La farándula de febrero, vista desde la toma
El crecimiento urbano informal, dificulta la planificación del Gran Valparaíso, y además pone en riesgo a los pobladores. Los terrenos ocupados son aquellos de mayor dificultad geográfica, cuya solución urbana es costosa y presentan altos riesgos ambientales asociados a los derrumbes masivos y la propagación de incendios.
En febrero, mientras los programas de farándula enfocan las playas de Reñaca y Concón, los cerros del Gran Valparaíso incuban una realidad urbana caracterizada por la segregación y la pobreza extrema, cuya solución es cada vez, más compleja.
Según el precenso del 2011, el Gran Valparaíso alberga un total de 342.554 viviendas, siendo después del Santiago metropolitano, la conurbación con mayor cantidad de residencias del país. Sin embargo el auge inmobiliario de esta urbe costera esconde un triste record. La Quinta Región, contiene la mayor cantidad de campamentos en Chile, con un 23% del total nacional. A nivel regional, entre Valparaíso y Viña del Mar concentran el 68% de los campamentos.
Las causas de este fenómeno se encuentran en la historia. El Gran Valparaíso fue uno de los focos de la industrialización temprana del país. Por esta razón, constituyó desde fines del siglo XIX un fuerte polo de atracción de obreros, quienes al principio se localizaron en conjuntos habitacionales planificados. Este fenómeno demográfico se incrementa en el tiempo, producto del rumbo modernizador que adopta el país. A partir de 1950, las nuevas familias provenientes del campo, se localizaron en los cerros, expandiendo la ciudad a sectores sin urbanización. Esta situación sobrepasó a las políticas habitacionales del Estado, quedando esas áreas rezagadas hasta hoy.
Actualmente, en el Gran Valparaíso los barrios con déficit de urbanización superan las 1500 hectáreas. Dichos sectores, caracterizados por la falta de pavimentación, sin plazas consolidadas y sin equipamientos, son el soporte para la localización continua de nuevos asentamientos informales. La falta de consolidación de la urbanización y las redes sociales ya instaladas, facilitan las tomas de terrenos.
Adicionalmente, la crisis de escasez suelo que experimenta el Gran Valparaíso aumenta el costo predial, inmovilizando la gestión de los proyectos de vivienda social, que no encuentran sitios urbanizados para localizarse. Lo anterior, profundiza el problema, porque muchas familias prefieren tomarse un predio a esperar una solución formal.
El crecimiento urbano informal, dificulta la planificación del Gran Valparaíso, y además pone en riesgo a los pobladores. Los terrenos ocupados son aquellos de mayor dificultad geográfica, cuya solución urbana es costosa y presentan altos riesgos ambientales asociados a los derrumbes masivos y la propagación de incendios.
La solución es compleja. Se requiere de conjuntos sociales bien localizados, y adecuadamente equipados. El Estado cuenta con terrenos en la Región de Valparaíso, para lograr tal cometido. Sin embargo, nada de esto será posible sin liderazgo político, que permita encontrar consensos con los pobladores y colocar el buen diseño urbano por sobre los intereses particulares. Lo anterior implica vencer la visión romántica sobre la vida de los campamentos y aplicar la planificación urbana en toda su dimensión. Es urgente y prioritario hacerlo.
Fotografía: Campamento Pampa Ilusión, cerro Ramaditas, Valparaíso/ Agencia Uno