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1 de Octubre de 2013

¿En qué fallamos al criar a nuestros hijos?

Gregory Cajina, autor del celebrado libro «Rompe tu zona de confort» (Oniro), dice que es un error situar a los niños en el centro de la familia y no dotarlos de las herramientas necesarias para fomentar su independencia y creatividad.

Por Redacción
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Gregory Cajina, autor de «Rompe tu zona de confort» (Oniro), vive a caballo entre Alemania y Madrid, lo que le permite hacer continuamente comparaciones entre los dos países. Para explicarnos como podemos aplicar la teoría de su libro —en el que se anima al lector a arriesgarse y a tomar sus propias decisiones en la vida—, a las relaciones entre padres e hijos, lo primero que hace es situarnos con una comparación entre ambos países. «Aquí el niño es el centro de la familia. En Alemania son importantes, pero son un miembro más. En Alemania la educación está muy orientada a la independencia del niño, algo que la enseñanza tradicional española dinamita. Aquí se atornilla al niño a la silla y se espera de él que no se levante hasta que acabe la carrera. No es que los niños germanos sean más listos, o tengan una composición cerebral diferente. Es que, al contrario de aquí, se educan en la independencia, la creatividad, o a la experimentación».

Por eso lo primero por lo que apuesta Cajina es porque los padres en España enseñen al niño a asumir su propia responsabilidad, desde su más tierna edad y durante la adolescencia. «Hay que enseñar al niño a romper con su propia zona de confort desde que tiene dos años, obviamente poniendo un límite. El mejor legado que pueden dejar unos padres a unos hijos no es el dinero, las propiedades… Sino la autoconfianza de saber que en su cabeza están todos los recursos para buscar o conseguir lo que necesita. El niño tiene que saber que podrá reinventarse, porque sabe mirar desde distintos puntos de vista».

¿Qué podemos hacer, entonces? El autor de «Rompe con tu zona de confort» aconseja fomentar la creatividad, la experimentación, el riesgo calculado… «Y en el proceso de aprendizaje, devolverle siempre la pregunta al niño. Si te dice con cuatro años que si puede saltar, le tienes que contestar que pruebe. Tienes que dejarle calcular su propia fortaleza. Lo más seguro es que si no le miras cuando se caiga ni siquiera llore». Hoy, continúa Cajina, sobreprotegemos a los pequeños. «Un niño se tiene que ensuciar para aprender a integrarse, se tiene que hacer daño para aprender a cuidar de sí mismo, y tiene que aprender a arriesgarse, a levantarse, a sacudirse el polvo y recomponerse cuando se pierden todas las canicas o las chapas».

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