Cristóbal Peña, autor de Los Fusileros: "El atentado a Pinochet fue la expresión de un deseo colectivo"
Cristóbal Peña, director de la escuela e periodismo de la universidad Alberto Hurtado, agrega que la acción fallida fue "una vuelta de mano ante crímenes sistemáticos y arbitrarios, un intento de desenlace histórico ejecutado con sentido de espectáculo y afanes épicos",
Se cumplieron 30 años del día en que el FPMR intentó acabar con la vida del dictador Pinochet en un atentado cuando este iba al Melocotón, su lugar de descanso. Pero la emboscada, que estrategicamente era perfecta, se convirtió en el “palo de Pinilla” de la historia política chilena: el misil rocket lanzado por el grupo guerrillero no alcanzó a estallar y la habilidad del chofer de Pinochet, que escapó a toda velocidad, logró salvar al general y a su familia de morir en el ataque.
Cristóbal Peña, periodista, director de la escuela de periodismo de la Universidad Alberto Hurtado y autor de uno de los libros más completos sobre el grupo que realizó el atentado, llamado “Los Fusileros“, escribió en The Clinic una columna en la que reflexionó sobre el ataque.
En esta dijo: “Lo ocurrido tiene el reproche de la derecha y el lamento de los militares, que como es natural por estas fechas, lloran a sus caídos. Pero de la otra parte, de quienes administraron el poder en transición, el atentado es una sombra que incomoda y se ignora”.
El escritor dice que pese a los reproches que pueden hacerse de cómo se llevó a cabo la maniobra, “el atentado fue la expresión de un deseo colectivo, una vuelta de mano ante crímenes sistemáticos y arbitrarios, un intento de desenlace histórico ejecutado con sentido de espectáculo y afanes épicos”.
“La épica, en tanto, está en lo imposible de la misión. Una lucha desigual, de David contra Goliat, en la que un grupo de veinte hombres y una mujer aceptó participar de una tarea en la que había escasísimas posibilidades de salir con vida. En términos estadísticos, se les advirtió, un uno por ciento”, escribió.
El periodista termina su reflexión contando la historia del fusilero Víctor Díaz, cuyo padre murió asfixiado por los militares con una bolsa plástica y una inyección de cianuro, y luego fue hecho desaparecer. El guerrillero, el día del atentado, se puso una corbata negra que había pertenecido a su padre. “Como pocas cosas, esa corbata negra simboliza hasta hoy lo que siembra el horror”, terminó.