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20 de Enero de 2014

¿En qué está la energía geotérmica en Chile?

De entre las energías renovables, la geotérmica es una de las que menos se conoce en nuestro país. Sin embargo, es también una de las que posee el mayor potencial de desarrollo. De todas maneras, pasarán años antes que los primeros watts de las centrales geotérmicas puedan empezar a alimentar a nuestro país.

Por Daniel Jeria
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Desde temprano en el colegio se nos enseña que nuestro país se ubica en el “cinturón de fuego” del Pacífico, una cadena de volcanes que recorre nuestro océano y que abarca sitios tan lejanos Japón y Nueva Zelanda y otros más próximos como México o Estados Unidos.

Los ejemplos no son arbitrarios, ya que estos cuatro países tienen en común el que, a diferencia de Chile, cuentan con plantas geotérmicas en pleno funcionamiento para abastecerse de energías renovables no convencionales (ERNC).

Desde hace años, la crisis energética se ha convertido en una amenaza constante, que ronda el horizonte del país. Esto, sumado a la fuerte oposición ciudadana que han enfrentado los proyectos energéticos estos últimos años, ha puesto el foco cada vez más en el desarrollo de las ERNC. Sin embargo, tal parece que la geotermia ha ido quedándose atrás, al menos, a los ojos de la ciudadanía.

Poco y nada saben los chilenos sobre esta energía limpia que se nutre del calor que emana desde las profundidades de nuestro planeta, y cuyo potencial incluso llegó a calcularse en 16.000 MW.

La central geotérmica

El principio básico de una central geotérmica es usar el calor de las profundidades de la tierra para generar energía a través de vapor a altas presiones que mueve una turbina o sistema integrado. Generalmente este vapor proviene directamente desde depósitos subterráneos  a altas presiones y temperaturas (sistema de vapor caliente o dry steam), aunque también puede hallarse agua subterránea a altas temperaturas que se evapora (sistema flash/wet steam) o incluso inyectarse agua desde el exterior a una formación geológica seca de altas temperaturas para así evaporarla (sistema de roca seca caliente o hot dry rock).

Como principio general, el vapor que se utiliza para mover las turbinas que generan energía es condensado en agua, la que nuevamente se inyecta a las profundidades para volver a evaporarse. De esta manera, la mayoría de las centrales geotérmicas se denominan técnicamente como “ciclos cerrados”.

Así lo explica el geólogo e investigador Mauricio Muñoz, del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA) de la Universidad de Chile: “los acuíferos sobrecalentados deben mantenerse cerrados, porque de lo contrario baja la efectividad de la central”

“La principal ventaja de una geotérmica es que tiene un factor de planta muy alto”, continúa el geólogo. “El factor de planta indica qué tan independiente puede funcionar (un recurso energético) respecto de factores naturales. La geotermia no depende de la hora del día, la fuerza del viento o las mareas”, como es el caso de otras ERNC.

“El impacto ambiental es bajo”, añade. Esto porque una planta geotérmica en buenas condiciones, no debiera generar ninguna emisión al medio ambiente salvo vapor de agua, no más peligroso que cualquier nube en el cielo de un día de verano, ni tampoco contaminar los depósitos subterráneos de agua –las napas– uno de las principales fuentes de agua dulce y de riego en el mundo.

Muñoz descarta también que la actividad geotérmica afecte a las placas tectónicas o a la actividad volcánica. De hecho, al menos con la tecnología utilizada actualmente, la energía geotérmica no entra en contacto directamente con el magma de las capas inferiores del planeta. “La actividad sísmica generada por la producción de energía geotérmica es demasiado baja e imperceptible para el humano”, indica el geólogo, quien la estima en un orden inferior a los 3° richter.

En la actualidad, según estimaciones del experto del CEGA, el potencial geotérmico en Chile se calcula en unos 3.500 MW, cálculo que él califica como “realista y conservador, y que considera las tecnologías actuales”. Este potencial beneficia particularmente al norte del país: los mencionados 3.500MW se reparten en 2.000 para el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), mientras que 1.500 corresponderían a proyectos viables en el Sistema Interconectado Central (SIC).

Según cifras oficiales, el Sistema Interconectado Central –la columna vertebral de la electricidad chilena desde Taltal a Chiloé– tiene una capacidad instalada para generar 13.354 MW, mientras que el SING tiene una capacidad instalada de 4.145MW.

Según el Centro de Energías Renovables del ministerio de Energía, a diciembre de 2013 las energías renovables no convencionales aportan 1.079 MW a los sistemas eléctricos del país, lo que constituye el 6.09% de la capacidad total instalada.

Barreras de entrada

Con estas condiciones que aparecen de manera tan favorable, ¿Porqué no hay en Chile ninguna central geotérmica en operación actualmente?

La principal barrera a la hora de emprender un proyecto geotérmico es el alto riesgo que este conlleva en su etapa inicial. Si bien el costo de mantención de una planta geotérmica es relativamente bajo, la exploración demanda una alta inversión en estudios de suelo y profundas excavaciones de exploración, que pueden dar cuenta de la inviabilidad física o económica de un proyecto.

Carlos Finat, Director Ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables (ACERA), explica que “la ubicación y caracterización de un yacimiento comercialmente explotable toma varios años. Una vez que se ha terminado esa etapa, para proseguir con el desarrollo, la empresa geotérmica requiere un contrato de compraventa de energía a largo plazo. La dinámica del mercado eléctrico no ofrece actualmente mayores oportunidades al respecto”.

