Candidata trans golpeada en la calle: "Estamos en primera línea de lucha porque estamos en primera línea de muerte"
La aspirante a concejala por Santiago habla con El Dínamo de la brutal agresión que sufrió la semana pasada junto a la activista trans migrante Briggite Danae Viola Rodriguez y afirma que actualmente el mayor problema para una trans es "caminar por la calle". ¿La solución? Propone una educación "transfeminista" en los colegios.
Era media tarde, cerca de las 16 horas, a plena luz del día y en pleno verano. Niki Raveau, trans que había comenzado su transición hace pocos meses, caminaba cerca de su casa en Santiago Centro cuando llegó al río Mapocho en las inmediaciones del Mercado Central. Fue entonces que sin previo aviso se le acercaron dos tipos y se abalanzaron sobre ella.
“¡Travesti de mierda!”, “¡Maricón culiao!”, le gritaban mientras la golpeaban. Uno la sostuvo por debajo de los brazos y el otro intentó levantarla para lanzarla hacia el río. Pero Niki se mantuvo firme de espaldas al puente. Pudo ser el fin. Pero esa vez tuvo suerte: un par de personas que vieron la golpiza lograron intervenir y los agresores arrancaron.
Con la ropa rota y con miedo de volver a casa, Niki recogió sus cosas y fue a hacer una denuncia a la Primera Comisaría de Santiago. Cuando contó su historia y escucharon su voz, los carabineros tuvieron una reacción que recuerda con rabia. “Se rieron en mi cara. Esa vez yo quedé tan mal que no presenté la denuncia”, relata en conversación con El Dínamo. Pero no sería la primera vez que sufriría una agresión.
Este 25 de agosto Raveau sufrió otra brutal golpiza cerca de su casa junto a la trans Briggite Danae Viola Rodriguez, de nacionalidad peruana. Esta vez recibió el apoyo de diversas personalidades políticas, tuvo cobertura mediática e hizo una denuncia.
“Alguien incluso me dijo: ‘¿por qué te pasa siempre a ti?’. Y no es que me pase siempre a mí. Sí, me ha pasado dos veces, y antes en mi vida nunca me había pasado. Pero tengo compañeras que las han tajeado y acuchillado 20 veces. Que las han violado. Que las han matado. Que les han sacado la cresta los mismos carabineros en la calle. No se sabe tanto porque hay miedo de denunciar. Porque se van a reír. Porque no se le toma el peso a lo que significa”, dice.
Cansada de las discriminaciones, hace varios meses tomó la decisión de ser concejala de Santiago, puesto por el que competirá como independiente pero apoyada por el Partido Ecologista Verde. “Es importante que la voz de las demandas trans sea trans”, dice. Y su principal mensaje es la inclusión: ellas son perfectamente capaces de ocupar todos los espacios que la sociedad les ha negado.
“La familia trans”
Niki es artista e historiadora y algunas de sus investigaciones están en la biblioteca de la Universidad de Harvard bajo el nombre de Nicolás Raveau Feliú. El mismo bajo el cual fue aceptada su candidatura por Santiago Centro, la cual hoy la tiene llena de actividades. También trabaja haciendo investigación en la Fundación Transitar que ayuda a “familiares de niños y jóvenes trans”, y es presidenta y creadora del observatorio PETRA, dedicado al pensamiento transgénero. Pero no siempre tuvo tan clara la película.
“Mi transición partió casi junta con la Fundación Transitar, hace un año. Cuando me decidí perdí mi trabajo, que era un muy buen trabajo y mi familia se alejó de mi. Para mi fue súper difícil partir. Pero a la vez pude armar una nueva familia en mi comunidad trans”, cuenta .
-¿Cómo era tu vida antes de la transición?
-Yo no es que viviese antes como de hombre y de repente pasé a ser trans. Yo tengo una visión de lo femenino que pasa por lo andrógino. Soy entre mujer y de género no conforme. No tengo esta cosa marcada de hombre o mujer. Nunca quise nacer mujer y soy feliz de ser trans. Tengo casi 40 años y en mi infancia yo tenía clarísimo que no era hombre. Pero traté de masculinizarme para poder calzar. Luego traté de feminizarme para ser más libre. Después mezclé ambas cosas e hice una figura bien andrógina en algunas etapas. Como que fluí en el género para tantear lo que alcanzaba a entender. No había información en mi época y fui a un colegio súper represivo, de hombres, donde se me maltrataba mucho supuestamente por ser gay. Pero yo nunca alcancé a ser gay.
