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9 de Diciembre de 2013

Democracia de mal en peor: Pronostican elección presidencial con la menor participación desde 1989

Si la presidencial de hace casi un mes fue la menos votada desde 1989 -solo se recibieron 6.696.229 votos, nunca se había bajado de los 6,9 millones- los analistas pronostican que en la segunda vuelta concurrirán aún menos personas a sufragar. ¿Qué consecuencias tiene elegir a un presidente con baja representatividad?

Por Nicolás Sepúlveda
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En los pasillos de La Moneda, el Congreso y los partidos, muchos han culpado a la implementación  del voto voluntario por la baja participación ciudadana en los últimos comicios desarrollados en el país. Apenas un 40% del padrón habilitado por el SERVEL sufragó en las municipales del 2012, mientras que un 49,33% lo hizo en la presidencial y parlamentaria del pasado 17 de noviembre.

Aunque ambas elecciones significaron el estreno del voto voluntario, para los analistas lo que explica la escasa concurrencia no es este hecho, que solo estaría “sincerando” la situación. Aseguran que no hay interés por ir a votar debido al poco atractivo que ofrecen las candidaturas en juego y la desconfianza de la ciudadanía hacia una política dominada por la élite.

Cumpliendo con su rol de aspirantes a dirigir el país, las candidatas presidenciales no se han cansado de llamar a votar. “Los necesitamos a todos votando el domingo 15. Pueden ir en bicicleta, a pie, en micro, en metro. Lo importante es ir”, señaló la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, este domingo. Lo propio hizo Evelyn Matthei, quien prometió “cambios revolucionarios” en la vida cotidiana de las personas, en caso de resultar electa.

Los llamados no son casuales. Según los analistas, al enfrentar un escenario de baja participación, resulta clave el nivel de voto duro que logren movilizar las candidatas, lo que podría modificar en forma importante los porcentajes finales de una y otra. Pero no es solo eso. Aunque en Chile no existe un quorum de votos mínimo para validar una elección, en todos los sectores preocupa la baja participación electoral. La noche del 17 de noviembre, el Presidente Sebastián Piñera lo subrayó desde el Patio de los Naranjos: “Nos hubiera gustado una mayor participación (…) mientras mayor es la participación, más fuerte y más legítima es nuestra democracia”.

La elección menos legítima

Si la presidencial de hace casi un mes fue la menos votada desde 1989 -solo se recibieron 6.696.229 votos, nunca se había bajado de los 6,9 millones- los analistas pronostican que en la segunda vuelta concurrirán aún menos personas a sufragar. Las razones son varias, y en conjunto harían que el 15 de diciembre en Chile se batiera un record: elegir a un presidente de la República con la menor participación electoral desde el retorno a la democracia.

“Va a votar menos gente que en la primera vuelta, de eso no hay duda”, asegura Kenneth Bunker -candidato a doctor en ciencia política de la London School of Economics e investigador del Observatorio Electoral de la UDP- quien agrega que los chilenos no tendrían razones para llegar en masa a los locales de votación: “La gente solo vota cuando es una elección competitiva, y en este caso la elección esta prácticamente decidida y la gente siente que su voto no vale nada”.

Aunque está seguro que llegarán menos personas a votar, Bunker no se aventura con una cifra aduciendo la dificultad que ésto conlleva en un sistema de voto voluntario.

Otro que augura una baja en la participación es Marco Moreno, cientista político de la Universidad Central, quien argumenta  que los chilenos saben que nada de fondo se juega en la elección del domingo, a pesar de las promesas de cambio realizadas por Bachelet. Moreno asegura que las propuestas de ambas candidatas no son tan distintas: “Son transformaciones que no van a afectar radicalmente la marcha del país, no estamos hablando de una revolución al estilo chavista, no estamos hablando de un cambio que de vuelta el rumbo del país. Son reformas graduales. Los ciudadanos no ven una amenaza y no van a votar para defender lo que hoy día tienen, ni tampoco concurrirán a apoyar los cambios. No hay incentivos para ir a defender algo”, señala el académico.

Poco atractivo en una elección casi definida y ninguna propuesta de cambio estructural que haga levantarse de sus sillas a la mayoría de los ciudadanos serían razones, pero no las únicas. Kenneth Bunker agrega que al disminuir de nueve a dos las opciones presidenciales, y al desaparecer las disputas parlamentarias, bajarían también los motivos para acudir a los locales de votación: “Hay menos candidatos alternativos, estos candidatos satélites que giran en torno a los principales, ellos no están moviendo sus masas. Marco Enríquez y Franco Parisi no creó que se muevan, no van a llamar a votar por Bachelet. Tampoco habrá elección de diputados, ni senadores, ni CORES”.

