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3 de Julio de 2015

Parche antes de la herida: partidos del oficialismo piden reponer voto obligatorio

En un sistema deslegitimado existe una visión casi transversal de que el cambio al sufragio voluntario fue un “error”. Sin embargo, en pleno escenario donde los casos de eventual financiamiento irregular tienen contra las cuerdas a la clase política, algunos discrepan que éste sea el momento de discutir un cambio de tal magnitud.

Por Redacción
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“La razón por la que apoyé el voto voluntario era porque yo estaba segura, creía que los chilenos teníamos un espíritu cívico más alto (…) y honestamente me equivoqué”, manifestaba el pasado 19 de abril la Presidenta Bachelet en una entrevista en TVN.

Una explicación para este “error” puede ser la “confianza” que una vieja y anquilosada clase política tenía en la intención de sufragio por parte de todos los chilenos -muy seguramente inspirada en los años donde en Chile no hubo elección real bajo Dictadura. Esta confianza se fue por el suelo en el minuto en que la abstención en la elección presidencial pasada se elevaba hasta casi un 60%.

A pocos les interesa ir a votar. Muy pocos. Por cierto que la voluntariedad de esto se enfrenta a un análisis de corto plazo donde se cambia la libertad de elegir un candidato por un día para dormir hasta más tarde, entre otras cosas.

El sistema está desligitimado, así como lo demuestran diversas encuestas. Hace dos ediciones de la encuesta Cadem, los partidos políticos alcanzan un nuevo bajo de tan sólo un 22% de evaluación positiva. El escenario más duro lo enfrenta la Unión Demócrata Independiente, cuya percepción “mala o muy mala” por parte de la ciudadanía se alza por el 55%.

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El susto de los analistas electorales de los partidos tiene justificación: el próximo año tendrán lugar las elecciones municipales. Incluso desde el gremialismo, al borde del colapso a causa del caso Penta, ya avizora un adverso escenario, en el que pretenden intentar recuperar históricos bastiones como Providencia.

Por tanto un grupo transversal de senadores planteó reponer el voto obligatorio. Estos parlamentarios son Jorge Pizarro (DC), Felipe Harboe (PPD), Alfonso de Urresti (PS), Juan Antonio Coloma (UDI) y Francisco Chahuán (RN). Éste último fue quien ingresó esta iniciativa.

De acuerdo a La Tercera, gran parte de la Nueva Mayoría se habría manifestado “abierta” a discutir la idea. No obstante, el experto electoral y diputado del PPD Pepe Auth se mostró contrario a la iniciativa. El gran problema que surge para esta discusión es precisamente el escenario que tiene a la clase política contra las cuerdas: los casos Penta, SQM, Caval (y quién sabe qué otra empresa más bautizará una nueva trama judicial) hacen que el momento no sea el mejor para plantear la discusión.

El presidente del PPD, Jaime Quintana, es uno de los que no cree que “sea el momento para abordar el tema”. Opinión opuesta -dentro del mismo oficialismo- tiene Carlos Montes, senador socialista, quien admitió el “error”, y su correligionario Fulvio Rossi manifestó su respaldo a esta eventual reforma constitucional.

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Las críticas se remontan incluso a la presidencial del 2009, cuando para obtener el apoyo de Marco Enríquez-Ominami a Eduardo Frei se planteó el impulso al voto voluntario. En palabras de Jorge Pizarro, presidente de la DC: “Marco Enríquez hizo una suerte de chantaje (…) el remedio fue peor que la enfermedad”.

La facción joven del Congreso, en voz del diputado Giorgio Jackson, insistió que “bajo el actual ordenamiento constitucional y en este contexto político, estoy en contra de tratar de sanear el sistema con una imposición como ésta”. No obstante, sí manifestó cierto grado de motivación a discutir el anterior aspecto “en el marco de una discusión sobre una nueva Constitución”.

En la Alianza hubo un grado de rechazo. Aún con las heridas al rojo después de haber sufrido la formalización de una serie de sus dirigentes, el presidente de la UDI, Hernán Larraín, se mostró en contra, argumentando que “aunque sea más difícil para los partidos políticos, creo que del punto de vista de la libertad del ciudadano, el voto debe ser voluntario”.

Asimismo en la directiva de RN -partido del impulsor de esta iniciativa, Francisco Chahuán- no cayó muy bien. Más bien actuaron algo “picados”, ya que el senador no habría informado a la directiva de su colectividad el ingreso del proyecto. El presidente de esa tienda política, Cristián Monckeberg, se manifestó a favor de la voluntariedad del sufragio, aunque hizo un análisis un poco frívolo del poder del voto: “que las personas decidan si ese día van o no a votar”, como si ese día determinaran dar o no apoyo a algún candidato que regira desde su circunscripción, comuna o hasta el país.

Aunque Monckeberg, a renglón seguido, relativizó su postura al plantear que “es absolutamente legítimo hacer planteamientos, pero creo que las cosas tienen que madurar: es decir, tienen que pasar un par de elecciones antes de cambiar las reglas del juego”.

Por tanto, los ciudadanos estamos en la espera para ver si el miedo de que cada vez menos gente vaya a votar provoque una medida tanto autoritaria como histérica de imponer el voto obligatorio, o si de repente “Chile despierta” y empieza a sacrificar un par de horas de sueño para elegir a nuestros representantes.

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