Chile es pionero en el uso de marcapaso en la vejiga para terminar con la incontinencia urinaria

Elisa Aroca cruzaba por un paso cebra para tomar su micro local cuando un camión la atropelló. A las múltiples fracturas del cráneo se sumó una lesión auditiva, problemas de equilibrio, pérdida de memoria, compromiso visual y se determinó, con el correr de los meses, que padecía de vejiga neurogénica: el cerebro no mandaba órdenes para controlar la expulsión de la orina.

“Me orinaba hasta el punto de humedecer los zapatos”, cuenta Elisa, quien en un principio probó tratamientos farmacológicos sin resultado alguno. Y fue en noviembre de 2013 que los médicos optaron por implantarle un nuevo dispositivo que le cambiaría la vida: una suerte de marcapaso cardíaco, pero instalado en la vejiga. Su funcionamiento: envía estímulos eléctricos al electrodo y eso bloquea los reflejos anormales. La respuesta es inmediata, permitiendo al paciente controlar su vejiga a voluntad.

El caso de Elisa Aroca es parte del 15% de la población que padece este trastorno, siendo predominante entre las mujeres. Y las cifras aumentan a medida que pasan los años: en grupos sobre los 70 años, tiene una prevalencia de hasta un 40%.

Ante ello, el Hospital del Trabajador de la Asociación Chilena de Seguridad comenzó a utilizar este dispositivo desde 2013, siendo pionero en el tratamiento de esta terapia. Y hasta la fecha 17 pacientes han sido tratados con el marcapaso en la vejiga.

“Personas que orinaban cada una hora o se levantaban entre cinco y seis veces en la noche, después de este tratamiento pueden estar cuatro horas sin orinar. Eso es realmente un beneficio para ellas, ya que pueden retomar su vida en forma absolutamente normal, dejar atrás los pañales y recuperar su autoestima y calidad de vida”, contó Reynaldo Gómez, jefe de Urología de dicho establecimiento.