La no participación eleccionaria hace rato que es un tema de discusión e investigación en las universidades. El decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, cuenta que hace un tiempo trabaja en un modelo para determinar quiénes son los que no votan en Chile, y que sus conclusiones no lo sorprenden tanto: “Uno, personas en que sus familias no hablan de política; dos, que no ven en la política un mecanismo de movilidad social; tres, gente que no ha votado antes, porque ésto es como un hábito; cuatro, gente que es relativamente moderada, gente de sectores medios, trabajadores y que no le ven un atractivo a este tipo de cosas”. Más que el descontento hacia la clase política, lo que Guzmán plantea es que en Chile se ha elevado la despolitización: “En 1990 un 75% de las personas se identificaba con un partido, esa cifra hoy se ubica en torno a un 25%. Ese es el tipo de personas que están yendo a votar. Más un 6% o 7% que está en los márgenes y se interesan”.

¿Quién se beneficia con los votos ausentes?

En los comandos no hay coincidencia. En el entorno de Bachelet algunos plantean que a menor participación mayor su porcentaje, debido a que la Nueva Mayoría tendría un voto duro empoderado con el programa presidencial, mientras otros argumentan que solo con una masiva concurrencia a las urnas lograran una victoria contundente. En el comando de Matthei ocurre lo mismo, especulaciones sobre el verdadero peso del voto duro -personas incondicionales que sí o sí votarán por el sector- y cuanto los beneficia o perjudica que las masas lleguen a emitir su voto.

Le segunda vuelta es una ruleta, ya que la voluntariedad del voto y la escasa participación que se prevé, configuran un escenario donde los porcentajes para una y otra pueden variar a último minuto. Para Kenneth Bunker, quien gana con todo ésto está claro: “Beneficia a Bachelet. Si hay baja participación, es probable que sea proporcional a cada candidata, votan menos para cada una, y entran pocos o ningún votante nuevo. Al traducir votos a porcentajes, es masacre en favor de Michelle Bachelet”. Si las cosas salen tal y como las enuncia Bunker, Bachelet se impondrá el domingo con más del 65% de los votos.

Marco Moreno coincide en que ambas mantendrán sus respaldos, aunque asegura que el voto duro de la candidata de la Nueva Mayoría es más duro que el de la carta de la derecha: “Es muy difícil que Matthei sorprenda a Bachelet con una alianza muy dividida en lo interno, y sin el impulso que podrían darle los parlamentarios, que muchas veces son los que arrastran a los electores. Es probable que el voto de Bachelet, que es más duro, concurra a votar, pero el de Matthei, que tiene una franja más blanda de votos, se pueda ver levemente disminuido. Se va a mantener la tendencia, un poco menos de votos para ambas”, augura el cientista político.

El único que no coincide con que Bachelet se verá beneficiada con el fenómeno de votos ausentes, es Eugenio Guzmán -de la Universidad del Desarrollo, plantel ligado a la UDI- según él, el voto de la opositora es más blando, además de la dificultad que tendría en movilizar a los electores que apoyaron a las cartas de la izquierda en la primera vuelta: “El problema de Bachelet es cómo logra atraer los votos del 2% de Sfeir, el 3% de Marcel Claude. Los votantes de MEO ¿van a ir? ¿se sienten identificados?”. Guzmán cree que el programa de la ex mandataria no atrae a la mayoría de la población, la que no estaría interesada en los fenómenos políticos: “Lo vengo diciendo hace años. Estamos leyendo mal, la gente en la calle está en otra. La educación gratis, todo el mundo la quiere, pero eso no nos lleva a cuestionar todo el modelo. Se ha entrado en una generación de expectativas que le va a traer problemas al próximo gobierno”.

Los analistas sí coinciden en que hay dos orillas de la política que no se tocan; los movimientos sociales y las elecciones. Según Marco Moreno: “Los movimientos sociales no se están manifestando en las urnas, porque optan por expresarse en la calle”. Un ejemplo claro de lo anterior fue la toma del comando de Michelle Bachelet que realizaron los secundarios de la ACES el pasado 17 de noviembre, los que han sostenido una campaña llamando a no votar en los comicios.

El domingo cuando se abran las urnas y se inicie el conteo de sufragios, ya no solo importará cuantos son para una y otra. También todos estarán atentos a cuántos fueron los ciudadanos que llegaron a votar, y cuántos los que optaron por quedarse en sus casas, dejando la puerta abierta a los cuestionamientos por la baja representatividad del sistema político chileno.

La franja baja el rating

Que las elecciones actuales resultan poco atractivas para los ciudadanos no es una novedad. El rating de la franja televisiva de propaganda así lo demuestra. En la última semana, la teleserie de TVN Somos los Carmona, que antecede a la  franja y lidera su horario, registró un promedio de 16,5 puntos, mientras los 10 minutos que muestran los videos de Bachelet y Matthei, marcaron 15 puntos.

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