La "polémica del condón" que terminó con la renuncia de un profesor de la PUC
"Comprendo que una revisión superficial del encargo puede llevar a malos entendidos, pero es necesario tener la prudencia y entender que los objetivos del trabajo se basan en la capacidad para proponer con el fin de mejorar las condiciones de estos niños", explicó el docente.
El académico de la Escuela de Diseño de la Pontífice Universidad Católica (PUC), Alejandro Durán, renunció a su cátedra el pasado miércoles por el reclamo de un par de alumnas a partir de un taller en el que el maestro les hizo revisar marcas de productos para adultos, en específico condones, lo provoco un atentado contra la visión moral de las estudiantes.
Según informó The Clinic, los reparos se dan en el marco de una actividad conjunta con una institución en que la entidad expresó su preocupación porque menores de edad tienen acceso indiscriminado a productos para adultos lo que originó el desafió intelectual de analizar “marcas para adultos y arquetipos infantiles”. Lo que iba a ser un ejercicio de liberad de cátedra, y un apoyo a una organización para enfrentar un problema, se convirtió en una polémica que llegó hasta las máximas autoridades de la Universidad. En medio del debate, se acusó a uno de los académicos que colaboraba con la iniciativa de pretender “diseñar dispositivos para masturbación infantil” e incluso fueron “acusados de no tener criterio, obligar a nuestros estudiantes a ver pornografía y desarrollar pornografía para niños”.
En su carta de renuncia, explica que el taller de Producto ha desarrollado durante los últimos años su examen final con una organización “diseñando en comunión con los estudiantes de Psicología del Desarrollo I, curso fundante de la Escuela de Psicología UC, juegos de desarrollo cognitivo. El objetivo del proceso, se enmarca en la metodología A+S y finaliza con la producción y entrega a los jardines infantiles del Hogar de Cristo de juguetes de estimulación para el desarrollo de niños pre-escolares en situación vulnerable” y que en este escenario se “desafía a los estudiantes a analizar escenarios divergentes y conectarlos a partir de propuestas de diseño prospectivo. La actividad se denomina Glocal y fusiona marcas globales con arquetipos locales. Los resultados obtenidos permiten analizar las habilidades de nuestros estudiantes para entender entidades y proyectar nuevas alternativas que mejoren la calidad de vida de las personas”.
Continúa explicando que este año la entidad filantrópica identificó un problema porque “los niños tienen acceso indiscriminado a material impropio, la facilidad y liviandad con que pueden obtener productos y servicios para adultos atenta contra los esfuerzos que los educadores llevamos a cabo” y, como desafío se planteó “fusionar marcas para adultos y arquetipos infantiles”. Así fue como comenzó el conflicto.
“Entiendo lo complejo del enunciado, ‘marcas para adultos y niños entre 5to y 2do medio’, comprendo también que una revisión superficial del encargo puede llevar a malos entendidos, pero es necesario tener la prudencia y entender que los objetivos del trabajo se basan en la capacidad para proponer con el fin de mejorar las condiciones de estos niños. En este contexto un grupo de estudiantes vio amenazada su integridad al tener que analizar marcas que no se condicen con su cosmovisión. Esta discrepancia ha ocurrido en otras ocasiones, pero el diálogo y empatía entre estudiantes y académicos permite conversar las razones y buscar alternativas. Lamentablemente esta molestia fue canalizada por nuestra Secretaria Académica quien tergiversó los hechos y llevó el caso a los directivos de la facultad, extremando y radicalizando las razones por las cuales el equipo docente eligió estas duplas. Me extraña y duele mucho que en lugar de promover una conversación al interior de nuestra comunidad, y antes de revisar con el mínimo rigor la documentación del encargo, se haya tomado la decisión de trascender el evento a las máximas autoridades de nuestra Universidad”, explica el docente, quien el lunes se reunió con José Ignacio González, Ombdus de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
“La cita tuvo un carácter cordial y me planteó respetuosamente los hechos que le habían sido descritos anteriormente. Al igual como ocurrió durante mi reunión con los directivos de la Escuela, hice un recuento parcelado de los objetivos del encargo, su propósito como articulador del proyecto final con la Escuela de Psicología y los jardines del Hogar de Cristo, y de la visión del Taller como catalizador de mejoras en la calidad de vida de las personas para las cuales trabajamos – estudiantes y destinatarios. Tras una conversación muy tranquila, don José Ignacio me expresó su apoyo ante el encargo y apreció el trasfondo de la actividad, independiente de las condicionantes más delicadas expuestas por el trabajo (acceso a productos y servicios para adultos), que consideró atingentes al ámbito que debíamos analizar durante el semestre – niños pre-escolares en condición de vulnerabilidad”, continua.
Durán relata que “durante la última sesión del Taller de Producto, además de abordar los contenidos agendados en nuestro cronograma, nos tomamos un tiempo significativo para conversar del caso. Sin represalias, sin ataques, muy por el contrario, clarificando lo antes expuesto y corroborando nuestra misión como educadores”.
Eso sí, en la misiva argumenta que “las acusaciones hacia mi equipo de trabajo, académicos serios, con un alto compromiso por la Universidad y con un desempeño impecable en estos años de trabajo, fueron infundadas, unilaterales y desdibujaron los objetivos que habíamos establecido durante el proceso del semestre. Como equipo fuimos acusados de no tener criterio, obligar a nuestros estudiantes a ver pornografía y desarrollar pornografía para niños. Situación que entenderán está completamente fuera de discusión y desencadena estos lamentables acontecimientos”.
Además explica que “la acusación malintencionada hacia uno de los comisionados, miembro activo de nuestra facultad, me preocupó sobremanera. Insinuar que este profesional serio, que coopera voluntaria y desinteresadamente con el taller, había comentado la posibilidad de diseñar dispositivos para masturbación infantil a nuestros estudiantes se escapa de toda lógica. Su comentario fue una invitación a pensar en proyectos con mayor impacto y audacia, a considerar la educación sexual infantil como ámbito de acción. Esta situación, que iba claramente en la línea del encargo original, promovía la búsqueda de un carácter crítico ante las condiciones educacionales de estos niños en situación vulnerable”.
De este modo, finaliza agradeciendo “el apoyo que percibí tanto del director, José Manuel Allard, como de Douglas Leonard, Sub-director académico, considero que estos eventos establecen un precedente peligroso, que atenta contra la libertad de cátedra, cuestionando de forma explícita nuestra ética profesional”.