Cine inclusivo, cine post basural
La estrategia de ver cine con los vecinos no sólo invita a las personas a colonizar el espacio de la calle de manera transversal y entretenida, sino que al mismo tiempo permite fortalecer las redes y la confianza de las personas colaborando en torno a un mismo objetivo, recuperar espacios públicos de forma participativa e inclusiva.
Por Antonia Lobos, Coordinadora de Comunicaciones y Medios Ciudad Emergente, twitter @CiudadEmergente
La descripción de lo que registró Agüero en este documental que se llama Cien niños esperando un tren y que ocurre en la población Lo Hermida, podría parecer de primeras corriente (y hasta lúdica) si no apuntamos a lo que hay de fondo: a pesar de no ser tan chicos, estos niños jamás en sus vidas han visto una película. Son niños que trabajan, que juegan entre medio de basura, y que además viven en dictadura, por lo mismo, esta experiencia está muy lejos de sus posibilidades. Es un lujo que ni ellos ni sus padres pueden darse.
Me acordé de este documental porque cuando nos acercamos a las poblaciones La Corvallis y Miramar Norte de Antofagasta a erradicar microbasurales que tenían grandes extensiones del barrio convertidas en espacios inhabitables, nos encontramos con un grupo de vecinos ansiosos por ocupar sus alrededores, empoderados de su barrio, y muy orgullosos de vivir ahí aún cuando las condiciones no siempre sean las mejores. Una de las alternativas de uso que surgieron una vez que el lugar estaba limpio, fue la de instalar VeCines al aire libre. En Ciudad Emergente llamamos VeCines a una intervención urbana que invita a las personas a ver cine con sus vecinos. Contamos con la buena disposición de Aplaplac y de Ojocorto, quienes rápidamente se sumaron a este proyecto contribuyendo con cortos y largometrajes para proyectar.
De esta manera, el viernes 21 y viernes 28 de marzo del presente año, y luego de haber erradicado más de 180 toneladas de basura junto a voluntarios, estudiantes y vecinos de la ciudad de Antofagasta, desplegamos una táctica urbana de corto plazo, que busca generar cambios de largo plazo en la forma de habitar el barrio. Estas tácticas llamadas VeCines congregaron en su conjunto a un centenar de vecinos a compartir, conocer y disfrutar de proyecciones al aire libre en lugares que difícilmente habían sido utilizado para algo así. La estrategia de ver cine con los vecinos no sólo invita a las personas a colonizar el espacio de la calle de manera transversal y entretenida, sino que al mismo tiempo permite fortalecer las redes y la confianza de las personas colaborando en torno a un mismo objetivo, recuperar espacios públicos de forma participativa e inclusiva.
En Europa, Estados Unidos, y también en Chile, han surgido iniciativas (Cinerolium, Cinevino, Flim on Fridges, entre otras) que apuntan a lo mismo: a democratizar el cine, a llevarlo a lugares donde usualmente no llega, a crear nuevas audiencias y a convertirlo en un bien accesible. Porque democratizar el cine no solamente tiene relación con una cuestión monetaria (aunque es difícil abstraerse de ésta si pensamos que la entrada a una sala bordea los $5.000 pesos por persona), sino también con sacarlo del circuito comercial, del mall, de lugar lindo e idóneo. Encontrarse con productores y realizadores que ceden los derechos de sus obras para instancias de este tipo, permite sacarlas del reducido circuito (y repetido público) de muestras y festivales cinematográficos, quitarles ese peso de los hombros que implica verlas como cine para entendidos o asiduos a éste, y además romper la barrera que pone el precio de la entrada.