Este es el testimonio del ex soldado que asegura que vio a Rosauro Martínez (RN) ordenar torturas
Floridor Bastías fue un conscripto joven y ordenanza de Martínez y su testimonio sería en el contexto de la operación contraguerrilla Machete. En su declaración -a la que tuvo acceso El Dínamo- detalla el infierno que vivieron los guerrilleros y otras familias mapuches de la zona.
Floridor Bastias (53) vive en Aysén y hoy dice que trabaja como “hombre de mar”, actividad que desempeña desde que tiene 14 años, se define como pescador y buzo, con eso mantiene su actual familia que compone su pareja y un hijo pequeño. Floridor dice que el 17 de noviembre no podía creer cuando supo que el diputado RN Rosauro Martínez Labbé había sido reelecto- es el quinto periodo, por el distrito 41 de la región del Bío bío, donde obtuvo el 31,27% de las preferencias- aún cuando enfrenta graves acusaciones en casos de derechos humanos. Una por el caso Neltume y, hace dos semanas, el ministro de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, ordenó a la Brigada de Derechos Humanos de la PDI interrogarlo junto al ex alcalde de Providencia, Cristián Labbé, por sus nexos con la DINA en el marco de la investigación por el crimen del ciudadano español Carmelo Soria ocurrido en 1976.
El ahora reelecto diputado por Chillán supuestamente lideró un destacamento de 192 comandos del Ejército en la “Operación contraguerrilla Machete”, -como denominó el alto mando del Ejército la ofensiva contra el pequeño grupo guerrillero de Neltume-. El destacamento dio con los jóvenes hambrientos y cansados el 27 de junio de 1981.
Cinco meses después, en noviembre, Martínez recibió una felicitación en su hoja de servicio, “por el extraordinario desempeño al mando de la compañía de comandos Nº 8 durante las acciones de combate contrasubversivas en la zona de Neltume, donde resultaron siete extremistas muertos, sin bajas del Ejército”.
Floridor entregó su testimonio recién en julio de este año, ante notario, y luego entregó su declaración bajo reserva en la causa que hoy investiga la ministra de la Corte de Apelaciones de Valdivia, Emma Díaz.
Según consta en la declaración a la que tuvo acceso El Dínamo, Floridor habría comenzado a hacer el servicio militar el 15 de octubre de 1979, en la Compañía de Comando número 8, en la unidad de Fuerzas Especiales del comando de Paracaidismo en Llancahue, Valdivia.
En el comando pasó un periodo de instrucción básica bajo las órdenes del entonces capitán Rosauro Martínez Labbé. Floridor se ganó su simpatía, debido a que era un hombre obediente. Con el tiempo, se convirtió en su ordenanza, recuerda que le preparaba comidas livianas porque Martínez al parecer padecía diabetes, y debía cargar siempre con pequeñas raciones de alimentos. También limpiaba el auto del capitán y hasta le contaba chistes para hacer la jornada más llevadera. Lo seguía de sol y a sombra y esa lealtad su superior la retribuía con regalos como botas nuevas o una visita a las termas.
Pero lo que Floridor jamás olvidó fue cómo Martínez pasó de ser un militar amable y mesurado en los castigos a un hombre despiadado que no trepidaba en ordenar torturas y ejecuciones.“Una vez, mientras llevaba en Neltume a un prisionero amarrado del cuello, le conté un chiste, no le gustó por obsceno, me miró a los ojos me dijo ‘bájate del caballo’ pensé que me iba a matar (..) Le apodaban el mosquetón, en razón de que era un militar letal, él no puede decir que no estuvo metido en torturas”, dice al otro lado de la línea telefónica.
Extractos de la declaración y las crueles torturas de ‘El Mosquetón’
“Rosauro Martínez Labbé me ordenó, como soldado conscripto, que me hiciera cargo de los caballos y según sus dichos de ese pelafustán que era el mismo hombre que subieron en Lanco, quien se encontraba muy deshecho, sin alimentarse, vendado amordazado de la boca, con las manos atadas en la espalda, yo pensé que habría que llevarlo sobre el caballo, pero el capitán Martínez Labbé me ordena llevarlo a la tira, o sea, caminando amarrado del cuello al caballo”.
“En los galpones a los que llegamos hay un villorrio de gente campesina por la orilla, puras familias mapuches, que amablemente me prestaron sus cocinas para que les cocinara a Martínez, Derpich, a Basauri y otros oficiales que andaban. Importante es mencionar que los alimentos que tenía esa gente era carne seca y charqui. Después que comieron ordenan a una patrulla ir a buscar a la misma familia donde habían comido y a las otras familias de la villa, mujeres, niños, hombres jóvenes, para traerlos al galpón”.
