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17 de Noviembre de 2016

Comida reciclada: el creciente boom de iniciativas chilenas para frenar el desperdicio de alimentos

A nivel mundial cada año se pierden cerca 1.300 millones de toneladas de comida para el consumo humano. La falta de conciencia e ingenio para darle una segunda vida a ciertos productos, sumado al "agresivo" estándar de calidad que los supermercados imprimen a frutas y verduras contrasta con la incipiente aparición de un grupo dedicado a desarrollar una cultura de recuperación en torno a la comida en buen estado, y que aún así va a parar a la basura.

Por Consuelo Olguín
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Una escena en una cocina cualquiera, en una casa chilena cualquiera: abrir el refrigerador y guardar la comida recién comprada; hacer espacio para las frutas, verduras, huevos, lácteos, carnes. El paso previo: botar restos de comida, el contenido de tapers olvidados y todo lo que se vea o huela sospechoso. Y así cada mes; repitiendo el mismo mecanismo y contribuyendo, a pequeña escala, al desperdicio de alimentos.

Eso pasa en millones de hogares, en miles de ferias y supermercados a lo largo del país, alrededor de todo el mundo. Los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revelaron que 1.300 millones de toneladas de comida para el consumo humo va a parar a la basura pese a estar en buen estado.

La falta de conciencia e ingenio para darle una segunda vida a ciertos productos, sumado al “agresivo” estándar de calidad que los supermercados imprimen a frutas y verduras contrasta con la incipiente aparición de un grupo dedicado a desarrollar una cultura de recuperación de alimentos. 

Cambio de hábito

Ese es el foco de Disco Sopa, movimiento que nació en Europa en 2012 y que llegó a Chile a fines de 2014. “Nace como una protesta efectiva”, explica Darío Contreras, voluntario y vocero. A través de una cocina colaborativa en el que cualquiera puede participar, se recupera frutas, verduras y pan en ferias, panaderías y restaurantes que no le darían otra utilidad a esa comida, teniendo siempre presente que se trata de alimentos en buen estado.

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En esa misma línea está Recycleat, emprendimiento cuya misión aborda dos temas: el desperdicio de alimentos y tener acceso a una alimentación saludable sin importar el nivel socioeconómico de la persona. El resultado final es un snakc saludable hecho en base a tallos de brócoli, apio, betarraga, zapallo, zanahoria y hojas de coliflor que se consiguen de lo que sobra en ferias libres de Santiago.

“El desperdicio alimentario es un tema más allá de lo ambiental y económico, es cultural. Es necesario cambiar los paradigmas de botar comida”, dice Ornella Tiboni fundadora del emprendimiento y cuenta que le pasan a cada feriante una caja para que deposite los alimentos que éstos no logran vender. Estos productos son llevados a la planta donde pasan por un intenso proceso de limpieza y sanitización sin perder los nutrientes.

¿Qué tan riesgoso para la salud sería comer algo que ya entró en estado de descomposición? Alejandra Naranjo, antropóloga experta en alimentación, chef y emprendedora de Recuperalab, indica que están conscientes de eso. “Yo no voy a promover recuperación de alimentos pensando que puede tener una consecuencia en la alimentación de las personas. Lo que es basura es basura”, aunque reconoce que “si no tenemos un código sanitario vinculado al reparto solidario de alimentos lo único que queda es aplicar un criterio de sentido común”.

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Para el Colegio de Nutricionistas se trata de proyectos interesantes por la propuesta que encarnan. Paolo Castro, director nacional del gremio, dice que “es necesario potenciar en la educación culinaria, de inocuidad y nutrición para aprovechar de mejor manera los alimentos y evitar sus desperdicios. Es otra de las razones por las cuales estamos proponiendo constantemente tener nutricionistas en los colegios, como forma de generar polos de desarrollo local y educación a partir de la alimentación”.

Supermercados, altos estándares

Pese al desarrollo incipiente de movimientos y proyectos que buscan reducir la cifra de comida que se bota, el rol de los supermercados es aún más determinante. Todo aquello que no venden y aquello que su fecha de vencimiento ya expiró va directo al tacho. Pero no sólo eso: frutas y verduras que no cumplen con sus altos estándares de calidad también son desechadas porque ya no son considerados como comercializables. Y como no existe una ley o norma que los obligue a donar los alimentos que desechen, todo va al basurero.

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Darío Contreras va más allá y argumenta que “las mismas personas se ven afectadas por esos estándares ya que se empiezan a acostumbrar a consumir lo que está en perfecto estado. Se le exige perfección a alimentos que son un recurso natural”.

A inicios de 2016, Francia se convirtió en el primer país en prohibir que los supermercados boten sus excedentes o aquellos productos que no vendieron. La ley los obliga a entregar dichos productos a bancos de alimentos y organizaciones benéficas para distribuirlos entre quienes lo necesiten.

Pese a que en el país existe la Red de Alimentos, corporación que rescata alimentos aptos para el consumo y así combatir el hambre y mejorar la nutrición de la población más vulnerable, existen vacíos en la ley para enfrentar el problema de fondo: las toneladas de comida que desechan los supermercados.

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“La situación en Chile es bien particular porque no tenemos una ley que nos permita hacer donaciones de alimentos de manera tan simple. Para maximizar estos recursos es necesario tener una ley que nos ampare, que funcione en sincronía y coherencia una real preocupación para la recuperación de los alimentos”, dice al respecto Alejandra Naranjo.

¿Cómo solucionarlo? Darío Contreras da algunas luces basado en experiencias internacionales. Frutas y verduras de supermercados franceses que tienen tamaños distintos o bien empezaron su fase de maduración antes que el resto se venden entre un 30 y 70% más barato. Algo similar pasa con los lácteos que están a días de vencer, los rematan a mitad de precio. “Entiendo que eso no lo hagan en general porque también perjudican la venta de los otros productos. Hay un tema de conflicto con los intereses lucrativos de la compañía”, explica Contreras.

Más allá de los supermercados, el vocero de Disco Sopa indica que ciertos países crearon una metodología para reducir la cifra de desperdicio de alimentos en base a una pirámide de prioridades. La primera es evitar la merma mejorando los sistemas de producción y usando la cantidad justa de alimento para cocinar o comer. El segundo paso es donar aquella comida excedente a otros, el tercero alimentar a animales con esos desperdicios y el cuarto sería darle un uso industrial o bien usarlo como compost y generar fertilizantes.

Lo anterior se enmarca en la exploración de una economía circular que optimiza al máximo el uso de los recursos, a diferencia del modelo lineal de usar y desechar instaurado en la conciencia y práctica de personas que se perfilan, principalmente, como consumidores.

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