Insulza: "No es fácil manejar una OEA con discrepancias ideológicas"
"Aunque los embajadores estén dispuestos a sentarse a una mesa eso no significa que vayan a concordar en todo" dice el timonel de la Organización de Estados Americanos.
“No ha sido fácil manejar una OEA en la que hay muchas discrepancias ideológicas”, reconoce el chileno José Miguel Insulza, quien desde hace casi diez años es secretario general del organismo multilateral que representa a todos los países del continente americano.
“Aunque los embajadores se lleven todos muy bien y estén dispuestos a sentarse a una mesa eso no significa que vayan a concordar en todo, porque muchas veces tienen posturas ideológicas distintas”, señala el responsable de la Organización de Estados Americanos.
Insulza (Santiago de Chile, 1943) fue ministro de Relaciones Exteriores, de la Presidencia y del Interior en los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos, antes de ponerse al frente de la OEA en mayo de 2005, mandato que renovó posteriormente en 2010 por otros cinco años.
Ahora que se aproxima el relevo, Insulza hace balance de su gestión y repasa hitos como el levantamiento de las sanciones impuestas a Cuba por el organismo o la problemática situación en Venezuela.
Respecto a lo primero, confía en que en la VII Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá en abril próximo, se produzca el retorno de la isla al Sistema Interamericano, mientras que para Venezuela ve difícil una solución si las partes no hacen concesiones para reanudar el diálogo.
Sobre la necesidad de adecuar la OEA a los nuevos retos políticos de la región, recuerda que eso es algo “ya ha ocurrido en otras ocasiones”, como cuando surgieron las dictaduras militares en el Cono Sur o se desataron las guerras civiles en Centroamérica.
“La OEA se puede adaptar, el problema no es ése; el problema es que hay 34 países con objetivos, propuestas y tamaños distintos” y eso hace que, por ejemplo, haya distintos puntos de vista sobre qué significa intervenir en asuntos internos.
Pero además de la diversidad de modelos políticos, “también existen diferencias por el tamaño y grado de desarrollo de los países miembros”.
“Dependiendo de por dónde le apriete el zapato, unos países quieren priorizar unos temas u otros”, agrega Insulza, quien recuerda que la OEA es un organismo multilateral, no supracional.
“Un golpe de Estado no es la única forma en que se rompe la democracia”, sostiene. “También si alguien entra a controlar el poder judicial o comete un fraude masivo en las lecciones debería actuarse. Sin embargo, frente a esos temas siempre hemos tenido dificultades”, opina.
El secretario general de la OEA recuerda que todos los países miembros actuaron de manera contundente cuando en 2009 se produjo un golpe de Estado en Honduras.
“Pero ha habido otros casos de rupturas quizás no tan flagrantes en los que no ha habido disposición para actuar”, lamenta. “Si no hay consenso, no se puede hacer nada”.
El hecho de que en América Latina haya numerosos organismos de integración regional y subrregional no resta fuerza a la OEA, a juicio de Insulza.
“América es un continente de regiones. Probablemente la integración política y económica vaya ocurriendo a ese nivel. Hay un espacio de integración que en la OEA difícilmente podrá consumarse”, opina.
Por otro lado, el secretario general echa en falta una mayor presencia de América del Norte. “No hemos tenido una gran presencia, sobre todo de Estados Unidos, en la organización”, dice.
“Mucha gente piensa que el problema es Venezuela o Bolivia, pero ellos siempre están ahí, siempre opinan, siempre actúan”.
“Pero por alguna razón, aquello que siempre se supone, y es que Estados Unidos mete las manos en la OEA, ha estado lejos de ocurrir en el último tiempo”, agrega .
Insulza sostiene que “los tiempos cambian” y por eso “hoy día ya no es aceptable para algunos países que quienes les dictan en materia de derechos humanos no pertenezcan a las convenciones“.
“Ése es un tema complicado que Estados Unidos y Canadá tienen que ver”, añade Insulza al recordar que no todos los socios de la OEA forman parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos o no la han ratificado. “Eso es algo que relativiza el objetivo de la OEA”.
Reconoce que las diferencias entre los socios, como la que existe entre Bolivia y Chile por la salida al océano Pacífico, pueden afectar a la cohesión interna de la organización.
“Pero no olvidemos -puntualiza- que ambos están en la Corte Internacional de Justicia de La Haya en virtud de un tratado suscrito en la Organización de Estados Americanos, el Pacto de Bogotá sobre Solución Pacífica de Controversias”.
Sobre el enfoque global del problema de las drogas, Insulza recordó el informe emitido por la secretaría general de la OEA que revisa el problema desde la óptica de la salud pública, “y no solamente como un tema de seguridad”.
En este sentido, la alternativa propuesta por Uruguay, que legalizó la venta y el cultivo controlados de marihuana, le parece un experiencia digna de ser analizada. “La idea nuestra no es cuestionar, sino interpretar esto con la mayor flexibilidad”, puntualiza.