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2 de Junio de 2014

Santiago: desarrollando la ciudad con equidad y respeto identitario

"Si bien el Programa de Repoblamiento de Santiago iniciado en los años 1990 logró aumentar sustantivamente la población comunal, esto conllevó efectos indeseados".

Por Redacción
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Las ciudades chilenas comparten ciertas características negativas: casi sin excepción, la segregación social es fuerte y aumenta; las periferias son más habitadas que los centros; y los crecimientos actuales respetan poco – o nada – la identidad de los habitantes y sus barrios. La OCDE, organización a la que Chile adhirió en 2010, solicita revertir estas disfuncionalidades urbanas indicando que, de las treinta ciudades más segregadas socialmente de la entidad, ocho son chilenas, y Santiago es la campeona. Esto motivó la elaboración de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano que promulgó el gobierno saliente y suscribió el entrante, donde se identifican cinco temáticas clave priorizando la integración social. Y, si bien trasciende como guía de principios, no ha tenido aún consecuencias concretas para obtener un mejor desarrollo urbano.

En particular, en las áreas centrales se juega gran parte de los desafíos urbanos chilenos. La comuna de Santiago, corazón de la “ciudad más segregada de la OCDE”, si bien sigue perdiendo a sus habitantes más vulnerables, es residencialmente integrada porque se encuentran representados en ella todos los grupos socioeconómicos, característica que urge reforzar. Por otra parte, la comuna tiene menos del 5% de los residentes de la capital lo que contrasta con que contiene la mayor cantidad de fuentes de empleo, instituciones educacionales y equipamientos de la ciudad. Esto produce que su población se multiplica por seis durante los días hábiles pasando de unos 310 mil a 1,8 millones de habitantes, es decir el 30% de la metrópolis. Y si bien el Programa de Repoblamiento de Santiago iniciado en los años 1990 logró aumentar sustantivamente la población comunal, esto conllevó efectos indeseados como la expulsión de residentes vulnerables, la aparición de torres de viviendas disruptivas con la identidad de los barrios sin un adecuado aumento de los equipamientos acorde con el incremento y tipo de población, y una reducción crítica del tamaño de las nuevas viviendas que dificulta la vida familiar en ellas. Así se necesita impulsar otro modo de repoblar el centro de la capital.

Lo anterior indica la envergadura y complejidad de los desafíos de desarrollo urbano de la comuna de Santiago. Para enfrentarlos, la administración de la alcaldesa Carolina Tohá emprendió una reflexión transversal involucrando a varias de sus unidades en una comisión municipal llamada “hábitat patrimonial y mixidad social” que identificó siete preguntas fundamentales necesarias de contestar:

¿Cómo armonizar la recuperación del patrimonio con la densificación? ¿Cómo incrementar el número de viviendas sociales en Santiago? ¿Cómo recuperar los cités, patrimonio de viviendas sociales? ¿Cómo la rehabilitación de los espacios públicos permite re dinamizar los barrios? ¿Cómo adaptar las viviendas para adultos mayores? ¿Qué modelo de gestión barrial participativo se deben adoptar? ¿Cómo reactivar un desarrollo económico local con síntomas de estancamiento?

Las respuestas a estas preguntas están siendo compartidas y trabajadas con la ciudadanía, expertos, actores económicos e instituciones públicas. En ellas se procura identificar los “eslabones faltantes” que no son sólo financieros, sino que también jurídicos, reglamentarios, técnicos o de gestión. Al hacerlo, se constata que muchas herramientas no son de tan difícil concreción como podría inicialmente creerse. Sabiendo además que las respuestas exceden las capacidades municipales, Santiago las busca asociándose estratégicamente tanto con instituciones públicas como el MINVU, la SUBDERE y el Gobierno Regional, entre otras, como también con el aporte y apoyo de los privados. La síntesis en curso, las gestiones derivadas de este trabajo y el nuevo instrumental obtenido permitirán profundizar las gestiones municipales y abordar algunas operaciones piloto de próximo lanzamiento para obtener un nuevo círculo virtuoso de desarrollo urbano integral, inclusivo y dialogante con el patrimonio. La municipalidad de Santiago está así abordando los desafíos de los centros urbanos y haciendo carne, no sólo buenas intenciones, la innovación necesaria del desarrollo urbano chileno.

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