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30 de Junio de 2013

Carlos Peña liquidó a la ministra Schmidt por sus vacaciones en Italia

A través de su columna en El Mercurio, el rector de la UDP criticó en duros términos las vacaciones de la titular de Educación. En su análisis, Peña dice que la inclinación de Schmidt por el interés privado es un patrón en la derecha.

Por Redacción
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“Desde luego, el caso Schmidt muestra una particular manera de jerarquizar los asuntos públicos y los propios. A la hora de entrar en conflicto el interés privado y los asuntos públicos no parece haber dudas: hay que preferir el interés privado…”. Este es uno de los pasajes más duros de la columna publicada hoy por el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, en el diario El Mercurio, donde se refiere a las vacaciones tomadas por la ministra de Educación que coincidieron con la última marcha estudiantil.

“Mientras las calles estaban anegadas de estudiantes, los colegios y universidades en toma, y la ciudadanía en vilo (algunos por miedo a los desórdenes, otros por adherir a la protesta), la ministra de Educación decidió tomar vacaciones en Europa”, dijo el abogado.

En su análisis, Peña dice que la inclinación de Schmidt por el interés privado es un patrón en la derecha. “No es una elección idiosincrásica de la ministra ni un fruto de su carácter moral, es un patrón habitual en el sector. Fue el caso del Presidente Piñera aferrándose hasta la hora undécima a sus negocios y a sus empresas; fue el caso de Golborne yendo al Mundial de Sudáfrica; fue el caso de Fernando Echeverría que entre el sudor de la intendencia y sus negocios, volvió a sus negocios; y es el caso de la ministra Carolina Schmidt quien, entre el fulgor de la calle y la primavera europea, prefirió esta última…”, recalca el rector.

“El incidente de las vacaciones no solo muestra la manera en que la derecha jerarquiza los deberes públicos y los privados. Todavía muestra algo peor… El contraste entre los cientos de muchachos que sienten que están empujando una epifanía, moviendo la esfera pública hasta el borde mismo de la justicia (y que por eso arriesgan tomarse escuelas y marchar) y la actitud de la ministra de Educación que no advierte nada de eso, para quien estos días transcurrieron como cualquier otro, sin epifanía alguna, salvo la que procuraba la incertidumbre alegre del viaje europeo, muestra la peor de todas las distancias entre el Gobierno y la gente: la distancia emocional. No es muy difícil imaginar el abismo que percibieron los jóvenes entre ellos y la ministra cuando se enteraron que lo que los aguijoneaba a ellos no le impedía a ella irse de vacaciones”.

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