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10 de Abril de 2015

UDI impopular: los seis problemas que Larraín deberá solucionar como próximo presidente de la UDI

Con la bajada del candidato Macaya, el senador asumirá la presidencia del partido después del consejo general que se hará este viernes y sábado en el Hotel Crowne Plaza. En los próximos 14 meses, tiempo que durará su gestión, deberá sacar al partido de una crisis interna y externa. Una tarea que cualquiera calificaría de "alto riesgo".

Por Hernán Melgarejo
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En medio de la crisis Penta, el bastón de mando de la UDI se convirtió en un verdadero fierro caliente que solo un hombre se atrevió a tomar: Hernán Larraín. Sonaron los nombres de los coroneles Coloma y Chadwick; del alcalde Francisco De la Maza -vetado por el jovinismo- y del mismo Javier Macaya, quien se quedó con las ganas luego de perder piso por la aparición de una boleta de su esposa pagada por SQM, pero ninguno llegó al final de la carrera para suceder al renunciado Ernesto Silva. Aunque todos argumentaron distintas razones, lo cierto es que asumir como presidente de la UDI e intentar sacarla del hoyo en que se encuentra es una tarea que desde Superman al Chapulín Colorado se habrían cuestionado.

La razón: Larraín deberá impulsar la nueva “coalición de centro derecha”, preparar candidatos para las elecciones municipales y a la vez superar una serie de problemas y desafíos internos. Acá los seis más grandes.

/ Agencia Uno

1.- ¿Juntos como hermanos?

Tras la crisis, el partido atraviesa por una fuerte división interna y hay confianzas que “quedaron dañadas”.

Los “jovinistas”, como Javier Macaya o María José Hoffmann, quedaron sentidos con el sector  de la disidencia que criticó el actuar de Ernesto Silva durante la crisis Penta, como lo hizo Francisco De la Maza, Víctor Pérez y Mario Olavarría. De hecho, internamente los acusaron de “traición”. Mientras que desde la disidencia, aseguran que los jovinistas “no quieren perder el poder” que mantenían gracias a los privilegios económicos y de financiamiento que obtenían de sus padrinos políticos, y acusan que los cercanos a Novoa se “sienten los resguardadores de la esencia de la UDI”. Pese a que la mesa directiva será de consenso y que Macaya privilegió “la unidad”, las heridas pueden tardar en sanar. “Acá hubo un proyecto de directiva que por distintas razones, no pudo llegar a puerto. Y en estos procesos siempre se hieren algunas susceptibilidades”, dice el diputado disidente, David Sandoval.

/ Agencia Uno

2.- ¿Qué hacer con los militantes investigados?

Con los avances en los casos Penta y SQM, la UDI podría enfrentar una nueva ronda de formalizaciones que afecten a sus congresistas y líderes históricos.

Mientras el sector jovinista apoya las palabras de su líder de que “el caiga quien caiga es el eslogan de los irresponsables”, en la disidencia se distancian de cualquier intento de “arreglín”. El senador Larraín, por su parte, ha señalado que “es difícil sancionar a alguien que los tribunales no han castigado”, y aseguró que el partido mantendrá la postura de “presunción de inocencia” con sus militantes. El problema, aún no definido, es qué hará el partido si es que alguno de sus parlamentarios como Moreira o Von Baer, son encontrados culpables. Y más aún si cae uno de sus líderes históricos: Jovino Novoa.

Conferencia de Prensa de Javier Macaya

3- UDI impopular

Con una derrota presidencial y parlamentaria, la UDI sigue cayendo en las encuestas pese a ser uno de los partidos con más militantes.

A juicio de algunos parlamentarios, esto se debe a que hubo un alejamiento del “mundo popular”, incluyendo a las bases de todo el país y una descoordinación con los alcaldes y diputados, especialmente con los de regiones. “A veces nos enterábamos más por la prensa”, asegura un diputado de la zona sur. Mientras que en paralelo hubo un acercamiento a los “grupos económicos”. Si bien Silva pretendía acercar el partido a las bases, su proyecto quedó trunco. “Lo importante es que la UDI recupere su mística y que pueda interpretar los problemas reales de los sectores populares”, dice el diputado Romilio Gutiérrez, cercano a Hernán Larraín.

/ agencia UNO

 4.- Cómo parar la “retroexcavadora”

La agenda reformadora -y refundacional- de la Nueva Mayoría que llena de pesadillas a la UDI. 

Con minoría en el Congreso, con un nuevo referente de centroderecha que -pese a la pintoresca campaña por Twitter- aún no tiene ni siquiera un nombre, y sin capitalizar “el descontento social” hacia algunas reformas, la UDI tiene una tarea difícil: ser oposición ante un gobierno que quiere crear una nueva Constitución, avanzar en una reforma laboral pro sindicalista -a la cuál la UDI se opone- y avanzar en una reforma educacional que incluye gratuidad universal. Por sus contactos en La Moneda y su cercanía con todo el mundo, para sus adherentes Hernán Larraín  es el único hombre de la UDI que puede ayudar a frenar la retroexcavadora. A menos que la crisis de Caval termine agotando naturalmente el combustible.

UDI sede

4.-  Con el choclo en la cárcel: ¿Quién donará a la UDITÓN?

Por el cese de “importantes donaciones” y por deudas pasadas, la UDI atraviesa por un difícil momento económico.

Aunque los parlamentarios niegan que se esté atravesando por una crisis económica terminal, reconocen que la situación financiera es difícil. Solo la sede del partido necesita 25 millones de pesos mensuales para funcionar y la deuda actual superaría incluso los cien millones. En la UDI hablan de aumentar el aporte de los diputados que actualmente donan 250 mil pesos mensuales, y también el de los senadores, para compensar los gastos. Larraín propondrá un estándar de mayor transparencia de los gastos a nivel interno, y deberá concordar junto a otros sectores políticos una agenda para regular el financiamiento tanto de campañas como de partidos. El senador no es partidario del aporte de empresas.

Jaime Guzmán

6.- Una marca agotada: ¿Unión Demócrata Independiente o Partido Popular?

Antes de que se hiciera público el escándalo Penta, Hernán Larraín planteó en una convención política ampliada de la UDI la opción de refundar el partido y rebautizarlo como “Partido Popular”. Este es el nombre original que habría pensado Jaime Guzmán para su proyecto político. Aunque sus mismos cercanos aseguran que “el cambio de nombre no es urgente”, el proceso de reformas internas sí es algo que llevaría adelante la nueva directiva.

Los diputados propusieron que después del consejo general, se lleve a cabo un congreso ideológico para poner todos los temas sobre la mesa, inclusive la declaración de principios del partido que incluye una referencia al “pronunciamiento militar”. Algo que también quería hacer el malogrado Silva.

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