Cuatro trucos para lucir un rostro limpio y sano gracias a la leche
Su rico contenido en calcio y vitaminas B2, B6 y B12 ayudan a nutrir la piel y a estimular la producción de colágeno.
Diversos relatos históricos revelan que la Reina del Nilo, Cleopatra, se daba baños de leche para mantener su piel tersa y resplandeciente; y aunque suene extraño o quizá sólo sea un mito, lo cierto es que la leche mejora considerablemente el aspecto de la epidermis.
Una mascarilla casera, fácil y rápida es la que puedes realizar con leche y miel. Calienta dos cucharadas de miel y dos cucharadas de leche en un recipiente o en el microondas durante unos segundos. Después de que se enfríe, aplícala en el rostro. Te ayudará a combatir la sequedad y si tienes algunas herida en cualquier parte del cuerpo, hará que cicatrice más rápido.
Otro truco es combinar un poco de este “elixir blanco” con azúcar y unas gotas de limón y extender la mezcla durante unos minutos en el rostro. Después, retira el producto con agua tibia y los resultados serán inmediatos: tu rostro lucirá terso y brillante. Pero, ¿cuál es el truco?. Nada más lejos que el poder de la naturaleza. Al mezclar la leche con azúcar, el ácido láctico se combina con el ácido glicólico. El primero te ayudará a eliminar esos signos de la edad y es uno de los exfoliantes naturales más neutros que puedas encontrar en el mercado. Mientras que el segundo penetra en los estratos más profundos de la piel, combatiendo, además del envejecimiento, las manchas y el acné.
Si se trata de limpiar de cutis, habito que debes llevar a cabo , al menos, una vez a la semana, sólo debes mezclar un poco de leche con agua y un unas gotas de limón, luego debes frotar suavemente la piel con la ayuda de un algodón por las zonas que más lo necesiten. Todo ello debes hacerlo con movimientos circulares y cuando hayas terminado, deja actuar el producto entre 15 y 20 minutos, después enjuaga con abundante agua.
No hay limpieza sin una posterior hidratación. Para ello, puedes realizar una mascarilla a base de leche y miel, ya que esta última tiene efectos calmantes. Pon dos cucharadas de miel, una yema de huevo y unas gotas de aceite de almendras en un pequeño recipiente, mézclalo y colócalo en tu cara por 20 minutos. ¡No te arrepentirás! Sólo debes enjuagar con agua tibia y tu rostro lucirá como si fuera de porcelana.