La explicación de los alumnos del Instituto Nacional a su boicot del Simce: descartan pérdida de excelencia
Las generaciones desde el 2011 hasta la actual aseguran que lo ocurrido con el Simce respondió a un “boicot”, y que “el sistema que heredamos de la dictadura fue pensado con esa finalidad; con la lógica del bono como premio y el déficit como castigo”.
La noticia golpeó tanto el orgullo como el presupuesto del Instituto Nacional, cuando se reportó que al haber bajado su rendimiento en múltiples áreas, habían perdido la calificación de excelencia, y de pronto terminaron perdiendo una subvención que le significaron 20 millones de pesos menos al establecimiento de Santiago Centro.
Desde las autoridades centrales enfatizaron en su momento que si bien se consideran una serie de indicadores, uno de los importantes es derechamente el Simce (Sistema de Medición de la Calidad de la Educación).
Este es un punto central en la carta que los presidentes de los Centros de Alumnos del Instituto Nacional del 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016, envían a La Tercera.
“La baja en los resultados Simce del Instituto Nacional y la pérdida de la excelencia no tienen ninguna relación con la calidad del establecimiento, ya que ésta fue boicoteada intencionalmente por los estudiantes a modo de protesta”, comienza la misiva, que apunta a que en otras pruebas estandarizadas, como la PSU que rindieron los mismos estudiantes que aseguran haber boicoteado el Simce, “el Instituto tuvo el mejor puntaje de los municipales y el mayor número de puntajes nacionales de todos los colegios del país”.
El boicot es justificado al mencionar que el Sistema de medición de la Calidad de la Educación es “una prueba que fomenta la competencia entre colegios, consolida la segregación, no mide calidad y, sobre todo, reafirma el sistema de financiamiento vía voucher y bonos”.
En ese sentido, “al no ser el Simce un mecanismo que afecta la realidad directa de los estudiantes, se decidió manifestar nuestro rechazo de esta forma, aun conociendo las posibles consecuencias. Siempre hemos sido conscientes de nuestras acciones”.
Además, en la carta precisan que “los malos resultados del sistema público escolar responden a un abandono sistemático del Estado de sus establecimientos, en donde la municipalidad es un nicho para desviar fondos que debieran destinarse a educación, hacia otras materias comunales”.
Por tanto, quienes escriben la carta aseguran que el balance de la excelencia “que se ha inclinado hacia el mundo privado, no se inició ni se fomentó, como se ha dicho, con las movilizaciones estudiantiles. El sistema que heredamos de la dictadura fue pensado con esa finalidad; con la lógica del bono como premio y el déficit como castigo”.
La misiva concluye precisando que “el fortalecimiento de la educación pública no pasa por sus bonos, sino por nuestra capacidad de cambiar en lo sucesivo este sistema de competencia y acabar con los voucher y el mercado, donde también deben existir derechos”.