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14 de Enero de 2014

Las Pussy Riot volvieron a la cárcel… pero ahora como activistas de DD.HH.

Las dos jóvenes, excarceladas a finales de diciembre gracias a una amnistía por el aniversario de la Constitución rusa, visitaron junto a otros activistas la prisión Número 2 de Nizhni Nóvgorod, a unos 400 kilómetros al este de Moscú, donde Aliójina cumplió parte de su pena.

Por EFE
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Las amnistiadas Pussy Riot, las rusas María Aliójina y Nadezhda Tolokónnikova, regresaron hoy a la cárcel, pero como activistas de derechos humanos para ofrecer su “apoyo moral y asistencia legal” a las internas.

“Nuestro objetivo es conocer la situación en la prisión. Hay datos de que a esas mujeres se las castiga sin fundamento”, dijo Aliójina, según la agencia Interfax.

Las dos jóvenes, excarceladas a finales de diciembre gracias a una amnistía por el aniversario de la Constitución rusa, visitaron junto a otros activistas la prisión Número 2 de Nizhni Nóvgorod, a unos 400 kilómetros al este de Moscú, donde Aliójina cumplió parte de su pena.

Las activistas, que trajeron comida a las internas de una hamburguesería cercana, recibieron autorización para reunirse con varias de las internas y escuchar sus demandas.

Entre otras cosas, Tolokónnikova denunció que las presas que han osado presentar quejas por escrito sobre las condiciones de vida y trabajo en la cárcel han recibido represalias en forma de requisado de mantas y recorte de estipendio.

Tolokónnikova y Aliójina anunciaron a finales del pasado año que dejaban la música para dedicarse a defender los derechos humanos en las cárceles, pues mantienen su lucha contra el “sistema totalitario” implantado, según denuncian, por el presidente, Vladímir Putin.

Su ONG “Zona de Derecho” canalizará las denuncias de abusos laborales, físicos y sexuales en las prisiones, para lo que aprovecharán la publicidad que ganaron como integrantes de la banda musical Pussy Riot.

Las activistas, que cumplieron 22 meses de cárcel por escenificar en 2012 su famosa plegaria punk “Madre de Dios, echa a Putin” en el principal templo ortodoxo ruso, reconocen que aún no disponen de financiación para su proyecto de derechos humanos.

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