Conmovedor relato de profesora que decidió trabajar en liceo de bajos recursos con niños enfermos de cáncer
La historia fue publicada en el la cuenta de Facebook "Confesiones de una profe" y ha tenido miles de compartidos y cientos de comentarios.
No hay dudas de que la profesión docente es sacrificada, puede cambiar vidas y que requiere mucho control emocional. Pero la historia publicada en la página de Facebook “Confesiones de un/a profe” lleva esto al extremo y por eso, se ha convertido en uno de los relatos más emocionantes y representativos de la labor de un profesor que se ha leído en las redes sociales.
La narración, hecha por una ex docenete anónima, cuenta la época en que esta hizo clases a niños con pocos recursos que sufrían de cáncer terminal. La experiencia de la profesora es tan hermosa, que ha causado un alto impacto en la red: acumula más de 21 mil likes, 5 mil compartidos, cientos de comentarios, y de seguro muchas lágrimas derramadas.
Aquí la historia completa:
Cuando aún era una practicante, creía que tenía todo el control del mundo y de mis emociones y de mi vida… y sobre todo de esos pequeños… los cuales hoy nunca me podré sacar de la cabeza, sobre todo una. Me creía buena en todo, me iba la raja en la U, en mi vida familiar y pololeo, era todo excelente. Me creía la reina del mundo y por lo mismo, tomé el desafío más grande de mi vida: “un colegio de bajos recursos” con niños que según yo, con suerte tenían para comer. Pero me encontré con otra cosa. Efectivamente eran niños con problemáticas de distinta índole; padres ausentes, privados de libertad, bajas oportunidades, etcétera, pero lo distinto, es que la mayoría de ellos padecían algún tipo de enfermedad, sobre todo cáncer.
Y así llegué a un segundo básico como practicante, con 14 niños de todas edades. Pasaron muchas cosas entremedio que por asuntos que ya no vienen al caso, terminé casi siendo la profe jefe, ya que la profesora tuvo que retirarse. Y yo tenía el tiempo y las famosas ganas para continuar. Qué ingenua fui, nunca supe lo que se venía…
En el inicio de mi práctica, una pequeña mucho más grande que el resto, se me acercó a preguntarme de donde venía, qué haría yo y lo más lindo: “”si podía ser su amiga”” Accedí de inmediato… y aunque me asusté porque pensé que la tendría todo el tiempo conmigo encima, la verdad es que descubrí que ella solo quería que yo le respondiera que sí no más… Pasaban los días y ella siempre me traía un dibujo o alguna carita sonriente con moquitos colgando y que yo limpiaba sin dejar de sonreirle y en estas tantas limpiezas, me di cuenta que sus venitas se notaban más de lo normal y que extrañamente siempre andaba con parches curitas.
No quise preguntar, lo más lindo, es que ella todos los días, me pedía tocar mi cara y siempre tenía algo lindo que decirme… Por otro lado, habían niños con cateter puestos y otros que comenzaban a verse agotados… Llevaba cuatro semana y ya el número de niños había bajado a 12… Comencé a asustarme y mi profe era poca la comunicación que tenía conmigo más que un “se murió el…” y después “supiste que se murió el…”
“Vieja culiá indolente” decía para mí… y ahí fue el primer cambio que tuve en mi vida… comenzaron a presentarse unos problemas y la profe empezó a faltar y yo me tenía que hacer cargo del curso, por ende, yo mandaba y se hacían las weas que yo quería… y NI AHÍ CON ENSEÑARLES A LEER o HABLARLES DE MATEMÁTICAS, los niños se estaban muriendo y yo tenía pena y rabia… Comenzamos a jugar y hacer actividades… mi pequeña amiga era mi máxima compañía, eramos un grupo bonito, la asistente que tenía era la más bkn, porque ella parecía más dispuesta y apañaba en todo.
Pasó harto tiempo y los papás de los niños se empezaron a aparecer, habían visto un cambio en los niños y yo me sentía más bkn aún! Mis niños eran felices… me tiraba al suelo con ellos, leíamos cuentos, me disfrazaba, aprendí globoflexia por ellos!
Un día, mi pequeña amiga dejó de venir a la escuela. Ella era un apoyo fundamental en mis juegos, yo le guardaba la manzana más linda de las colaciones y ella me cortaba la flor más linda del jardín..
Ordenaba sus lápices de colores de su puesto todos los días y a veces tenía que retirar en blanco la hojita de dibujo que yo igual le ponía. Recordaba los nombres de cada uno de los niños solo porque ella les distinguía un “detallito” como lunar o nariz, grosor de labios, orejitas y así los diferenciaba a los que estaban peladitos…
Llamaba a su mamá y no me contestaba… la asistente me dijo que algo cachaba de dónde vivía y fuimos pa su casa un día. Llegamos y ahí estaba mi amiga… con oxígeno portátil puesto y una wea insoportable en su bracito… la mamá me mató de entrada diciendo: “no le queda mucho” y ahí caché que la niña, más encima tenía un nivel de ceguera importante. La vi de lejos, y me levantó la manito sonriente, pero estaba débil…
La semana siguiente, mi amiga volvió, pero no era la misma… yo le ayudaba a pararse y aprovechaba todos los espacios para tocar su manito y ponerla en mi cara. Ella nunca dejó de sonreír. Lo peor, es que a mi me quedaban solo dos semanas en la práctica. Fue un día miércoles, me acuerdo porque era el día en que de imprevisto, de la U me podían ir a supervisar clases… llegué y la asistente recibía a los niños.
Me esperaba mi profe de práctica y el coordinador del lugar o escuela si se le puede llamar así, me iban a proponer continuar, yo accedí al tiro! Era dolorosa, pero demasiado bkn mi pega, además comenzaba a ganar lucas. Supervisaron una de mis clases y en eso alguien toca la puerta, era la mamá de mi amiga… salí corriendo. Llegué a esa pequeña salita de hospital donde estaba, sus manitos estaban frías, me miró y sonrió, la mamá alcanzó a tocarle la frente y yo coloqué su manito en mi mejilla… y ahí mi niña se fue… Y yo sentí que la mitad de mi corazón se fue con ella…
Salí del lugar, rato más tarde, sin botar una sola lágrima “porque yo era bkn y no lloraba delante del resto” me fui a la escuelita a buscar mis cosas. Sobre la mesa, estaba la hojita de dibujo que yo le dejaba todos los días… y colgada, estaba su mochilita que había dejado días atrás porque tuvieron que ir a buscarla de urgencia.
Tomé su mochila y quería guardarle la hojita en blanco dentro y me encontré con un montón de flores secas dentro de la mochila con un papelito súper mal escrito “para la tía. Gracias por ser mi amiga“. Me tiré al suelo y me puse a llorar como loca… Había nacido una nueva yo y el dolor no me dejaba en paz… Hablé con mi profe y no fui más a la práctica, además, rechacé quedarme allí. Mi niña, mi pequeña amiga se había ido y ella era la última del grupo de niños con cáncer terminal.
Confié ciegamente en que los hice felices y ahí, mi pega ya estaba terminada…
Pasaron los años y solo tres años no más pude hacer clases, ahora me dedico a otra cosa y con casi 32 años y una bebé en los brazos, todos los días de mi vida le agradezco a mi pequeña amiga lo mucho que me ayudó y la mejor persona que hizo de mi...Perdonen la extensión, tenía pena y quería contarlo…”.