Mujeres abusadoras sexuales: retrato de un delito invisibilizado
El rol de género asociado a la maternidad de la mujer, sumado a factores culturales, valóricos y sociales, han hecho que los abusos sexuales cometidos por mujeres sean obviados o visto muchas veces como "una iniciación sexual".
Ese día, sus papás habían salido y David, de 10 años, se quedó jugando con su nana en el patio de la vieja casona de la familia, en la comuna de Recoleta.
De repente, el perro que vivía en la casa del lado se pasó al terreno. David dejó de jugar y corrió al living para echar al animal. Cuando logró sacarlo, se encontró de frente con la asesora del hogar, quien repentinamente le bajó los pantalones para empezar a manosearlo primero y a practicarle sexo oral después. Ella tenía 30 años.
“En ese tiempo no sabía que el pene servía para otra cosa más que para orinar”, dice hoy David, que a sus 28 años tilda el episodio como su “iniciación sexual”.
Dice que en ese momento quedó impactado, sintiendo a su nana arrodillada sobre la alfombra del living de la casa. Lo que fueron minutos, para el niño parecieron siglos, que terminaron cuando repentinamente se sintió el auto de sus padres estacionándose al frente de la casa.
“Ahí ella me amenazó de que si se lo contaba a mis papás, se iba a enojar y me iba a acusar… ¡a acusar!”, dice David, quien hoy -18 años después- se niega a hablar de abuso y asegura que no tuvo consecuencias. “Sinceramente no creo que ese episodio me haya marcado. No me siento traumado o un pervertido, ni nada de eso. Yo creo que no me marcó”.
David, que hoy es periodista, es solo uno de los incontables casos de abuso sexual protagonizado por una mujer adulta que no sale a la luz. Y que en círculos de amigos hasta tiene una connotación anecdótica. La sociedad está más familiarizado con la figura de un perpetrador masculino. Las mujeres están más asociadas al instinto maternal y eso muchas veces hace impensada la posibilidad de un ataque sexual. Pero pasa, y a niveles difícilmente imaginables como puede ser el abuso sexual de una madre hacia su hijo.
Recientemente se conoció el caso de una psicopedagoga de 27 años, que confesó haber abusado en reiteradas ocasiones de un menor con deficiencia mental leve de 13 años, aludiendo a una relación amorosa en Puerto Montt. Una excepción, porque la regla general es el silencio.
Cifra negra
En general, existen escasas cifras sobre casos de abuso sexual donde la mujer es la autora. Esto porque hay varios factores que dificultan su documentación. Uno de ellos es el rol de género asociado a la maternidad que tienen las mujeres, el que de manera inherente permite una mayor cercanía física con los menores, la que va desde el cuidado, la higiene hasta el tiempo que pasan con los menores.
“Además hay factores culturales que pueden también influyen, como el caso de un adolescente con una agresora es mujer, donde hay temas de valores, de cultura, incluso de machismo que influye para que no necesariamente sea percibido como una agresión sexual”, explica Aida Leiva, psicóloga forense y Coordinadora de Cavas Pericial, el Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales de la Policía de Investigaciones, PDI.
La especialista explica que a nivel mundial, se puede hablar de que solo el 4 al 5% de los casos de abusos sexuales, la agresora es mujer y que “en Chile por nuestra experiencia, el número total es aún menor: de 2 a 3%”.
Sin embargo, la psicóloga señala que esta es una “cifra negra”, puesto que es tal el grado de invisibilidad, que si se realizan estudios retrospectivos, este porcentaje se dispara.
“Según estudios que se han hecho, consultando a tomando a personas adultas que le han preguntado situaciones de abuso por mujeres en su infancia, esta cifra se eleva considerablemente y se habla incluso de 25%”, explica Leiva.
La Encargada del Área de Protección de Derechos de la Unicef, Soledad Larraín concuerda con este análisis. “En Chile, quien comete el abuso sexual mayoritariamente es hombre, y cerca del 20% son mujeres. Están muy invisibilizadas las situaciones donde las mujeres realizan abuso sexual ya sea con niños o niñas. Es un porcentaje menor, pero de acuerdo a lo que dicen las propias víctimas, es mucho menor”, señala.
En el país, uno de los organismos que lleva cifras de abuso sexual es el Servicio Nacional de Menores, SENAME, que en el Boletín temático del Segundo Trimestre del 2013, apunta que del total de casos vigentes en la red Sename, que corresponde a 89.374 menores (40.158 niñas y 49.216 niños), el 10,1%, que equivale a 9.049 casos, son relacionados a abuso sexual, siendo más de 6 mil víctimas de género femenino. A eso se debe sumar los 1017 casos de violación y 2 casos de sodomía. Sin embargo estas cifras no hacen la distinción entre agresores hombres y mujeres, ya que el SENAME se preocupa solo de las víctimas y no de los abusadores.
