Pablo Ortúzar: de ex anarquista a uno de los principales intelectuales de la derecha
Fue ateo, de ultraizquierda y tuvo una banda punk. Pero hoy es director del think tank afín a la centroderecha IES, tradujo el libro “La Gran Sociedad” del parlamentario británico conservador, Jesse Norman, y aunque es crítico de su sector, es considerado como uno de sus principales intelectuales. “La derecha es el reino de la autocomplacencia”, dice.
Trotsky, Marx y Nietzsche. Esa era la santa trinidad con la que Pablo Ortúzar comulgaba a los catorce años, cuando gastaba el tiempo en su natal Puerto Varas, escuchando a los Fiskales Ad Hok y tocando bajo en un grupo punk llamado Sin Talento. Hasta que convencido de que el comunismo era igual de autoritario que el capitalismo, fijó un nuevo domicilio ideológico que lo acompañó hasta la universidad: el anarquismo. Y aunque hoy Ortúzar se define como liberal-conservador, algo de ese punk queda a la hora de responder esta entrevista: “Creo que (la UDI y RN) están en nada. Ahí hay un electrocardiograma plano. ¿Cómo uno puede calificar la actividad de esos partidos? RN no sé si existe y la UDI anda por ahí recogiendo boletas” fue una de sus respuestas.
Volviendo a su historia personal, en una protesta contra la APEC, Ortúzar conoció a la hija de Michelle Bachelet, Francisca Dávalos, quien lo motivó a estudiar antropología social en la Universidad de Chile. Ahí militó en el Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), en el Movimiento de Autonomistas Libertarios (MAL) y fue vicepresidente del centro de alumnos de Ciencias Sociales en plena revolución pingüina, donde participó en cuanta toma y protesta pudo. Pero de a poco empezó a decepcionarse.
“Uno militaba en estructuras que se suponían horizontales, participativas, y uno cacha al final que igual se van generando estructuras jerárquicas y que el queque lo cortan unos pocos, muy lejos de las bases”, explica Ortúzar. “Ahí uno se vuelve un poco escéptico. Yo terminé antropología en 2009 muy desilusionado”, cuenta.
“Lo que más le sorprendió a Jesse Norman en Chile es el vacío de la derecha. Que teniendo a un Gobierno de izquierda haciendo reformas de mala manera, que están perdiendo popularidad de forma galopante, la derecha -dado su estado de catalepsia intelectual- no pueda capitalizar eso porque no tiene propuesta, no tiene programa, no tiene nada”
Una vez egresado entró a estudiar derecho para “trabajar en algo que sirva”. La lectura de Friedrich Hayek -economista de la Escuela Austriaca y Premio Nobel de Economía en 1974-, de quien después se alejó, y su participación en los grupos de discusión junto a los ayudantes de Fernando Atria, con quienes no compartía ideas políticas pero si existía admiración intelectual, sumada a su desilusión militante, lo impulsaron a dar un giro y perder el escepticismo en las instituciones políticas, hasta convertirse en un liberal-conservador.
En 2011 entró a trabajar al Instituto de Estudios de la Sociedad, emparentado a los ideales de centro derecha, y al año siguiente ya había expuesto en la Enade y escrito, junto a Francisco Javier Urbina, el libro “Gobernar con principios: ideas de una nueva derecha”, un texto que Allamand nombró como uno de los ejes de su candidatura. Desde ahí su trabajo ha sido seguido de cerca por distintas personalidades políticas de ese sector. Trabajó como encargado cultural en la campaña de Evelyn Matthei y como asesor de educación en la de Andrés Allamand. Sus trabajos sobre por qué la derecha debe considerar a la sociedad civil y al ser humano más allá de la perspectiva del mercado, fueron tomados en cuenta por Felipe Kast y Luciano Cruz Coke en la declaración de principios de Evópoli.
Hoy Ortúzar, de 29 años, es director del IES; es conferencista habitual en los foros de Icare y Enade; y luego de conocer su trabajo y enviarle un mail con el proyecto, tradujo al español el influyente libro del parlamentario británico Jesse Norman, “La Gran Sociedad”, que elimina la visión dual de que todo es Estado o mercado y abre espacio a la acción social desde ese sector político.
“Lo que más le sorprendió a Norman cuando estuvo en Chile es el vacío de la derecha. Que teniendo un Gobierno izquierda haciendo reformas de mala manera, que están perdiendo popularidad de forma galopante, la derecha -dado su estado de catalepsia intelectual- no pueda capitalizar eso porque no tiene propuesta, no tiene programa, no tiene nada. Le pareció muy raro”, dice. A Ortúzar le sorprende menos: “La derecha chilena tiende a hacer que los problemas no existen y obviamente que si uno simula que los problemas no existen, no construye nada para solucionarlos”.
“La derecha es el reino de la autocomplacencia…. RN no sé si existe y la UDI anda por ahí recogiendo boletas”
– ¿En la izquierda se ha producido una mayor discusión?
Lo que pasa es que la izquierda ha tenido un conflicto importante entre los auto flagelantes y los auto complacientes. Y eso ha generado una masa crítica de desarrollo intelectual que de alguna manera ha logrado generar diagnósticos, propuestas y perspectivas, al menos. El trabajo de Fernando Atria en educación, por ejemplo, es muy consistente, a pesar de que uno puede pensar que tiene muchos prejuicios e ideas difíciles de llevar a la realidad. Pero no hay nada ni remotamente parecido al otro lado.
– O sea en la derecha solo habría auto complacientes…
Claro, la derecha sería el reino de la autocomplacencia.
