en la balanza la obligación de guardar el secreto con mis contradicciones éticas”, argumenta el hasta entonces secretario ejecutivo de la CNA.
Pocos días después, el 24 de agosto, la CNA se reunía en una nueva sesión y se hacía pública una carta de la Universidad Santo Tomás, que reclamaba por la actuación de Basso, que además había concedido una entrevista a El Mercurio, y señalaba que “le quitaba la confianza”, lo mismo dijo el representante de las universidades privadas en la instancia, Aníbal Vial, y misma posición tuvo Juan José Ugarte, el Jefe de la División de Educación Superior del MINEDUC. Las cartas estaban echadas.
La discusión sobre la situación fue acalorada. A Basso le pidieron salir de la sala, y comenzó el debate. “Es mejor que lo tengamos aquí dentro, afuera es muy peligroso” argumentó Sergio Pulido, consejero nombrado por las universidades públicas. “Ante los acontecimientos, el Ministerio le quita la confianza al señor Basso”, señaló Ugarte. Votaron. Sólo tres votos lo respaldaron. Estaba fuera. El ahora ex secretario ejecutivo entró a la sala de sesiones y se despidió uno por uno de los consejeros. La frase de despedida es recordada por muchos “No hay rencor, pero ahora sabrán de mi a través de la prensa”.
Contra Federici y contra la FECH
La década del 80 fue la más militante de Basso. En 1982 fundó la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile, y se lanzó a pelear por la autonomía universitaria. Presidiendo la organización llegó a 1987, cuando la “U” estuvo parada por tres meses, exigiendo la salida de José Luis Federici, que traía una nueva política económica al plantel, y que al igual que los rectores anteriores, había sido designado por la dictadura.
El paro universitario logró su objetivo y Federici fue removido del cargo. Basso vivía su época dorada, y al interior de la DC se hablaba de una figura que brillaba en la casa de Bello. “Él es un tipo serio, de personalidad fuerte, como toda persona inteligente. Esa siempre ha sido su característica más básica, que le mete mucho coco a las cosas. El tipo trabaja con certezas, más que con instintos, y eso lo hace muy respetable. El “pato” nos acompañaba en todas las protestas, no era de los que se iba al baño cuando íbamos bajando a la calle”, recuerda Juan Pablo Reyes, militante DC que lo conoce desde la década del 80.
En 1989 fue parte del grupo que intentó levantar la candidatura presidencial de Eduardo Frei, pero este fue derrotado en una elección interna por Patricio Aylwin, quien pidió hacer “ajustes” a la plantilla parlamentaria, negándole a Basso la posibilidad de disputar un cupo a diputado por Estación Central. Este episodio marcaría su alejamiento de la militancia activa.
Cientos de estudiantes repletan la “Torre 15” de la Universidad de Chile. Es 1997 y por las escaleras del edificio de Diagonal Paraguay suben corriendo los universitarios. ¿Su objetivo?, el piso 10, la oficina de Patricio Basso, vice rector financiero del plantel, quien ha instaurado una nueva política económica, obligando a los estudiantes a firmar pagarés y quien ha despedido a cerca de mil personas, entre funcionarios y académicos. Los jóvenes patean la puerta de su oficina, Basso se encierra en el baño, desde ahí llama a Carabineros, y ordena el desalojo.
Jaime Lavados, miembro del “club de los peluqueros”, asumió la rectoría de la Universidad de Chile en 1990, y en 1994 se llevó a trabajar con él a su amigo personal. Sobre este episodio, Basso señala “estábamos administrando el modelo, un modelo donde el Estado no financiaba a la “U” y la única manera de sostenerla era subiendo los aranceles, cosa que hicimos. Fue complejo para nosotros que habíamos estado en dictadura y habíamos estado en contra de la intervención, fue difícil porque si no lo hacíamos, Pinochet habría logrado igual destruir a la universidad. Era administrar un modelo ajeno, a la vez que protestábamos en privado contra ese mismo modelo. Eso me llevo a enfrentarme a los estudiantes, porque además los hice firmar unos pagarés. Por eso tuve un duro enfrentamiento con el presidente de la época, Rodrigo Roco”.
En 1998 Basso finalizó su período como vice rector y se fue a trabajar al mundo privado. Su paso por el cargo, aún es recordado por los estudiantes. Cuando asumió la secretaria ejecutiva de la CNA el 2011, la FECH emitió un comunicado bastante duro al respecto “su paso como vicerrector económico de la Universidad de Chile durante el rectorado del Sr. Jaime Lavados quedó jalonado por hechos, ineficiencias e irregularidades que dañaron gravemente a la institución. Basta mencionar el desmantelamiento de la Editorial Universitaria y la utilización inconsulta y encubierta que hiciera el señor Basso de los recursos de la Fundación Puelma de la Facultad de Medicina. Esta situación fue acreditada en su momento por la Contraloría General de la República y derivó en el desfinanciamiento de la Fundación para perjuicio de la investigación científica nacional”.
“La declaración que presentó la FECH el 2011 fue manipulada directamente por Roco. A los estudiantes les cuesta entender que uno estuvo contra la dictadura, peleó contra el modelo neoliberal y después lo administró, pero si lo hacíamos nosotros, ¿quién lo hacía?”, se defiende Basso.
Se repite ahí una historia, que no es sólo la tuya, gente que peleó contra el modelo y después tuvo que llegar a administrarlo. Marco Enríquez Ominami, hablaba de los heroés fatigados, ¿Te sientes así?
Si, pero prefiero ser fatigado que un tipo que creció en el extranjero y que llega a vender pomadas ajenas. Yo por lo menos tengo un pasado que mostrar, día por día…
En Twitter se preguntan quién te financia…
Es una bajeza, me financia mi jubilación. Pero hay cosas peores, me dicen que yo acredité a la Universidad del Mar, y eso no es así, yo ni siquiera estaba cuando se acreditó esa universidad. Hay gente que dice que yo favorecí a la Universidad Pedro de Valdivia, cuyo proceso se vio en julio del 2012, más de un año que yo había dejado la Pedro de Valdivia y en ese proceso yo no voté, además ahora estoy acusando a la Pedro de Valdivia…
Hay un paralelo en tu historia, en los 80 lideraste las movilizaciones contra Federici, y lo echaron, ahora lideras una ofensiva contra Beyer… ¿crees que hay una relación?.
Lo único que hay en común es mi persona, porque en los 80 teníamos harta gente que nos seguía en la Asociación de Académicos, ahora no, partí y sigo solo, soy yo y mis circunstancias. Es una cruzada personal. Quiero terminar con esta tarea, y después me gustaría participar de alguna instancia para crear una buena ley de superintendencia, no como la actual, que es muy mala. Creo que habré cumplido el ciclo si logró que Beyer se vaya.
Es compleja tu relación con los estudiantes, los apoyas contra el lucro, pero rechazas la educación gratuita.
No podemos darnos el lujo como país que quienes puedan pagar la universidad, no lo hagan. Si se quiere aumentar la recaudación tributaria, que esos recursos vayan a la educación básica y media, y que chorree para la superior. Es imposible que se vaya a aprobar en Chile un alza de impuestos que alcance para financiar a los hijos de los ricos. No, la solución es que cada uno pague lo que pueda pagar. Arancel diferenciado. Pero en Chile el 90% de los chilenos deberá estudiar gratis. Esa es la cifra.
Las propuestas de los estudiantes están dividiendo al país. Ellos debieran hacer propuestas que unieran a todos, tal como se hizo en dictadura, y abandonar las posiciones maximalistas. Yo no marcharía por la educación gratuita.