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9 de Abril de 2014

Estudio confirma que la agricultura que cuida del ecosistema es económicamente factible

La expansión de la agroindustria parece inexorable porque sus métodos de producción a gran escala lucen como la única respuesta al crecimiento de la población humana y la demanda de alimentos, pero el estudio da cuenta de los rendimientos de cultivos y beneficios ambientales de métodos alternativos.

Por EFE
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Las prácticas agropecuarias que cuidan del ecosistema y la diversidad biológica son rentables y beneficiosas para el agua, la calidad de los suelos y la estabilización del clima, según un artículo que publica este miércoles la revista BioScience.

Las conclusiones del estudio, que se sustenta en una investigación de un cuarto de siglo en la Estación Biológica Kellog del suroeste de Michigan, ofrecen una alternativa a la agroindustria que prevalece en EE.UU. y buena parte del mundo con abundancia de pesticidas, fertilizantes químicos y maquinarias.

“Cuando cambian sus prácticas de manejo de cultivos en formas económica y ambientalmente estables, las granjas de EE.UU. pueden contribuir a mejorar la calidad del agua, la diversidad biológica, la supresión de plagas y la fertilidad del suelo”, señala el artículo.

El estudio, dirigido por G. Philip Robertson, señala que los agricultores del Medio Oeste, especialmente los que poseen grandes granjas, parecen dispuestos a modificar sus prácticas agropecuarias si se les paga.

Según el artículo, una encuesta publicada anteriormente mostró que los ciudadanos están dispuestos a pagar por los beneficios ambientales como lagos más limpios.

La expansión de la agroindustria parece inexorable porque sus métodos de producción a gran escala lucen como la única respuesta al crecimiento de la población humana y la demanda de alimentos, pero el estudio da cuenta de los rendimientos de cultivos y beneficios ambientales de métodos alternativos.

Los beneficios, señalan los autores, se obtuvieron por el cultivo de maíz, soya y trigo de invierno con métodos que usan un tercio del volumen habitual de fertilizantes, o no usan fertilizantes, con “cultivos de cubierta” que fertilizan los campos durante el invierno.

La investigación también examinó las técnicas de siembra directa, sin labranza (o sobre rastrojo) que usa menos compuestos químicos y resultó en reducciones de más del 50 por ciento en el volumen de nitrógeno drenado a los acuíferos subterráneos y los ríos.

La contaminación con nitrógeno es un problema grave en las vías acuáticas tierra adentro y las regiones costeras, donde contribuye a la formación de “zonas muertas” como la que cada año ocurre en el Golfo de México por la afluencia del río Misisipi.

Los métodos de cultivo sin labranza y uso reducido de compuestos químicos, añadió el estudio, también mitigaron la emanación de los gases que causan en la atmósfera el “efecto invernadero”, al cual contribuyen las técnicas estándar de la agricultura industrial.

Robertson y sus colegas sostienen que en las próximas décadas el crecimiento de la población y el aumento de los ingresos -que se reflejará en un incremento de la demanda de alimentos- llevarán a una explotación agrícola más intensa.

Pero los métodos de la agricultura industrial, que contribuyen al cambio climático también la hacen más vulnerable por el monocultivo y la pérdida de diversidad biológica, condiciones que favorecen el efecto devastador de las plagas.

“Ahora es el momento de orientar esa intensificación hacia una senda que realce los beneficios para el ecosistema“, señalaron los investigadores

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