La reforma postergada
Los problemas que ha evidenciado el Gobierno para llevar a buen puerto las reformas tributaria y educacional han dejado en la vereda al debate por cambios constitucionales, el tercer pilar de la reforma. Muchos temen que el Gobierno opte nuevamente por pactar con la derecha, cerrando la puerta a una Asamblea Constituyente y radicando esos cambios en el Congreso.
La Reforma Constitucional, uno de los tres pilares de los grandes cambios ofrecidos por la Presidenta Bachelet en su programa de Gobierno, se ha visto eclipsada en este primer semestre por las polémicas Reforma Tributaria y Reforma Educacional. Hoy la tributaria está prácticamente zanjada tras el acuerdo entre el Gobierno, el empresariado, la Alianza y el Senado, mientras que la educacional vive sus peores momentos en medio de fuertes diferencias en la propias filas de la Nueva Mayoría. A cambio, el Gobierno ha llevado como su estandarte de los cambios constitucionales la reforma al sistema electoral binominal.
Este martes sesionará la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados y votará en particular el proyecto que reforma el sistema binominal. Hasta la semana pasada, RN y la Nueva Mayoría tenían prácticamente cerrado un acuerdo que si bien no era igual al proyecto del Gobierno de aumentar de 120 a 155 los diputados y de 38 a 56 los senadores, andaba muy cerca. Pero lo que la tienda encabezada por Cristián Monckeberg considera la entrega de una circunscripción senatorial al Partido Comunista en la Tercera Región tiene caído ese acuerdo.
Díficilmente los sectores que han pedido un cambio constitucional -y que comparten la idea de una Asamblea Constituyente para definir esta nueva institucionalidad- podrán quedar conformes con que se presente como “la” Reforma el cambio al sistema de elección de parlamentarios. Quieren que la ciudadanía se pronuncie sobre el tipo de democracia que desean, lo que implica revisar las facultades del Tribunal Constitucional -al que la derecha amenaza acudir cada vez que un proyecto no cuenta con su beneplácito- o los altos quórums que impiden reformas más profundas. También exigen una revisión de la carta de derechos, el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, el cambio del régimen político extremadamente presidencial vigente, una redefinición del rol del Congreso, del rol del Estado en el mercado. Temas muy sustantivos que cruzan el debate político nacional.
Bachelet en mayo pasado dijo que la modificación a la Carta Magna las dejaría para 2015. Argumentó que busca que ésta tenga una “legitimidad de origen” y que sea representativa del grueso de la población. Por ello, señaló, iniciaría “un proceso democrático, participativo, y con un cause institucional” durante el segundo semestre que se inicia. Finalmente, aseveró estar mirando cuál era el mecanismo más adecuado para la participación en el proceso.
Como el mecanismo es importante -no es lo mismo una Asamblea Constituyente que una comisión en en el Congreso- se formó el mes pasado una bancada transversal por la Asamblea Constituyente que formaron parlamentarios de la Nueva Mayoría como Karol Cariola, Maya Fernández, Guillermo Teillier, Camila Vallejo, Giorgio Jackson, Iván Fuentes, Cristina Girardi, Yasna Provoste y Daniel Nuñez, entre otros, más los independientes Vlado Mirosevic y Gabriel Boric, y el RN Gaspar Rivas, para empujar, a la par con la iniciativa “Marca Tu Voto”, que sea finalmente ese el modelo que se utilice para dar con los cambios constitucionales.
“Una nueva constitución va a ser legítima solo por medio de una Asamblea Constituyente, que puede contener distintos mecanismos y no una sola forma”, dice el diputado Gabriel Boric a El Dínamo, calificando de “errático y dubitativo” el compromiso del Gobierno. “De lo que sí estamos seguros es que bajo ningún punto de vista una Nueva Constitución puede nacer desde una comisión bicameral en el Parlamento. Estamos frente a un Parlamento ya deslegitimizado y plantearlo desde ese espacio sería lo mismo que ya se hizo en 2005 cuando se nos presentó la firma de Ricardo Lagos como una Nueva Constitución”, añade.
“No hay piso para la Reforma”
Los sinsabores de dos de sus reformas “estrella” han ralentizado el ímpetu del Gobierno, y hoy el objetivo inmediato es sacar adelante las reformas tributaria, educacional y electoral, dice una fuente de La Moneda. Eso implica sacar de la agenda corta temas como la ley de aborto -levantada por Bachelet el 21 de mayo- o el traslado de la marihuana de lista 1 a lista 2. También la reforma constitucional.
El seno de la bancada por la AC tampoco es una tasa de leche. Lo había advertido Carlos Ominami: los errores del Gobierno pueden obligar a poner el freno en el cambio a la Constitución. Para el ex senador socialista, ante tanto flanco abierto “habrá sectores conservadores que empujarán a que la Presidenta saque de la agenda el tema”.
De hecho en estos días varios parlamentarios de la Nueva Mayoría que participan de la bancada AC han bajado el tenor de sus alegatos y el alcance de sus demandas. Un observador del proceso dice que incluso ha visto fuertes recriminaciones entre unos y otros. “No hay piso para la reforma ahora”, agrega.