-¿Cómo así?
-Es que si bien fui bisexual siempre tuve parejas mujeres. Porque ese es otro prejuicio. Se piensa que a todas las trans les gustan los hombres y eso no es así. Una cosa es la identidad de género que es quien yo soy, cómo me identifico y otra cosa es mi orientación sexual que es con quién yo tengo atracción afectiva sexual. Y las chicas trans tenemos distintas orientaciones (…) Fui súper valiente al atreverme a ser yo a estas alturas. Recojo mi pasado y sigo siendo la misma persona, no he dejado de ser yo, no hago un corte.
Pero si hubo un corte: el momento en que junto al activista Jose Luis Díaz, parte de la Red de Psicólogos de la Diversidad sexual; Victor Hugo Robles, el Che de los gays; y Rodrigo Jiménez, dirigente sindical, decidieron armar equipo y presentar la primera candidatura trans en la comuna de Santiago, la que tiene la mayor cantidad de migrantes y personas del mundo LGBTI. “Eso a mí me parece súper interesante, porque no es sólo una candidatura trans, sino que se relaciona a luchas de migrantes, a luchas sindicales, a la educación, la ecología, la vida respetuosa y a otras demandas que se articularon”, explica. Pero hay una que es la madre de todas: la lucha por una educación no sexista.
La nueva educación “Transfeminista”
Según explica Niki, el eje de su idea política es la educación como proyecto de vida. En sus palabras, sólo con eso se puede evitar que las trans sigan siendo golpeadas en la calle. Por eso se opone firmemente al modelo actual que califica de sexista.
-¿Qué prácticas de la educación actual encuentras sexistas y discriminatorias?
-El uniforme de colegio, por ejemplo, tan distintivo, tan de hombre y tan de mujer. El hombre va con su pantaloncito y su camisa, los cabros tienen que ir disfrazados de oficinistas desde los cinco años. La fila para formarse, que para los niños trans es tan terrible. Los libros de biología por ejemplo, que te presentan a un niño y a una niña sin género. Las chicas trans no existen en los libros de biología. ¿Quién les enseña a ellas qué va a ocurrir con sus genitales? Las chicas trans no tienen un útero. Son chicas con otros cuerpos y hay que valorarlos, no son cuerpos que hay que corregir, ni que están equivocados, ni que haya que analizar por un tercero. Hay que darles un apoyo y una fuerza para que se sientan orgullosas a partir de lo que son. No existimos en la educación formal. También está la discriminación de los compañeros. Y no sólo ellos, sino que los profesores también discriminan a los alumnos transgéneros o LGTB.
-¿A qué se refieren cuando hablan de una educación “transfeminista”?
-Lo que proponemos cuando hablamos de eso, es una educación no basada en una hegemonía transgénero. Sino que una educación basada en la libertad, en la creatividad, donde quepan todas las personas. Con actividades que no sean segmentadas por sexo y que haya más información.
-¿Por ejemplo, que se incluya la educación sexual en los colegios?
-Sí, hay muy poca. No se habla de infecciones de transmisión sexual. De sexo, de diversidad no se habla. El ano no existe en la sexualidad que se enseña. La palabra género no se menciona. Y son realidades que los chiquillos y chiquillas ya están viviendo pero el colegio está en desfase. ¿Por qué existe una tasa tan alta de VIH en población tan joven? Porque todavía la Iglesia sigue metiendo la cuchara. Siguen hablando de pareja única y del uso del condón, que está muy bien, pero no te hablan realmente de una cultura donde toda la gente quede representada en esa educación sexual y de género.
La ley de la selva
Aunque organizaciones como Movilh e Iguales han mediatizado la demanda de la “Ley de identidad de Género”, para Niki, sin desmerecer la necesidad de lograr esta ley, el principal problema que afronta el mundo trans es otro: sobrevivir. Ni siquiera durante el día las trans están a salvo de las agresiones. Niki ha sido agredida en dos ocasiones y cuando organizó una funa a sus agresores en la esquina donde sufrió su última golpiza, ella y sus compañeras fueron nuevamente amenazadas y golpeadas.
“Un carnet cambiado no te va asegurar un trabajo, salud ni educación . El mayor problema es que acá se valida y no se sanciona la discriminación. El mayor problema y es muy triste decirlo es caminar por la calle y que cualquier imbécil se sienta con el derecho a gritarte, a insultarte, a acosarte, a golpearte o a matarte. Toda esa serie de cosas me han pasado este año y a mis compañeras solo por ser trans y por caminar por calle”, dice.
