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10 de Junio de 2013

El otro lado de la violencia hacia las mujeres

Según la antropóloga Mercedes Fernández-Martorell, "el maltratador tiene también una dependencia hacia su víctima, porque el maltrato es su instrumento para sentirse bien y recompensar todo lo que le va mal".

Por Redacción
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Polémica causa el trabajo de la antropóloga catalana Mercedes Fernández-Martorell. Luego de la presentación de su novela “Ideas que matan” en la Feria del Libro de Madrid, varias revistas femeninas rehusaron entrevistarla.

“Causa cierto rechazo que mi investigación se centre en los agresores en vez de en las víctimas“, explica la autora. Pero la principal aportación de su investigación es precisamente esa, poner el foco en los desencadenantes de la violencia machista, en analizar qué factores llevan a los hombres a maltratar y por qué ni la educación ni la cultura o el nivel socioeconómico son eximentes para estas conductas. Es el maltrato desde el otro lado del espejo.

En 2001 el Senado reclamó la presencia de Fernández Martorell para realizar un informe sobre la violencia de género. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sabemos mucho de las víctimas, de los mecanismos que se desencadenan en ellas o de cómo reacciona la sociedad, pero sabemos poco de los maltratadores. Comenzó así un trabajo de campo que le ha llevado a asistir a más de 700 juicios por maltrato y a realizar más de 30 entrevistas a hombres condenados por esta causa. “Cuando iba a los centros de la mujer a veces me recriminaban que me interesara más en los agresores que en las víctimas, pero creo que hay que saber las causas que llevan a los hombres a comportarse como asesinos. Porque nadie nace asesino y nadie nace víctima“.

El trabajo de campo se ha convertido ahora en un ensayo novelado que concluye que los maltratadores agreden a sus parejas como una forma de compensación social. “Los patrones sociales heredados consideran que los verdaderos aliados de los hombres son otros hombres y la mujer es una persona de segundo orden, dependiente de ellos”, defiende la antropóloga. “Pero si el hombre tiene conflictos con sus congéneres, no importa su nivel educacional o cultural, usa a la mujer para compensar su hombría, imponiendose a ella. El maltratador tiene también una dependencia hacia su víctima, porque el maltrato es su instrumento para sentirse bien y recompensar todo lo que le va mal”.

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