Doloroso relato de consejera nacional DC remece postura del partido sobre aborto
La colectividad a la que pertenece Pilar Gutiérrez fue la que más se opuso en el oficialismo al proyecto de despenalización de la interrupción del embarazo. La mujer sufrió abuso por parte de un familiar y también sobrevivió a un embarazo inviable. “Por el mismo cristianismo, estamos llamados también a ser compasivos. Y no puede darte lo mismo el destino de una mujer o una niña violada”, indica la abogada.
Pilar Gutiérrez tiene 35 años, es abogada. Es consejera nacional de la Democracia Cristiana, el partido que tuvo en vilo a quienes apoyaban el proyecto de despenalización del aborto, a causa de que algunos de sus parlamentarios están en contra.
Si bien el proyecto ahora deberá ser revisado en el Senado, el año pasado, Gutiérrez entregó un doloroso relato de su experiencia de vida: fue abusada por un familiar cuando tenía 10 años, y cerca de sus treinta años sufrió un embarazo inviable que la hizo cuestionarse la posibilidad de abortar.
“Había oído tantas aberraciones, casi cercanas a la defensa de la maternidad de una niña de 12 años que han lanzado parlamentarios de derecha. Y es tan agresivo escuchar ese tipo de cosas cuando nadie sabe lo que vive una niña abusada”, declaró Gutiérrez a El Mostrador.
Para ella, uno de los problemas de la política es que se gobierna desde una realidad distinta a la que vive la gente, y también hay otro aspecto: “Hablando desde lo etéreo que puede resultar la doctrina, porque con esa coraza principista e ideológica haces imposible un diálogo. Algunos piensan, más o menos, que por apoyar las tres causales se van a ir al infierno”.
Asegura que las opiniones más duras en contra del proyecto provienen de correligionarios hombres. Precisa, por ejemplo, que el diputado Jorge Sabag “desde el día uno no estuvo dispuesto a escuchar argumentos. Siempre me dijo que estaba en contra del proyecto. A mí el que más me sorprendió fue el diputad Marcelo Chávez, que en las juventudes era presidente de los chascones… Debe haber tenido una muy buena razón para votar en contra y argumentar como lo hizo; se me hace ajeno su discurso”.
Gutiérrez se manifiesta esperanzada de que el paso por el proyecto en el Senado “no esté tan complejo”.
“Los abusos y las violaciones son en su mayoría en el círculo familiar. La mía es una herida abierta y he tenido todas las herramientas del mundo para superar todos los traumas que quisiera. Yo tengo una familia hermosa, pude estudiar, pude romper el círculo familiar y elegí vivir lejos (vive en Santiago pero es de Chillán), pero son heridas profundas… Entonces me imagino a las niñas embarazadas de sus abuelos… Obligadas a ser madres de ese tipo de agresiones es claramente inhumano y no puedo creer que haya personas dispuestas a obligar a ser madres en esas condiciones. Y a mujeres adultas tampoco. Me molesta cuando de la boca de camaradas nuestros hemos escuchado atisbos de que las mujeres nos podríamos aprovechar de esa causal para inventar violaciones. Es mirarnos en menos. Es violento”.
En el 2011 vivió un caso de inviabilidad fetal. Cuando Pilar Gutiérrez se hizo un examen, inmediatamente le dijeron que su hija venía con un problema. “Su nuca era como los duraznos que vienen con una línea que los divide en dos. Era un tumor”, cuenta Pilar. Finalmente su hija, Josefa Belén, sufría de síndrome de Turner. “Si llegan a sobrevivir, pueden crecer hasta 1,30 metros y siempre serán niñas; jamás llegan a desarrollarse, pero es difícil que lleguen a nacer”.
Actualmente tiene dos hijos, uno de tres meses y otra de 4. “No es que uno no quiera a sus hijos. La inviabilidad fetal es terriblemente dolorosa para la madre. Si a un niño sano lo ves cada mes en una ecografía, a estos pequeños los ves día por medio, dependiendo de tus posibilidades. Hay un lazo profundo porque saber que tienes que protegerlos, instintivamente, pero es necesario mirar la realidad y legislar para todos. Para ninguna mujer es una alegría abortar, por eso también creo que debe regularse el proceso, porque finalmente ella toma una decisión sobre un hijo que ama. Decir otra cosa es no entender nada”, aseguró.
A los 4 meses de embarazo Josefa Belén murió. Quería enterrarla. Despedirse. Pero no pudo. “Cuando desperté, pedí verla. Aunque fuera pequeñita quería conocerla, darle un beso. Pero una enfermera me tomó con fuerza en sus brazos y me dijo: ‘Hija, tuvimos que aspirarla’ ¿Alguien que legisla sabrá lo que significa ese dolor? Lo que está en juego es la dignidad de la vida ¿Es tan difícil verlo?”.
Pilar enfatiza que su relato no es “nada comparado con el de mujeres que viven día a día una realidad durísima, que no se pueden hacer el examen para saber qué síndrome tiene su hijo y llegan hasta el final del embarazo sin tener idea. La vida es más cruel de lo que muchos en la DC siquiera se imaginan”.
“No estoy por el aborto libre, pero sí en estos casos dolorosos y excepcionales. Como DC, como partido no confesional, tenemos que ser capaces de empatizar con el pueblo al que queremos gobernar. Estamos llamados a responder por sobre nuestros intereses doctrinarios, a realizar lo que sea necesario, porque nuestro fin último es el bien común. Y el bien común nos hace tener que morigerar de alguna forma nuestra doctrina. Tenemos que ser capaces de empatizar. Me niego a ser un partido que no evolucione y no sea capaz de dar respuestas a la realidad de los chilenos comunes y corrientes. Por el mismo cristianismo, estamos llamados también a ser compasivos. Y no puede darte lo mismo el destino de una mujer o una niña violada”.