-¿Ha sido más duro ahora que eres una figura pública?
-Cuando a mí me agredieron no agredieron a una candidata a concejala, agredieron a dos mujeres trans que caminaban por la calle. Nadie tenía idea si yo era candidata. Mi compañera trans es una chica migrante. Y claro, a mí se me disculparon y me mandaron apoyo un montón de políticos, la alcaldesa de Santiago, mucha gente. A mi compañera trans que es peruana nadie le ha dirigido ninguna frase, salvo gente del mundo LGBTI. Esto se supo porque yo soy candidata a concejala pero si no habría sido una golpiza más (…) Si uno sale a la calle es la ley de la selva para las trans. Te puede pasar cualquier cosa a las dos de la tarde, cuatro de la tarde, en la noche y en donde estés parada.
-Es un peligro 24/7.
-Nosotras siempre hemos estado en la primera línea de lucha porque estamos en la primera línea de muerte Tenemos que estar ahí porque somos muy visibles, porque nos atacan directamente, porque no pasamos piola, porque tampoco queremos y no tenemos por qué pasar piola.
-¿Por qué crees que las agresiones discriminatorias más violentas se concentran en el mundo trans?
-Los hombres que nos golpean son los más reprimidos sexualmente, los que más les gustaría ser como nosotras quizás, nos usan como espejo de todos sus prejuicios y de todas sus carencias. La chica trans es la fantasía que va de la violencia al morbo. Nunca nos pueden mirar como una persona más. Nosotros somos el remicero de toda esta violencia social.
-Ahí quizás volvemos al tema de la educación
-Si todas las familias o todas las personas que tienen tutela sobre niños les fueran enseñando que acá no importa quién seas o quien no seas, pero que tienes que respetar y valorar y premiar lo que es diferente, porque ser diferente es ser valiente, si a todos nos educan con esa visión, a ninguna de nosotras nos pegan más en la calle. Pero para que eso entre en las casas tiene que educarse. ¿Y cómo? En los colegios. Entonces sí, volvemos a lo mismo.
-¿Crees que organizaciones como el Movilh o Iguales se han centrado mucho en aspectos como el “matrimonio igualitario” o “Ley de Identidad de Género” en desmedro de los problemas del mundo trans?
-Esas organizaciones representan mucho al gay que está inserto en la sociedad. ¿Pero qué pasa con el gay que es bien cola, que es afeminado, que no cumple con los estándares de camisa, bigote, corbata y de pasar piola? Estas organizaciones grandes trabajan a veces a favor de intereses súper limitados que terminan marginalizando a otras demandas. Es importante que la voz de las demandas trans sea trans. Que nosotros hagamos la investigación, que nosotras escribamos nuestra historia.
“El Movilh tiene una campaña que se llama ‘Chile Trans’ que es una pésima campaña patologizante. ¿Qué dice? Cambia tu carné, anda al psiquiatra, opérate y hormónate. Y todas esas cosas son opcionales finalmente. Están con un discurso que va 20 años atrasado. No basta con hacer lobby político y tener esta preferencia de parte del gobierno, hay que ponerse en serio a trabajar por quienes supuestamente decimos que trabajamos”, dice.
-Uno de los problemas más habituales mencionados por distintas organizaciones LGBTI es que las oportunidades de las trans para sobrevivir se terminan concentrando en la prostitución. ¿Es efectiva esa situación?
-Sí, pero la mayoría está ahí porque no tuvo otra opción. A nosotros nos dicen: ¿por qué son prostitutas, por qué no se dedican a hacer pan, a lavar ropa? Bueno, porque nadie nos pasa la ropa para que se la lavemos y nadie quiere comer nuestro pan. Yo tengo una amiga que estudió enfermería, que lleva años desde su transición, ha tomado hormonas y todo y tiene igual que ir a trabajar de hombre. Nadie le respeta su nombre social. A nadie le importa, la tratan de hombre, y si no no la contratan ahí. Y ella me cuenta que no se siente a lugar. Muchas chicas terminan haciendo comunidad con otras chicas trans, y como muchas están en el ámbito de la prostitución, empieza el círculo vicioso. Y con todos los peligros que eso implica”.
“Si una trans está presente en el municipio, es como decir ‘esas personas pueden estar en cualquier espacio y lo que ha ocurrido entonces es que se las ha estado marginando”, explica.