¿Cuánta culpa tienes en la falta de deseo sexual de tu pareja?
A contramano de lo que sucedía antes, cuando las que consultaban eran menopaúsicas, hoy la falta de interés en el sexo lo padecen mujeres jóvenes, de entre 25 y 35 años, sexualmente activas y en edad fértil.
Las pupilas de una mujer deseante se dilatan. Sus músculos se tensan, la respiración se agita. Tiene la boca en cuarto menguante. El corazón pulsa y la sangre corre como los rápidos de un río. Quince segundos surfeando en esa cresta erótica. Apenas eso. Puro placer. Pero dice que no, que hoy no. Como ayer, cuando también se negó. Dice que el cansancio, que el final de la última materia que le queda por recibirse, que le duele la cabeza. Dice que no, que hoy no. Como dijo ayer: “No tengo ganas”. Lo no dicho es lo que piensa, que el sexo con su pareja se ha vuelto mecánico, poco espontáneo, de rutina. Y que así no hay ganas de nada porque de novedoso hay poco, porque el sexo se volvió un manual de instrucciones que sabe de memoria.
Ella no piensa surfear esa ola. Dice que no como dijo ayer, anteayer, como hace tanto que ya no sabe.
La falta de deseo sexual –el hecho de que no surjan espontáneamente las ganas de tener relaciones– ya es el primera causa de disfunción femenina. De acuerdo a los especialistas superó a la anorgasmia, patología típica que justificaba la visita al médico.
A contramano de lo que sucedía antes, cuando las que consultaban eran menopaúsicas, hoy la falta de interés en el sexo lo padecen mujeres jóvenes, de entre 25 y 35 años, sexualmente activas y en edad fértil. Se trata de personas sanas, que no sufren diabetes ni afección en la glándula tiroidea, dos enfermedades que atentan contra la líbido. Tampoco toman medicación en forma crónica ni son depresivas. Las razones, explican los expertos, son varias, como el estrés, el cansancio, la inexperiencia por la baja en la edad de inicio sexual y la inhabilidad del compañero para brindar una buena “previa”.
Pero el interés sexual de aquella mujer que dice que no, no está anulado. En realidad, ella preferiría que su pareja cree un contexto, que la corteje. Necesita –es su derecho– atención y esmero. La dificultad es que no sabe o no se anima a decir dónde prefiere que la acaricien o por qué quiere que le susurren “eso”.
Las mujeres jóvenes esperan una “previa” del sexo que se ajuste a su mapa de excitación. Lo que no esperan es que ellos las entiendan.
“Los varones tienden a genitalizar la sexualidad y sostienen en su imaginario que son quienes ‘nos hacen gozar’ a nosotras. Por nuestro lado mantenemos el mito de que la sexualidad es exitosa si logramos satisfacer a nuestro varón.