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18 de Mayo de 2015

Seis ballenas azules son monitoreadas en Chiloé para conocer sus rutas migratorias

La Universidad Austral y el Fondo Mundial de Conservación de la Naturaleza están realizando el programa que busca responde varias dudas científicas.

Por Redacción
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Uno de los grandes misterios de las ballenas azules que visitan el Golfo de Corcovado frente a la isla de Chiloé, son las rutas oceánicas que siguen cuando no están allí.

El último marcaje realizado durante abril por científicos del Centro Ballena Azul de la Universidad Austral y el Fondo Mundial de Conservación de la Naturaleza (WWF), ayudará a responder varias dudas.

El biólogo marino de la U. Austral, Rodrigo Hucke-Gaete, detalla que “es el tercero que hacemos (los anteriores fueron en 2004 y 2013) y el más exitoso. Marcamos a siete animales y todavía estamos siguiendo a seis”, según consigna El Mercurio.

Si bien es común que luego de unos días el aparato pierda señal o se desprenda, en esta oportunidad los dispositivos han funcionado de mejor manera.

“Una salió a finales de abril desde Chiloé y 20 días después pasó muy cerca de Alejandro Selkirk, la isla que está al oeste de Robinson Crusoe, y ahora sigue hacia el norte. Otra dio una vuelta muy larga por la zona llamada de Triple Placa, donde se juntan las placas de Nazca, Sudamericana y Antártica. Parecía que se dirigía a la Antártica, pero ahora se devolvió y va a la altura de Valdivia. Una tercera salió del golfo de Corcovado y el viernes estaba a la altura de Punta Arenas, pero muy lejos de la costa”, detalla el biólogo.

Las otras tres ballenas todavía se mantienen en el golfo de Corcovado, por lo que los científicos creen que todavía se están alimentando.

En este momento en el mundo se están realizando tres seguimientos a ballenas azules. Los otros están liderados por investigadores de Estados Unidos y Australia.

El objetivo de este seguimiento es conseguir determinar las rutas de migración de estos animales, según afirma el biólogo marino Francisco Viddi, coordinador del Programa de conservación marina de WWF. “Saber las rutas de los grandes cetáceos, en especial los en peligro de extinción como las ballenas azules, y relacionarlos con las rutas de los cargueros nos permitiría mitigar las potenciales colisiones, ya que muchas son fatales para estos animales, y también la contaminación acústica, que interfiere sus comunicaciones”, detalla.

Al conocer de mejor manera a las ballanas, se podrá determinar si esto se superpone con actividades de pesca o acuicultura, lo que podría llevar a crear planes de mitigación o monitoreo para disminuir el impacto negativo. “Además, sirven como argumento para las propuestas de futuras áreas marinas protegidas”, asegura Viddi.

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