– Tú dijiste alguna vez que pueden perfilarse dos derechas. Una con una visión política y económica de “atomismo individual”, y otra con una perspectiva que considera los fenómenos colectivos. ¿Quiénes la representan?
Lo que pasa es que a falta de ideas hay sectores de la derecha que lo que tratan de hacer es ruido. Y en ese sentido aparecen las agendas liberales-morales, que tienen mucho efecto a nivel de élite, y hacen mucho ruido en los medios de comunicación y en la gente que tiene tiempo de tuitear en el trabajo. Lo que hacen es expandir el liberalismo económico a todo, incluido a todas las prácticas morales.
– ¿Qué movimientos o partidos representarían a este “atomismo individual”?
Amplitud es un buen ejemplo. Y Áxel Kaiser, que pasó de defender el liberalismo económico a tomar una agenda de liberalismo moral radical sin argumento alguno.
“Lo que parece ofrecer Ossandón es la propuesta autoritaria, populista y patronal. No sé si necesitemos a una especie de nuevo Alessandri”
¿Y quién representa entonces a la derecha con ideales colectivos?
Evópoli trata de capturar eso de alguna manera, muy ambiguamente. Pero a nivel universitario uno ve que hay un surgimiento de una visión mucho más societaria de la vida en común y lejos del individualismo. Como en la Católica, los cabros que ganaron, que su slogan era “Sociedad en Movimiento”.
– ¿Y la UDI y RN, donde los situarías?
Yo creo que están en nada. Ahí hay un electrocardiograma plano. ¿Cómo uno puede calificar la actividad de esos partidos? RN no sé si existe y la UDI anda por ahí recogiendo boletas.
“Hay un estancamiento y un desprestigio de las instituciones y por lo tanto, un incentivo a pintarse como puro y correr por fuera. Mostrarse impoluto frente a todos los males de la política. (ME-O, Velasco y Ossandón) Los tres hacen lo mismo”.
– Una de las principales figuras políticas de la derecha, según la última CEP, es Manuel José Ossandón, quien tiene un discurso crítico y dice que el sector está cooptado por los grupos económicos. ¿Históricamente ha sido así?
Ossandón, por lo que yo entiendo, anhela una suerte de derecha histórica romántica, como de patrones de fundo bien intencionados en contra de esta maldad de los empresarios. Yo creo que tiene muchos puntos que son correctos. Hay un nivel de cooptación importante de la política en Chile por los empresarios. Y la derecha se hace la lesa con los problemas que no le gustan. Pero lo que parece ofrecer Ossandón es la propuesta autoritaria, populista y patronal. No sé si necesitemos a una especie de nuevo Alessandri, si es que eso es lo que tiene en mente.
– ¿Por qué crees que las figuras que son “outsiders” dentro de sus mismos sectores, como ME-O, Velasco y el mismo Ossandón, tienen más popularidad?
Hay un estancamiento y un desprestigio de las instituciones y por lo tanto, un incentivo a pintarse como puro y correr por fuera. Mostrarse impoluto frente a todos los males de la política. Los tres hacen lo mismo.
– En la derecha no ha tenido tanto eco el discurso de Ossandón, a quien han tratado de caudillo. Pero según los resultados de aceptación de la CEP, sí lo ha tenido en la izquierda y en la centro izquierda. ¿Por qué?
Obviamente hay un caudillismo importante en Ossandón. Y ahí uno tendría que entrar a dirimir si a la gente de izquierda le cae bien Ossandón por el daño que le hace a la derecha o porque están de acuerdo con él. Pero de nuevo, Ossandón tiene intuiciones que me parecen potentes, pero su praxis política no me parece la correcta.
– ¿Y por qué Ossandón le haría daño a la derecha?
Más que un daño específico a la derecha es más bien un daño al sistema político. En el fondo lo que él dice es “cuando todo se derrumbe, voy a quedar en pie porque yo no soy parte de esto”. Y eso obviamente puede generar apoyo ciudadano de varios sectores, pero al costo de dañar las instituciones.
Otra de las figuras fuertes de la derecha es el ex Presidente Piñera. ¿Qué responsabilidad tiene él y su Gobierno en la situación actual del sector, que parece no tener ideas luego de perder tres elecciones seguidas: las municipales en 2012, la presidencial y parlamentarias en 2013?
Fue un Gobierno que entendió el gobierno como un fenómeno administrativo y eso tuvo costos políticos. Porque obviamente eso no requiere ideas. Hicieron cosas muy buenas, como la reconstrucción, que sorprendió hasta a los japoneses. Pero nunca el Gobierno logró dar a entender que tenía una visión, una perspectiva que podía seguir un siguiente gobierno. Era como “nosotros administramos muy bien y fin”.
– ¿Fuiste invitado al encuentro de Avanza Chile en el lago Ranco?
Fui invitado, pero no iré por temas de agenda. Y por la connotación política. Nosotros trabajamos con ideas y no con grupos políticos.
– ¿Cómo puede superar la derecha su situación actual?
Pensar. Y más allá de la derecha, lo que a uno le preocupa es el futuro de Chile. Tender puentes con el mundo académico, político, empresarial, civil. Si queremos que prime lo reflexivo y centrarnos en proteger las cosas que consideramos valiosas, las instituciones, necesariamente tenemos que pensar en un programa de reformas que sea más reflexivo, y que no sea un griterío y un escándalo constante como lo que se ha visto. Y las nuevas generaciones tienen mucho que aportar.