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4 de Julio de 2013

Mañalich denuncia "lobby y prácticas corruptas" de la industria farmacéutica

"Chile es un país hipermedicalizado", advirtió el ministro, señalando que Chile es el mayor consumidor de medicamentos de América Latina y en el de mayor gasto de toda la OCDE.

Por EFE
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El ministro de Salud, Jaime Mañalich, denunció hoy la existencia de prácticas corruptas en la industria farmacéutica y enfatizó la necesidad de que el Parlamento apruebe rápidamente la Ley Nacional de Fármacos para poner fin a esta situación.

Este proyecto legislativo, que actualmente se debate en el Senado, frenaría la colusión de farmacias y laboratorios, eliminaría los incentivos para la venta de medicamentos de marca en detrimento de los genéricos y castigaría la publicidad engañosa, explicó el ministro en un encuentro con corresponsales extranjeros.

Además, permitiría la entrega de las dosis exactas prescritas por los médicos, la existencia de farmacias móviles (en 50 municipios de Chile no hay un solo establecimiento) y la venta en tiendas de genéricos que no requieren receta, además de regular por ley el funcionamiento de la Agencia Nacional del Medicamento.

La industria farmacéutica chilena, que factura anualmente 2.100 millones de dólares, “es muy cerrada y oscura, con ocultamiento de precios y casos de integración vertical entre laboratorios y farmacias”, denunció.

Las presiones de las farmacéuticas: Marketing, viajes y regalos

Este jueves, el secretario de Estado volvió a insistir en que la Ley Nacional de Medicamentos se está tramitando sin que los “lobbys” que intentan presionar a los parlamentarios hayan dado la cara, algo que sí ocurrió durante la discusión de la nueva Ley del Tabaco.

Mañalich también denunció que los empleados de las farmacias son obligados a ofrecer a los clientes medicamentos de marca mucho más caros que los genéricos, porque de ello depende su salario e incluso su puesto de trabajo.

“En Chile, la atención de la salud es mayoritariamente pública. De ahí el interés de la industria farmacéutica en penetrar el sistema”, aseveró el ministro, quien denunció otras prácticas corruptas.

Los médicos de consultorios públicos le dicen a los enfermos que el fármaco que se le administra gratuitamente es de mala calidad y a continuación le recomiendan adquirir uno de marca en una farmacia en la que le harán un descuento “diciendo que van de su parte“.

El Ministerio de Salud ha puesto estos casos en conocimiento de la Fiscalía Nacional Económica, ante la cual también ha denunciado la colusión entre las cadenas farmacéuticas y los laboratorios.

Otra circunstancia que agrava la situación es el hecho de que “la formación continua de los médicos está en manos de la industria farmacéutica”, que gasta buena parte de sus utilidades en marketing, viajes y regalos.

Según Mañalich, “el sistema de salud de Chile es uno de los mejores del planeta” y en contra de quienes opinan que la atención sanitaria en este país está en manos de las Instituciones de Salud Previsional, asegura que la atención privada apenas cubre el 15 % ciento de la población, mientras  que el 80 % de la población es atendida por el Fondo Nacional de Salud (Fonasa).

“Aquí todos nacemos enfermos”

“Chile es un país hipermedicalizado”, advirtió el ministro Mañalich, quien reconoció que en materia de prescripción de fármacos, “la práctica médica es osada e imprudente“.

Aquí todos nacemos enfermos“, comentó de manera sarcástica para referirse al hecho de que los jóvenes de entre 20 y 30 años consumen en promedio dos fármacos al día, una proporción que sube a 4,5 para la población mayor de 65 años.

Esta situación, que convierte a Chile en el mayor consumidor de medicamentos de América Latina y en el de mayor gasto de toda la OCDE, “supone un gran sufrimiento para los pacientes y también para los contribuyentes”, asegura.

Pero además de consumir muchos fármacos, los chilenos tienen que soportar precios caros, ya que los remedios cuestan entre dos y cuatro veces lo que valen en los otros países de la región.

De cada 100 pesos del presupuesto en salud de una familia, 65 se destinan a comprar medicinas. “Esto supone la ruina para muchos”, reconoció el ministro.

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