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20 de Junio de 2014

La otra emergencia

La pobreza trae consigo urgencia, y es deber del Estado entregar una solución integral a esa emergencia. Es fundamental que una Política Nacional de Viviendas de Emergencia aborde este tema y que no sólo se concentre en mejorar el estándar de la casa, pues con esto se corre el riesgo de empobrecer lo definitivo.

Por Redacción
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Una de las expresiones más fuertes de la desigualdad es el territorio. La desigualdad se ve y se vive en los barrios, en el acceso a servicios, en la falta de áreas verdes y en las opciones de desarrollo que estas mismas (no) proporcionan. En Chile, miles de personas no sólo son vulneradas en su derecho a la ciudad, sino que también a la vivienda. El déficit habitacional en nuestro país afecta a 495 mil personas, y el 84% vive en situación de allegamiento. Estas miles de personas viven en emergencia permanente.

Vivir la carencia desde la emergencia es estar doblemente vulnerable. Quien sufre de carencia habitacional permanece en la incertidumbre, está en una posición social extrema. Muchas de estas personas optan -otras, se ven obligadas por distintas circunstancias- por una vivienda de emergencia como primer paso para su vivienda definitiva. Hace unas semanas, algunos parlamentarios anunciaron la creación de una Política Nacional de Viviendas de Emergencia, enfocada principalmente en las soluciones que se entregan a quienes sufren una catástrofe, como incendios o terremotos. Fundación Vivienda trabaja a diario con personas que viven en permanente emergencia, no tienen un hogar, viven en campamentos o como allegados. El 44% de las personas que acuden a nuestra Fundación por una vivienda de emergencia dice que la necesita por falta de espacio o para tener un lugar propio.

La real magnitud de la carencia de una política de viviendas de emergencia en Chile va más allá del estándar de la vivienda. La emergencia en la que viven miles de personas en nuestro país, que viven hacinadas, en campamentos, muchas veces poniendo en riesgo su vida e integridad física, no forma parte de la política estatal. Estas personas están a la espera de una vivienda definitiva, lo que puede tardar años. Y en este período de tiempo siguen en riesgo y sobreviviendo en condiciones precarias. Estas consecuencias no se resuelven cuando llega la solución definitiva, por eso la búsqueda de una política que aborde el problema de la emergencia, en forma integral, reconociendo que antes de la vivienda definitiva existe una necesidad urgente, que va más allá de la emergencia y de la vivienda.

“Los pobres no pueden esperar”, dijo el Papa Juan Pablo II, y éste es el tema de fondo. La emergencia en la que viven las personas en situación de pobreza obliga a las políticas públicas responder a sus necesidades con la misma urgencia, porque quien sufre una carencia, no cuenta con los medios para poder salir de esa situación. La pobreza trae consigo urgencia, y es deber del Estado entregar una solución integral a esa emergencia. Es fundamental que una Política Nacional de Viviendas de Emergencia aborde este tema y que no sólo se concentre en mejorar el estándar de la casa, pues con esto se corre el riesgo de empobrecer lo definitivo.

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