En efecto, la actual Ley de concesiones geotérmicas, que data del año 2000, estipula que una concesión de exploración geotérmica tiene una duración de dos años, prorrogables por otros dos años sólo en una oportunidad. Además, el concesionario de exploración recibe el derecho exclusivo de explotación por hasta dos años después de vencida la concesión exploratoria.

Por otra parte, el Director de ACERA señala que “el rol del Estado hasta el momento ha sido muy tímido, y en varios casos, lamentablemente da la impresión que no ha comprendido cabalmente las necesidades regulatorias que tiene esta industria y los grandes beneficios que representaría para el país su desarrollo”.

En la misma línea se pronuncia Rudiger Trenkle, representante en Chile de la empresa neozelandesa Mighty River Power (MRP), que conduce en Chile el proyecto de central Tolhuaca. Trenkle declaraba en diciembre al diario de negocios Pulso: “en todos los países que yo conozco esos riesgos (de exploración geotérmica) han sido compartidos con el Estado”.

El negocio geotérmico en Chile

Según el Ministerio de Energía, al 2013 hay vigentes en Chile 76 concesiones de exploración con una inversión total de unos US$370 millones además de seis concesiones de explotación con una inversión de US$970 millones aproximados.

La geotermia en Chile está liderada por las empresas Geotérmica del Norte S.A. (GDN) y Empresa Nacional de Geotermia S.A. (ENG). De entre las concesiones vigentes, ENG mantiene 6 concesiones de exploración, mientras que GDN mantiene 4 de exploración y 3 de explotación.

Ambas pertenecen a una alianza entre ENAP y la italiana ENEL Green Power, siendo la petrolera estatal en ambos casos accionista minoritario con un 49% de participación en ENG y un 44% en GDN. Enel –que participa en Chile también con proyectos hidroeléctricos y eólicos– está explorando varias concesiones geotérmicas, con un potencial estimado de 100 MW.

Hasta la fecha existen sólo dos proyectos de centrales geotérmicas en Chile: la Central Geotérmica Curacautín de la neozelandesa Mighty River Power (MRP) , en los faldeos del volcán Tolhuaca en La Araucanía, con una capacidad de 70 MW y una inversión estimada de 330 millones de dólares; y la Central Geotérmica Cerro Pabellón de Geotérmica del Norte, en la Región de Antofagasta, con una capacidad de producción de 50 MW y una inversión estimada de 180 millones de dólares.

Ambos proyectos ya tienen aprobada su Resolución de Calificación Ambiental, sin embargo, aún no han empezado a construirse.

Respecto del proyecto Tolhuaca, el representante en Chile de MRP declaró en la mencionada entrevista con Pulso que “en el mejor de los casos va a estar disponible para generación a mediados de 2018. Antes de esa fecha es muy difícil que haya una planta en Chile.”

El episodio del Tatio

En septiembre de 2009 una columna de 60 metros de vapor y agua surgió desde el proyecto de prospección geotérmica del Tatio, que llevaba a cabo Geotérmica del Norte en la Quebrada Zoquete, a 100 kilómetros de San Pedro de Atacama. De forma unánime, la Comisión Regional del Medio Ambiente (Corema) de Antofagasta resolvió paralizar indefinidamente el proyecto de exploración e impuso a la empresa una multa de 5.500 UTM por incumplimiento de diversas regulaciones, siendo la más alta hasta ese entonces.

Esa fue quizás la primera y última vez que la energía geotérmica estuvo en los ojos de la opinión pública. “La situación aludida tuvo alta visibilidad pública y por cierto que no contribuyó a generar una imagen positiva hacia esta industria”, señala Carlos Finat.

Sin embargo, al año siguiente el Consejo de Defensa del Estado descartó demandar a GDN, concluyendo que el accidente no había provocado daños a los géiseres o su ecosistema. Mauricio Muñoz del CEGA, aporta que según el análisis químico, la impactante columna de 60 metros de vapor no contenía materiales contaminantes.

“Desgraciadamente en Chile se inauguró la experiencia de la geotermia con El Tatio”, comenta Sara Larraín, Directora de Chile Sustentable, quien reconoce que si el desarrollo de la geotermia “se hace en los lugares adecuados, el impacto es muy mínimo”.

Sin embargo, al parecer no todos los lugares son adecuados. Sara Larraín denuncia que algunas de las concesiones entregadas por el gobierno se emplazan en terrenos pertenecientes a reservas naturales o comunidades indígenas. “La energía geotérmica es beneficiosa, pero si se empieza a hacer donde sea y como sea, se puede transformar en un proyecto rechazado por las comunidades”, añade la ambientalista.

A futuro

la Ley 20.257 del año 2008, estableció como meta que al año 2024 un 10% de la energía que las empresas eléctricas retiren anualmente del sistema debe haber sido inyectada por medios de generación renovables no convencionales, meta que fue duplicada el año pasado por la “ley 20/25” que aumenta esta meta a un 20% en 2025.

Desde ACERA estiman que para el año 2014 las ERNC generarán 700 MW adicionales.

En su capítulo sobre energía, el programa de gobierno de Bachelet señala expresamente: Promoveremos la Geotermia: es una fuente de energía limpia no convencional que puede proveer energía estable (…) diseñaremos esquemas de riesgo compartido para su fomento”.

Para Carlos Finat, el concepto de riesgo compartido suena particularmente atractivo a la hora de pensar en geotermia: “esa es una medida que se ha tomado en todos los países en que la geotermia ha sido exitosa”.

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