"Pakistán tiene muchas Malalas", dice el embajador de la UE en Islamabad
"En Pakistán hay mujeres interesantes, impresionantes. El fenómeno de Malala da idea de la fuerza de las jóvenes paquistaníes" dice el embajador, que no comparte cierta visión occidental de que la mujer en Pakistán está del todo silenciada.
El diplomático sueco Lars Gunnar Wigemark es “cautelosamente optimista” sobre el futuro de Pakistán, donde encabeza la Embajada de la Unión Europea (UE), y confía en especial en las mujeres y en las “muchas Malalas” del país asiático.
“En Pakistán hay mujeres interesantes, impresionantes. El fenómeno de Malala da idea de la fuerza de las jóvenes paquistaníes” dice el embajador, que no comparte cierta visión occidental de que la mujer en Pakistán está del todo silenciada.
“Hay muchas Malalas, muchas jóvenes que están igualmente dispuestas a enfrentarse a las amenazas que haga falta para conseguir educación, una vida mejor y que mantienen ilusión por su país y su sociedad” afirma Wigemark, destinado desde 2011 en Islamabad, donde hace gala de un estilo pausado y a la vez cercano.
La UE es el principal socio comercial de Pakistán y estudia concederle un régimen de beneficios que abriría el mercado europeo a los productos paquistaníes, pero la Unión supedita ese marco a las mejoras del país asiático en materia de derechos humanos.
Un aspecto seguido muy de cerca por los socios comunitarios en Pakistán es la aplicación de la pena de muerte, objeto de una moratoria desde hace cinco años y que, tras algunos titubeos, ha decidido mantener el actual Ejecutivo.
“Esa es sin duda una señal muy positiva de la que hemos tomado nota”, dice el diplomático en referencia a la decisión que el próximo diciembre tomará el Parlamento Europeo respecto a la concesión de mejoras comerciales al país asiático.
“La solución (a las violaciones de derechos humanos) no es la condena internacional por no avanzar, sino intensificar el apoyo, por ejemplo mejorando el acceso de Pakistán a nuestro mercado”, defiende el representante europeo.
“Eso, claro, no va a solucionar todos los problemas, pero entre otras cosas nos dará un mecanismo para hacer seguimiento del cumplimiento que Pakistán hace de los compromisos adquiridos en cuestiones de derechos humanos y democratización”, explica.
“Tenemos que ser más activos en el apoyo y conseguir vincularnos con Pakistán no solo del punto de vista económico o de desarrollo, sino también en el ámbito político, porque tiene un papel clave en la región”, afirma.
Wigemark destaca que, además del debatido papel en Afganistán, Islamabad tiene un enorme reto en la mejora de lazos con la India, “un tema que merece por sí solo nuestra atención porque sin que se normalice esa relación es imposible tener un sur de Asia estable”.
“Para afrontar esos retos -añade-, Pakistán tiene que centrarse en su situación de seguridad interna. A partir de cómo resuelva esos problemas podremos saber si este país es capaz de tener un papel constructivo en la región”.
El embajador, que ocupó antes un puesto en materia de seguridad en la Comisión Europea, ve pasos positivos en los últimos años, en los que Pakistán empieza a dejar atrás la senda de los regímenes militares que rigieron el país durante la mitad de su historia.
El diplomático sueco defiende que la mayor democratización aporta transparencia y fortalece la sociedad civil, de forma que hay más control sobre la actividad del aparato de seguridad y de su posible relación con grupos armados.
“El debate eterno sobre narrativas y relaciones con el exterior a veces distrae de los asuntos reales -prosigue- y, aunque la mejora de relaciones con EEUU u otros actores internacionales siempre es bienvenida, lo de verdad relevante es lo que pasa dentro del país”.
Wigemark coincide con otros diplomáticos europeos destinados en Islamabad al reconocer que la labor de explicar la realidad paquistaní a veces topa con los prejuicios en Occidente.
“Encuentro siempre decepcionante que haya gente en Europa que no quiere siquiera venir y conocer el país. Tengo incluso colegas que están tan preocupados que no quieren ni venir”, lamenta.
Uno de los grandes retos del actual Ejecutivo de la conservadora Liga Musulmana, que tomó las riendas del país en junio, es conseguir reavivar la economía y atraer inversión para reflotar una economía casi agonizante.
“Muchos asocian este país con un gran riesgo por su situación de seguridad interna y eso influye negativamente en los potenciales inversores”, opina el responsable de la delegación comunitaria, que sin embargo considera que hay oportunidades empresariales.
El embajador lanza un aviso para navegantes: “A pesar de los numerosos problemas de Pakistán, el clima de negocios es bueno y las empresas, tanto extranjeras como paquistaníes, que han invertido están consiguiendo dinero y buenos márgenes de beneficio”