"La presión social puede ser tan alta, que ciertas personas se casan y tienen hijos para aparentar ser heterosexuales"
Emiliano Soto, Obispo y presidente de la mesa que reúne a las Iglesias Evangélicas, declaró en el canal de cable Vía X que hay fieles de su iglesia que "superaron la homosexualidad y pasaron a ser personas heterosexuales normales". Esta es una Carta Abierta en respuesta a sus dichos.
Don Emiliano Soto, Obispo Evangélico
PRESENTE
Me permito dirigirme a usted, con motivo de sus declaraciones en un medio de comunicación, donde usted señaló que “los homosexuales que ingresan a la iglesia evangélica se vuelven heterosexuales e incluso se casan y tienen hijos”. Como Psicóloga especialista en diversidad sexual, con ocho años de experiencia en atención de personas homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, travesties y sus familias, es mi deber enviar esta carta a usted de forma pública, con el objetivo de aclarar sus dichos a la audiencia que lo escuchó.
La orientación sexual no obedece a la voluntad. Es decir, no es una conducta que pueda elegirse o que pueda cambiarse. Lo que sí puede hacerse, es fingir que se pertenece a otra orientación sexual por presión social. Esto es, tal como me lo han confesado tantos pacientes: “fingir algo que no eres”. Es esto lo que sucede en las iglesias evangélicas que a través de ungimientos y exorcisión de demonios “vuelven” heterosexual a alguien: fingir ser heterosexual para poder ser aceptado en una comunidad (iglesia), lo cual para alguien que ha sido rechazado toda su vida por ser homosexual, puede ser una situación que se desee.
Los homosexuales también pueden casarse y tener hijos… y siguen siendo homosexuales. Ello no es una prueba de que se han “vuelto” heterosexuales. Esto es un síntoma que como sociedad, debemos observar y reflexionar. La presión social puede ser tan alta, que ciertas personas se casan y tienen hijos para aparentar ser heterosexuales o “no levantar sospechas” (recuerdo un paciente que usaba argolla de matrimonio para “no levantar sospechas”. También recuerdo pacientes jóvenes homosexuales, que tenían en sus trabajos fotografías de mujeres como si fuesen sus novias y sólo eran sus amigas).
La iglesia evangélica ha hecho grandes contribuciones a este país. Como por ejemplo, la ayuda en las adicciones (que a mi juicio no es más que cambiar una adicción por otra que implica conductas aún más obsesivas… pero al fin y al cabo, más adaptativas). Sin embargo, en mi experiencia, he visto el dolor que las iglesias evangélicas y en particular los pastores, han provocados en las personas que he atendido.
He observado que incluso ya en la adultez, las personas homosexuales hijos de pastores o criados en ambientes evangélicos, crecen con la arraigada creencia de que su orientación sexual es algo pecaminoso. La culpa y el odio hacia sí mismos es recurrente, en conjunto con una baja autoestima e historial de conductas auto destructivas, como abuso de alcohol y drogas, auto flagelo e intentos suicidas.
He visto llorar en sesión, cientos de veces a personas homosexuales que han crecido con las creencias cristianas que un grupo de personas les inculcó. He visto personas que son expulsadas del hogar siendo menores de edad y cuyos padres religiosos que castigan (es muy común el historial de golpes) cualquier conducta femenina.
También he visto cómo grupos ultra conservadores, repiten ideas que en su núcleo, tienen a la religión y que estigmatizan cada vez que hablan, a las personas homosexuales, alimentando así los prejuicios sociales y los crímenes de odio. Con respecto a estos últimos y la creencia de que ser homosexual es una enfermedad, he sufrido la pérdida de pacientes travestís por ataques de neonazis, al ser asesinadas de la forma más cruel y déjeme decirle: muchas de ellas, en especial una paciente que recuerdo con especial afecto, eran mejores personas, más auténticas que la mayoría y no le hacían daño a nadie. Recuerdo con especial afecto a una mujer travesti que a pesar de tener que prostituirse para poder comer ya que su padre, un hombre muy religioso, la había echado a la calle y como acto de amor, la hacía dormir en la casa del perro, nunca perdía su capacidad de reírse de las adversidades. Lamentablemente, ella es una víctima más de los ataques mortales de los grupos neonazis.
Entonces: ¿hasta qué punto la religión pasa a ser dañina?
Mis pacientes son personas valientes, que luchan día a día para poder sacudirse las ideas que quedaron arraigados en ellos desde pequeños, de que son personas poco dignas y de sentir culpa cada vez que sientes excitación sexual. Recuerdo un paciente que una vez, llorando y rojo de ira me gritó: ¡es que yo me odio! Cuando veo en mí esas conductas tan femeninas… me doy asco! Esto me quedó muy grabado, puesto que nunca había visto a nadie referirse con tanto odio hacia sí mismo.
Lamento informarle que he atendido a muchísimas personas homosexuales que son evangélicos pero que aparentan ser heterosexuales, casados y con hijos. Fingen para no ser avergonzados públicamente y no perder su estatus social. Fingen y sufren de una forma que llega a conmover (¿Se imagina fingir algo que no es por tantos años?) y créame obispo, no son pocos los evangélicos homosexuales que fingen heterosexualidad. Felizmente, he visto que cuando estas personas se aceptan y se abrazan a sí mismos, su autoestima mejora significativamente. Comienzan a vivir acorde a quienes son, agrandan su círculo social y pueden realizarse con una pareja estable (en vez de estar viviendo episodios de sexo fugaz que los pone en peligro y que además, viven con culpa posterior).
Estimado Obispo. Yo sé que vuestras intenciones son buenas, mas me gustaría que escuchara lo que yo he observado y vivenciado y pudiera usted y cualquier persona evangélica que tenga un hijo homosexual o hija lesbiana, reconsiderar su postura. El llamado y la obligación de los padres, es el de amar a sus hijos, no de rechazarlos por su orientación sexual. Ello es la obligación de los padres y está establecido en el tratado internacional de los derechos del niño y la niña. Esto está por sobre cualquier religión.
Me parece de suma importancia que sepan que aunque ustedes crean que están haciendo algo bueno, están haciendo un daño que puede ser irreparable, ya que la orientación sexual no puede cambiarse.
Basta ya de la idea de que la homosexualidad es una aberración. Basta ya de creer que existe sólo amor entre un hombre y una mujer. Basta ya de hacer daño a otros por las creencias que hemos elegido. Es hora de reflexionar y ponernos en el lugar de ese que atacamos. Amar, implica por definición, aceptación incondicional. Es decir, amar sin intentar cambiar a la otra persona.
Janet Noseda Gutiérrez
Psicóloga
Especialista diversidades sexuales