A lo Chayanne: conductor del camión Brinks acusado de hurtar casi 60 millones lo dejó todo por amor
El hombre, con antecedentes por estafa y giro doloso de cheques, fue capturado en Talca en momentos que equipaba un moderno departamento que pretendía compartir con una mujer con la que pololeaba vía Badoo.
“Y la libertad te juro no la quiero, si estoy contigo, déjame atado a tu amor”
Chayanne – Lo dejaría todo
Por amor. El hombre, identificado como G.M.M.V, cometió una locura por el amor de una mujer que ni siquiera conocía. “Se podría decir que lo dejó todo por ella”, reconoce Cristián Guzmán, Subprefecto y jefe de la Brigada Investigadora de Robos Occidente de la PDI. Guzmán estuvo a cargo de la investigación que terminó con la detención del hombre de 42 años
Como si se tratara de un cruce rarísimo entre los programas “Alerta Máxima” (o “Policias en Acción”, para ser más exactos) y “Espias del Amor”, el hombre, que trabajaba como chofer y vigilante de un camión Brinks tomó una decisión radical con el puro fin de ir a rehacer una vida tal vez deshecha junto con la mujer de la que se enamoró por medio de Badoo hace un mes.
La historia comienza el 9 de este mes. Después de ir a retirar casi 60 millones de pesos de un supermercado Tottus de Cerrillos, los dos guardias que acompañan al chofer sienten hambre. Entonces G.M.M.V. siente que es su momento. Les dice a sus colegas que vayan ellos nomás a comer algo. Que el se queda en el camión porque le duele el estómago. Posiblemente le dolía de verdad, pero de nervios. De vértigo por lo que estaba a punto de hacer. Apenas los dos hombres desaparecieron de su vista, G.M.M.V mete el dinero en dos mochilas que llevaba arriba del camión, para cuando se diera la oportunidad. Después se sacó su vestimenta institucional. Se bajó del camión, corrió unas cuadras y tomó una micro. Después tomó un taxi y llegó hasta San Bernardo.
Allí tomó un bus y recorrió los poco más de 250 kilómetros que lo separaban de su amada, en la VII región del Maule. Talca, para ser más específicos. Allá alojó en una pensión, después en un hostal. Y luego desembolsó tres millones de pesos para pagar por adelantado un año de arriendo en un moderno departamento en el centro de la ciudad. Compró refrigerador, horno, microondas, muebles, camas, cuadros. Hasta un saxofón, instrumento que soñaba con aprender a tocar. De todo para comenzar una nueva vida junto a su joven ciber polola. Atrás, en Santiago, dejaba a su esposa (a la cual le mandó 600 mil pesos), y cinco hijos, de otras dos mujeres.
No tenía idea que la PDI lo seguía de cerca.
Según cuenta Guzmán, el trabajo de los detectives se enfocó en estudiar el círculo cercano del guardia prófugo. Auscultando su comportamiento en redes sociales no tardó en saltar a la vista la relación que G.M.M.V. tenía con una mujer talquina. El resto fue cosa de tiempo. Uniendo cabos, recogiendo pistas, llegaron hasta el departamento donde se encontraba el hombre con antecedentes por giro doloso de cheques, apropiación indebida, y estafa, todos del año 2006.
En momentos en que G.M.M.V. esperaba el arribo de un churrasco palta a domicilio que había solicitado por teléfono, los detectives irrumpieron en su enorme y blanco departamento con el estómago vacío y seguro dejándolo sin hambre por un buen rato. En el inmueble, tenía todavía 23 millones de pesos en efectivo, su arma de servicio y probablemente una montonera de planes. Y otro montón de dinero convertido en recuerdos de lo comido y lo bailado.
Mientras era trasladado hacia tribunales, el hombre se limitó a decir “Lo siento, espero que me perdonen”, cuando los periodistas se abalanzaron sobre él para preguntarle qué le diría a su familia y a sus colegas. Una vez adentro, en el control de detención, G.M.M.V. guardó silencio. Entonces se le formalizó por los delitos de hurto agravado e infracción a la Ley de armas, y quedó en prisión preventiva en el penal Santiago 1 por los 45 días que dure la investigación.
El subprefecto Guzmán adelantó que se está investigando si la musa que inspiró esta alocada acción estaba al tanto de los hechos.