“A todas las familias las amarraron y al pasar frente a ella no los podía mirar a la cara. Los amarraron desnudos de pies y manos y les hacían lo que ellos llaman la guitarrita, que es pasar con fuerza los cargadores de las armas por las costillas de las personas, para que no se sintieran los gritos les ponían pasto con tierra en la boca y los amordazaban. Toda la gente estaba desnuda y con gran frío porque era invierno, los golpearon durante tres días, recuerdo claramente a una señora gordita amarrada en el suelo que saltaban en su estómago, preguntándoles ustedes les prepararon el charqui a los guerrilleros, ustedes les dan comida a los guerrilleros, ustedes les guardan las armas a los guerrilleros, donde alojan los guerrilleros. Los que hacían todos estos maltratos eran sargentos y clases de lo que recuerdo a Sergio Aguilera, Gutiérrez Vera entre otros, todos bajo las órdenes de don Rosauro Martínez Labbé”.
Recuerda que vio a cuatro jóvenes amarrados que fueron llevados a Valdivia y que hasta allí llegó un hombre de civil de pelo liso y bigotes que llevaba un perro pastor alemán, afirma que en ese momento no lo reconoció, pero que con el paso del tiempo y las fotos de la prensa, pudo asociar ese rostro al jefe de Brigada de la CNI Álvaro Corbalán. “Él llegó exclusivamente a hablar con Rosauro Martínez Labbé, posteriormente el capitán Martínez me ordena llevar al hombre que subieron en Lanco a la tira de un caballo (…) Supuestamente este hombrecito sabía donde había más tatus, él nos dirigió a varias partes sin resultado, lo cual molestó mucho a Rosauro Martínez Labbé, quien ordenó al hombre de civil que el perro atacara a este hombre que iba amarrado de manos y cuello con un cordel de un caballo”.
“Primero el perro lo mordió en las nalgas, después las piernas, las manos, estando herido lo amarraron las manos en la espalda, de ahí lanzaron una cuerda a una rama de árbol y jalando el caballo lo colgaron con el objeto de que señale la información de donde se encontraban los tatus, después de un instante se desmayó y lo bajaron, en dicho momento el capitán Martínez dio la instrucción al hombre de civil para que el perro lo ataque, el cual lo atacó, le despedazó la cara dando así muerte a este hombre y lo dejaron ahí, a los tres cuatro días subió una patrulla a buscarlo, lo subieron a un camión y no sé donde lo llevaron. Esto según recuerdo en el mes de agosto de 1981”.
Otras torturas a jóvenes miristas, que según Floridor habrían ocurrido bajo las órdenes de Martínez, incluyen crucifixiones con estacas en el suelo y quemaduras en la piel, las víctimas era un grupo de 14 hombres capturados en la operación.
El testigo clave
Cuando en octubre de 1981 a Floridor Bastías le correspondía entregar el cargo, pues se cumplían dos años de su servicio militar, vino lo peor y quedó marcado para siempre. “El día 10 de octubre, me bajaron y tuve que hacer guardia en el polígono de tiro y en ese lugar vi 17 cuerpos de muertos”, recuerda.
El Dínamo se comunicó con el diputado Rosauro Martínez, para conocer su opinión respecto a esta declaración, quien dijo que hablaría en un próximo contacto, no volvió a contestar el teléfono, pese a la insistencia de las llamadas.
El diputado Hugo Gutiérrez (PC) quien en mayo de este año pidió el desafuero del diputado por su posible participación en el caso Neltume, comenta la declaración de Bastías a quien conoció en julio. “Tengo conocimiento de la causa de Valdivia de quienes resulten responsables, donde fueron asesinados varios jóvenes miristas, particularmente de Rosauro Martínez por los hechos de Neltume y donde tomé conocimiento personal del testimonio de Floridor, me di cuenta del agravante que tenía, donde podía demostrar de manera clara y fehaciente la responsabilidad de este diputado en los hechos que se le involucran (…)Como ordenanza, Floridor era una especie de mozo de Rosauro Martínez y por esa cercanía acredita fehacientemente todos los ilícitos que nosotros le hemos imputado particularmente las torturas de los jóvenes y los posteriores asesinatos. Esto acredita fehaciente mente la participación criminal”, dice para finalizar.