En la misma línea, según el documento del Centro de Estudios del Desarrollo, ‘Las mujeres como autoras de abuso sexual’, elaborado en noviembre del 2012 por la Criminóloga de la Universidad de Lovaina Patricia Arias, en base al anuario del Servicio Médico Legal de 2005, de un total de 2.970 Pericias clínicas de Sexología Forense realizadas ese año (1.177 por violación, con 227 víctimas hombres y 950 mujeres; y, 1.792 por abuso sexual, en estos casos, 418 víctimas fueron hombres y 1.374 mujeres), “hubo 4 abusos sexuales cometidos por la madre en contra de tres niñas y un niño”.
“Me di cuenta que el abuso sexual de una mujer tiene consecuencias”
Jorge tenía solo 5 años la primera vez que una asesora del hogar que trabajaba en su casa lo sentó en su entrepierna y comenzó a hacer movimientos pélvicos para excitarse.
Años más tarde, las escenas de abuso en la vida de Jorge se repitieron. Ya tenía 14 años cuando otra asesora del hogar agarró la costumbre de ir a despertarlo todas las mañanas tocando sus genitales.
“Uno lo toma como una experiencia de iniciación. En tu adolescencia lo puedes contar como gracia y puedes ir acomodando la situación a pesar de haber sido vulnerado. Por eso, uno no lo considera como evento traumático“, dice.
Hoy Jorge tiene 39 años, es psicólogo, y gracias a su profesión, y a que han pasado algunos años desde que fue abusado, reconoce que los abusos tuvieron consecuencias.
Primero dice que aumenta el grado de tolerancia a los eventos similares. “No es que sea más permisivo, sino que le quitan la gravedad del asunto”, explica.
También sostiene que ante hechos como los descritos hay un inicio anticipado de conductas sexualizadas. “Puede gatillarte una apertura mucho más amplia en cuanto a las sensaciones de placer. Por ejemplo, adelantar conductas como la masturbación. Yo a los 6, 7 años ya estaba en pleno apogeo de la masturbación, porque ya había experimentado placer en el asunto”, confiesa.
¿Por qué el abuso no siempre es asumido como tal por las víctimas? Según el mismo, Jorge hay una clara diferencia en el caso de los abusos sexuales donde la víctima es un menor de género masculino y la perpetradora es mujer: “Para la niña es mucho más dramático el tema, porque hay un tema de dolor y socialmente es mucho más terrible”.
Tipos de agresoras
Pese a la poca documentación, distintos estudios internacionales señalan tipologías de agresoras sexuales.
Así, según explica la Coordinadora del Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales de la PDI, Aida Leiva, podrían desprenderse al menos 4 tipos: Las que tienen “una predisposición al abuso”, por sus características personales y familiares, donde existe violencia de distinto tipo. En estos casos, las abusadoras son “socialmente aisladas y buscan aceptación”, dice la sicóloga.
Añade que “al igual que en los varones, en estos casos la víctima es conocida por el agresor, ya sea intra o extra familiar, por lo que está denominado como crímenes de oportunidad, ya que tiene acceso a la cercanía física y también afectiva”.
Otro tipo de agresora es la que genera una relación que confunde a la víctima al punto de no darse cuenta de que está siendo víctima de un delito. Se da, por ejemplo, en casos donde una mujer adulta se involucra con un adolescente como pareja. Se asocia a la idea de profesor-amante, donde hay una asimetría en la relación.
Luego están las mujeres que son presionadas por otros para cometer abusos. Sucede cuando hay multi agresores y, entre ellos, una mujer que es alentada por hombres para abusar. La especialista señala que este caso sería el que tiene mayor predominancia en Chile, según las denuncias formales existentes.
También hay casos acreditados de mujeres que abusan sexualmente de sus propios hijos. Según la especialista, estos casos se dan con más frecuencia de lo que uno pensaría y son complicados de identificar, debido al mencionado rol maternal intrínseco de la mujer. “Discriminar las agresiones de los contactos físicos, para un niño es imposible y para alguien externo, tendría que ser muy evidente para que se identificara un contacto con connnotación sexual o una transgresión”, advierte.
Finalmente, la experta dice que “hay otro tipo de abusadoras que psicológicamente está más perturbadas y podría estar asociado a algún tipo de patología psiquiátrica u de otro tipo”.
Para los especialistas, este tipo de delito está recién dándose a conocer en Chile, por lo que su identificación y prevención se ve aún más dificultada.
Para la Encargada del Área de Protección de Derechos de la Unicef, Soledad Larraín, “tal como no existe una política integrada de prevención en el tema del abuso sexual, en los casos cuando las mujeres son las abusadoras, esta situación es aún de mayor riesgo”.
Asimismo, para la psicóloga forense, Aida Leiva, “en el país hay recién un proceso de sensibilización respecto al agresor masculino. Es muy incipiente todavía la idea de que una mujer puede cometer este tipo de delitos. Está bastante invisbilizado y queda mucho por trabajar en este fenómeno”.