INFOGRAFÍA | La dura comparación entre las vidas de un niño pobre y uno con mayor acceso
Según el último informe publicado por Unicef de “El Estado Mundial de la Infancia”, el comportamiento de las cifras permite prever que de aquí al 2030 un total de 69 millones de niños en el mundo morirán debido a causas que en su mayoría se pueden evitar, 167 millones de niños vivirán en la pobreza y más de 60 millones de niños en edad escolar primaria estarán fuera de la escuela.
Este sombrío panorama sólo es posible de revertir si el mundo concentra sus esfuerzos en los niños más desfavorecidos.
Dicho informe describe un panorama desolador sobre lo que les espera a los niños más pobres del mundo si los gobiernos, los donantes, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y las organizaciones internacionales no aceleran las decisiones que se requieren para solucionar sus necesidades.
“Negar a cientos de millones de niños una buena oportunidad en la vida significa algo más que amenazar su futuro: al exacerbar los ciclos intergeneracionales de desventaja, se está poniendo en peligro el futuro de sus sociedades”, dijo el Director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake. “Tenemos una opción: invertir ahora en estos niños o permitir que nuestro mundo sea aún más desigual y esté más dividido”.
El informe señala que desde 1990 a la fecha el mundo ha logrado progresos considerables en materia de infancia: se han salvado innumerables vidas, se ha aumentado considerablemente la asistencia a la escuela y se ha conseguido que muchas personas salgan de la pobreza. Sin embargo, este progreso no ha sido uniforme ni justo.
Infografía realizada por Pictoline.
El caso de Chile
La información que Unicef publica puede sentirse ajena a la realidad de Chile, pero esta es totalmente pertinente. Chile es el segundo país de la región con la tasa de mortalidad infantil más baja, tiene una alta tasa de cobertura escolar en enseñanza primaria, cuenta con la menor tasa de pobreza infantil por ingresos y tiene el PIB per cápita más alto de la región, siendo este último criterio el que le permitió ser miembro de la OCDE.
Sin embargo, la desigualdad sigue siendo el principal obstáculo para que Chile logre en 2030 un desarrollo con y para todos. Aún existe un grupo considerable de niños que no acceden a las oportunidades de este progreso. En cuanto a calidad de la educación, 1 de cada 4 adolescentes no comprende lo que lee, no sabe resolver operaciones matemáticas básicas y no puede explicar sucesos naturales cotidianos. Respecto a la salud, 2 de cada 5 niños presenta problemas de salud mental y en relación al nivel de vida, 1 de cada 5 viven en situación de pobreza y 1 de cada 4 declara haber sufrido violencia física grave por parte de su madre y/o padre.
Si en términos generales es posible advertir que los niños son el grupo de la población que se está quedando atrás del desarrollo, hay un grupo específico de ellos que son totalmente invisibles para la toma de decisión y de acción.
Mientras el servicio de impuestos internos, el sistema bancario, el sistema crediticio, la telefonía celular, las AFP y las Isapres tienen sistemas de información sofisticados que permiten acceder a datos sensibles a nivel individual y estos están legalmente protegidos, Chile aún no dispone de un sistema de información integrado que permita dar seguimiento a los niños que se encuentran bajo el sistema de protección especial.
Esto implica que no es posible saber si los niños que viven en residencias, los que son susceptibles de adopción y/o los que han sido víctimas de violencia, asisten a la escuela, tienen sus controles de salud al día o son beneficiarios de algún tipo de subsidio estatal. Adicionalmente, las estadísticas que hace públicas el actual sistema, no entregan información sobre la situación en que se encuentran los niños bajo su cuidado, lo que dificulta asegurar que estos niños puedan acceder a las mismas oportunidades que tienen sus pares.
Chile acaba de suscribir la Agenda Mundial 2030, la cual plantea una nueva forma de comprometerse con el desarrollo. La premisa es “que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás”, reafirmando la necesidad imperiosa de concentrar los esfuerzos en los más vulnerables, que en el caso de Chile, uno de estos grupos son los niños que están a cargo del sistema de protección especial.
En este sentido, el informe de UNICEF plantea que para poder resolver problemas complejos, es fundamental tener buenos sistemas de información, desarrollar esfuerzos integrados, usar la innovación para la generación de nuevos y diferentes enfoques y contar con fuentes de inversión con foco en la inclusión y la equidad. Todos estos elementos son totalmente apropiados y necesarios para dignificar la vida de los niños del sistema de protección especial. Son componentes que le permitirán a Chile no hipotecar el futuro que le pertenece a las nuevas generaciones.