Lo mismo piensan varios presidentes de partido consultados por El Dínamo. Para Ignacio Walker (DC), “cada día tiene su afán. En estos momentos estamos con la Reforma Tributaria muy avanzada, con la Reforma Educacional, que es más compleja, y el fin del sistema electoral binominal después de 24 años. Por cierto que se mantiene el compromiso con la ciudadanía de una Nueva Constitución y es un tema que como ha dicho la Presidenta va a tener una etapa de participación, de consulta ciudadana, de audiencias… Queremos que esa reforma que debiera concluir en una Nueva Constitución sea un proceso democrático, participativo e institucional, que es lo que dice el programa de Gobierno”.
Osvaldo Andrade (PS), por su parte, dice que “no es un tema de piso, es un tema de compromiso”. “Habrá que esperar. No tiene sentido adelantar ese debate sobretodo cuando tenemos reformas estructurales en discusión, como la tributaria, la educacional, y ahora la laboral. Estamos también con el fin del binominalismo que siempre planteamos que había que resolver este año porque después se nos enreda”.
El radical Ernesto Velasco, a su vez, señala que “estamos esperando que el Gobierno haga la propuesta del momento en que esto lo vamos a abordar. Creemos que a lo menos se debe dejar despejado el método y ciertos criterios de cómo esto se va a enfrentar. Entendemos que es un proceso largo y que el tema de fondo es que en este país haya una Nueva Constitución, así es que no nos preocupa tanto el método como el contenido”.
El académico de la Universidad Diego Portales, Claudio Fuentes, cree que dadas las difíciles condiciones actuales del Gobierno estará obligado a pactar con los independientes y la derecha liberal un acuerdo marco para una Nueva Constitución, pero que estos últimos pondrán condiciones. Entre ellas, que el proceso se realice en el Congreso, que se haga un plebiscito vinculante después de que la propuesta sea vista por el Congreso y que no se establezca una Asamblea Constituyente.
“Yo veo que la derecha en general es muy reacia a un mecanismo de esta índole y hay incluso segmentos de la propia Nueva Mayoría que no estarían dispuestas a establecer una Asamblea Constituyente propiamente tal, como un cuerpo que va a deliberar, que va a definir, que va a disolver este Congreso y que va a crear un nuevo sistema político”, agrega.
Los que se sientan a la mesa
Hoy la pregunta clave para Fuentes es quiénes se van a sentar en la mesa a analizar la Reforma Constitucional, lo que también se aplica para la Educacional: “Si se van a sentar un grupo selecto de hombres o un grupo ampliado de diverso origen social, político y económico. Esa es la tensión que existe: cuanta apertura tienes para discutir temas país. En el caso de la tributaria era bastante acotado porque era un tema complejo, pero en educación y constitución veo difícil que se haga de forma tan restrictiva”
José Francisco García, de Libertad y Desarrollo, dice que el debate constitucional, aunque requiera de altos quórums, “no es uno donde el consenso esté forzado mecánicamente por los quórums, sino que por su naturaleza están las reglas de todas las comunidades en juego. Es decir, que en el debate constitucional las nuevas reglas constitucionales unan a la comunidad política y no la dividan, lo que requiere altos niveles de consenso”.
“Si la pregunta es, ¿hay acuerdo para avanzar hacia un cambio constitucional mediante una asamblea constituyente? Creo que no. Ahí no solo hay diferencias con la oposición sino que también hay desacuerdos en la Nueva Mayoría. Un segundo tema es si hay piso para acuerdos de reforma profundos a la Constitución, lo que tiene que ver con leyes supramayoritarias, como el control preventivo obligatorio de parte del Tribunal Constitucional, profundizar ciertos derechos civiles, sacar el Consejo de Seguridad Nacional de la Constitución, con regular de manera más racional el rol de las FF.AA, descentralizar los poderes del Presidente y conjugarlos mejor con los poderes del Congreso. Ahí te diría que en lo sustantivo hay bastante espacio para un acuerdo nacional”, agrega García.
El procedimiento nuevamente importa. “Yo creo que sería errado rebuscar cualquier mecanismo que sea distinto a que el Congreso sea el epicentro del debate constitucional. Podrá discutirse después si hay un plebiscito ratificatorio o condiciones anteriores de participación ciudadana más intensas para que eso sea posible. Pero sentar a todos los actores políticos a acordar una Nueva Constitución me parece que es una invitación inicial compleja”, dice el experto del think tank de derecha.
El cientista político Eugenio Guzmán, de la Universidad Adolfo Ibañez, cree que el proceso aún no está maduro. “Piso para reformas estructurales a la Constitución, la verdad no veo. Lo que aparece en la discusión es el mecanismo y resulta curioso que estemos conversando cómo se va a cambiar la Constitución (mecanismo) y no qué se va a cambiar (contenido)”, dice.
No ve que los distintos actores tengan claro el cómo, y menos que varios sectores de la Nueva Mayoría apoyen una Asamblea Constituyente. “Hay más espacio para una reforma electoral”, dice, y agrega que tampoco esa definición va a ser fácil. “El tema electoral también va a generar corcoveos, ya que no es para nada claro que el cambio al sistema electoral tenga ventajas en una dirección u otra. Y si esa va a ser una discusión larga, imagínate como va a ser la del cambio de Constitución”, finaliza.