Punta Arenas: Pescador deberá pagar multa de $84 mil por muerte de 20 crías de lobos marinos
Los animales que fueron enterrados en el borde costero, habían sido capturados en los canales de Ultima Esperanza, para trasladarlos a delfinarios en Moscú. Jaime Valderas patrón de la lancha pesquera que los capturó, fue condenado como autor de maltrato animal.
Fue en marzo de 2011 cuando los habitante de Punta Arenas se conmocionaron tras el hallazgo de una veintena de ejemplares jóvenes de lobos marinos muertos en el sector de bahía Laredo, a unos 25 kilómetros de la capital de capital de la Región de Magallanes y Antártica Chilena.
Los animales que fueron enterrados en el borde costero, habían sido capturados en áreas protegidas de los canales de Ultima Esperanza, con el objetivo de trasladarlos a delfinarios en Moscú, pero no resistieron, falleciendo en terrenos del Centro de Cultivos Marinos Bahía Laredo, de la Universidad de Magallanes (Umag), consigna La Prensa Austral.
Este particular negocio había partido un año antes, cuando Verónica Saldivia, quien trabajaba para la pesquera Melinka, hizo un trato con una empresa rusa para enviar envío de 20 ejemplares de lobo marino común. Sin embargo, la mayoría murió de bronconeumonia o hubo que sacrificarlos ya que eran lactantes y resultaban difíciles de adaptar a otros medios naturales.
La captura de los mamíferos fue encargada a unos pescadores, a cambio de la suma de 5 millones de pesos. Y tras el hallazgo de los cadáveres se inició una investigación por parte de la PDI y de la Fiscalía, por un presunto delito de “maltrato animal”.
Luego de este proceso, el Juzgado de Garantía dictó fallo el pasado viernes 11 de julio, condenando a Jaime Valderas Velásquez, patrón de la lancha pesquera que capturó los lobos marinos, como autor de maltrato animal. Se estableció que éstos murieron por la falta de alimentación y cuidados en su estado de lactancia.
Pese a que se en un comienzo la Fiscalía estaba solicitando una pena de 540 días de prisión para Valderas, finalmente fue sentenciado al pago de 2 UTM, es decir, alrededor de 84 mil pesos.
La Fiscalía acreditó que los animales fueron capturados con maltrato y crueldad, y que no se trataba de lobos marinos juveniles sino de crías recién nacidas, conocidas como “puppy”, que se encontraban en período de amamantamiento, con alrededor de dos meses de nacimiento, por lo que no pudieron valerse por sí mismos ni ser destetados, por lo que murieron.
También se probó que las especies fueron trasladadas en una embarcación que ni siquiera tenía las especificaciones para el transporte de las crías. Estas no pesaban más de 15 kilos, a diferencia de un juvenil cuyo peso oscila entre los 40 y 60 kilos.
El papel de la pesquera Melinka
Por su parte, la dueña de la pesquera Melinka ya había sido condenada a pagar $3,8 millones. La denuncia ante el Segundo Juzgado de Letras fue interpuesta por el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), acusando una infracción a la Ley de Pesca en contra de la Sociedad Comercial Melinka y Cía. Ltda., representada legalmente por Teresa Saldivia Moraga.
La empresaria obtuvo en diciembre de 2010 una autorización por parte de Sernapesca para que capturara 30 ejemplares juveniles de la especie lobo común, los que estaban destinados a un acuario en el extranjero (Rusia), para lo cual era necesario capturarlos y luego someterlos a un proceso de acondicionamiento o adaptación, previo a su envío al exterior. Por tal motivo, la Sociedad Comercial Melinka, habilitó algunas instalaciones en dependencias del Centro Experimental de la Universidad de Magallanes, en bahía Laredo.
De acuerdo a la narración de los hechos que hace Sernapesca, el 14 de febrero de 2011, la empresa Melinka informó vía fax a dicho servicio, que a partir de las 15 horas de ese día comenzarían a llegar a las dependencias de bahía Laredo, con 20 ejemplares de la mencionada especie, los cuales habían sido capturados por la embarcación Magallanes III, en el sector de isla Agnes. Durante esa tarde, inspectores de Sernapesca pudieron apreciar que la mayoría de los ejemplares eran muy pequeños y no correspondían a “juveniles”, como señalaba la resolución administrativa, sino que se trataba de lactantes de lobo de mar. Esto fue cuestionado por la empresa. La controversia planteada fue resuelta por el médico veterinario, especialista en mamíferos marinos, Anelio Aguayo, quien concluyó que las especies correspondían a lactantes.
Las crías evidenciaban múltiples lesiones, debido a lo cual, con el pasar de los días, fueron muriendo paulatinamente.