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11 de Febrero de 2014

Las historias de horror en el regimiento Buin que pesan sobre el padre de la futura subsecretaria de FF.AA

El centro conocido por sus interrogatorios y torturas saltó a la palestra luego que las víctimas del lugar, entre ellas la escritora Mónica Echeverría, reconociera al padre de la recién nombrada subsecretaria de Fuerzas Armadas como el coronel encargado de inteligencia del lugar y vinculado a violaciones a los Derechos Humanos. Aquí la historia de las víctimas.

Por Carolina Rojas
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“Somos llevados al regimiento de Buin donde permanecemos por una semana (…) Somos mantenidos en celdas subterráneas individuales de dimensiones muy pequeñas. En esa semana se nos tortura consistentemente y sin descanso: somos interrogados a golpe de mano y pies, se nos amenaza con matarnos, con los ojos vendados se nos lleva a un lugar donde se nos coloca encima de una especie de cama metálica y allí se nos aplica corriente en los genitales, lengua, frente, codos. Este maltrato físico deja huellas hasta hoy”. El relato corresponde a un prisionero del Regimiento de Infantería de Buin entregado a la Comisión Valech.

Este lugar, volvió a ser recordado luego que, de acuerdo a la información entregada por víctimas de este regimiento, reconocieran al padre de la recién nombrada subsecretaria de Fuerzas Armadas Carolina Echeverría, como el Coronel en retiro del Ejército, quien durante la dictadura fue capitán a cargo de labores de Inteligencia del Regimiento de Infanteria de Buin.  Los recuerdos de Víctor Echeverría Henríquez y este centro ocupado para interrogatorios y torturas no se hicieron esperar.

El recuerdo de las víctimas

El regimiento de Infantería de Buin fue utilizado como centro de detención y tortura. Según los testimonios recibidos en la Comisión Valech, y en diversos sitios sobre memoria, la mayoría de los traslados se hicieron entre 1973 y 1974. Los detenidos eran transportados en camiones militares, acostados unos sobre otros o arrodillados con las manos en la nuca, mientras eran apuntados con armas de fuego. En el segundo piso de este recinto, había una habitación especialmente habilitada para llevar a cabo los violentos interrogatorios. La mayoría de esto sucedía con los ojos vendados, mientras las víctimas estaban amarradas a una silla. Luego venían las largas sesiones de tortura. Los denunciantes no olvidan las amenazas, golpes, aplicación de electricidad, “el submarino”, “el teléfono”, vejaciones y violaciones sexuales, simulacros de fusilamiento y quemaduras con cigarrillo. Luego que se conseguía “quebrar” a las víctimas, la mayoría era llevada a otros recintos, como el Estadio Chile y el Estadio Nacional, entre otros.

La escritora Mónica Echeverria fue una de las principales denunciantes durante estos días, y al otro lado de la línea, dice que Víctor Echeverría ha quedado en total impunidad. “Lo subieron a coronel y hoy está feliz en Iquique. Además, como lo dijo Mercedes Bulnes, se ha perseguido hasta el final a otros violadores de Derechos Humanos, están en Punta de Peuco, pero con el Ejército hay un grado de protección total”, dice.

A sus recuerdos, agrega que el ex encargado de inteligencia del regimiento dirigía a todo el resto de los militares, que no puede desmentir su responsabilidad en estos hechos , y que en el nombramiento de su hija Carolina Echeverría, hubo una suerte de ignorancia, dice. Pese a que cree que los hijos no pueden ser culpados por lo que han hecho sus padres, para ella, la actitud de la nombrada subsecretaria debería ser distinta. “Ella podría decir ‘lo siento mucho, considero que lo que hizo mi padre y conozco los hechos, pero la justicia debe seguir adelante’ o un ‘lo siento’, si no continuaremos con la impunidad en un gobierno del que estamos tan deseosos de que le vaya bien, se ensucian las manos al  nombrar en este cargo a la hija de Echeverría, aquí  lo que ocurrió es muy grave”, comenta.

Para conluir su relato, Mónica Echeverría recuerda el testimonio de su amiga, la actriz Coca Rudolphy, quien también fue detenida y torturada en el regimiento. “Ella vivió cosas terribles durante las torturas y no tenía ninguna duda que el señor Echeverría estuvo presente durante estos hechos, ella lo recuerda muy bien”, comenta.

Según profesionales cercanos a la investigación del juez Mario Carroza, pese a que en una de las causas aparece el nombre de Víctor Echeverría, nunca ha sido procesado por violaciones a los Derechos Humanos, sí ha sido citado a declarar en calidad de “exhortado” en un par de ocasiones. “Pese a las declaraciones de los testigos, aún se la ha podido responsabilizar por estos hechos”, afirma la fuente.

Los querellantes en esta caso es la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos AFEP y las víctimas son Jorge Pacheco Durán, Denrio Álvarez Olivares y Ernesto Mardones Román. Todos asesinados finalmente con disparos, luego de pasar por el regimiento.

Jorge Pacheco Durán

Jorge Pacheco Durán

Por ejemplo, Ernesto Mardones tenía 19 años y era estudiante universitario. Fue asesinado el 19 de diciembre de 1973 en Santiago. Ernesto murió ese día, en la vía pública, la causa de muerte, según consta en el Certificado Médico de Defunción del Instituto Médico Legal,  fueron múltiples heridas de balas.

Según datos de sus familiares, días antes de su muerte, fue detenido cerca de la Plaza Chacabuco por militares del Regimiento Buin que realizaron un operativo en el sector. De la misma forma, fueron detenidas al menos de veinte personas, entre ellos, los jóvenes Denrio Álvarez Olivares (17) y Jorge Pacheco Durán (20), que luego fueron declarados víctimas de violación a los Derechos Humanos por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.

Otra de las víctimas de torturas, fue el ex teniente del Regimiento de Buin y disidente del golpe Carlos Pérez Tobar, afirmó que Víctor Echeverría había sido enviado desde la Academia de Guerra en calidad de funcionario de Inteligencia al regimiento de Buin. El ex uniformado en contacto con El Dínamo habló sobre las responsabilidades directas de Echeverría y que un recuerdo imborrable de ese lugar eran los gritos desgarradores que provenían de las otras salas. “Cuando nos torturaban nos vendaban los ojos: primero nos ponían algodón, luego cinta adhesiva y luego una venda, no sé si estaba dentro o fuera cuando eso sucedía, pero Echeverría ordenaba todo”, recuerda. Tobar además, presentó una denuncia por tortura y el homicidio de un conscripto, el soldado Mario Gho Alarcón, a quien, asegura, le dispararon públicamente en un edificio del lugar. “Si no se ha querido investigar más es porque no se ha querido, yo mismo quise entregar mi testimonio al juez Carroza y hubo caso omiso”, explica.

Consultado por el tema, el abogado Eduardo Contreras, querellante en varias causas de la AFEP comentó el calibre del Regimiento de Buin como centro de tortura en los primeros años de Dictadura. “Allí, como en todos los regimientos del país, nuestros ‘valientes soldados’ hicieron gala de su cobardía abusando contra personas indefensas, atadas. Torturaron y asesinaron a muchos chilenos, los casos suman decenas de miles. Buin fue uno de esos íconos de la barbarie a que los golpistas acarrearon a las Fuerzas Armadas a su servicio, pero no es el único (…) Se ha logrado procesar y condenar a muchos culpables en materia de casos de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, pero el tema de la tortura está pendiente. Son pocas las querellas en curso. Tanto así que ese mismo individuo, Echeverría, está impune, sí esos son nuestros ‘valientes soldados’”, concluye.

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