Un poco halagüeño 2014 en materia económica dará la bienvenida a la próxima Presidenta
El vicepresidente del Banco Central destaca a la clase media, que ha reclamado derechos que antes no consideraba indispensables, sencillamente porque estaban solapados por temas más urgentes, como la superación la pobreza.
Un menor crecimiento, un presupuesto fiscal más reducido y un cúmulo de reivindicaciones sociales acumuladas durante años conforman el panorama con el que se encontrará la Presidenta que resulte electa en las elecciones de este domingo.
“El país ha cambiado” es una frase que se repite a diario en los foros políticos y económicos para tratar de explicar la nueva nomenclatura de una sociedad que durante décadas pareció conformarse con la estabilidad política lograda tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet y el sistema neoliberal heredado del mismo régimen. Pero ahora, nada de eso parece suficiente.
“Hoy se sueña con cambiar muchas cosas, una reforma educacional, nueva Constitución, reforma a la salud”, afirmó el vicepresidente del Banco Central, Manuel Marfán, quien advirtió que esas demandas se deben conciliar con necesidades de corto plazo, como el control de la inflación y el equilibrio fiscal.
A juicio de Marfán y de muchos otros, es la voz de una emergente clase media la que se alza en este momento para reclamar derechos que antes no consideraba indispensables, sencillamente porque estaban solapados por temas más urgentes, como la superación la pobreza.
Parte de esas demandas son las que ha intentado asumir en su programa gubernamental la candidata de centro-izquierda Michelle Bachelet. Con un discurso mucho más progresista que el que enarboló en su anterior mandato, busca ahora impulsar una reforma que garantice educación universal y gratuita, elevar los impuestos a las empresas de un 20% a un 25% y crear una nueva Constitución que goce de “plena legitimidad”.
Su contrincante, la postulante de derecha Evelyn Matthei, ha planteado también algunas reformas en su programa, pero centradas en mejoras a las pensiones básicas, mayor dotación de médicos especialistas en los servicios públicos y combate a la delincuencia. Sin embargo, ha rechazado de plano cambios al modelo económico y una nueva Constitución, asegurando que “hay que ampliar la casa, pero no echarla abajo”.
Más allá de las propuestas, el escenario que se anticipa para 2014 no es del todo favorable. De partida, el crecimiento de la economía está entrando ya en un ciclo menos dinámico, producto de la baja en el precio del cobre, la principal exportación y fuente de ingresos del país.
A ello se suma una disminución en la inversión, que expertos atribuyen en gran medida al fin del proceso de reconstrucción por el terremoto de 2010, que durante los últimos cuatro años ha apuntalado también fuertemente el empleo.
De hecho, el Banco Central y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) han recortado sus proyecciones de expansión de la economía chilena para el próximo año a un 4,2%, bastante por debajo del promedio de alrededor del 5,5% registrado en el último cuatrienio.
Las arcas fiscales tampoco estarán rebosantes, ya que el presupuesto público aprobado para el 2014 es más bajo que el de años anteriores y fue construido sobre un supuesto crecimiento de la economía de 4,9%, que difícilmente se concretará.