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11 de Diciembre de 2016

Carlos Peña apunta a la derecha y a la izquierda por "olvidarse" de Augusto Pinochet

El rector de la Universidad Diego Portales sostiene que ambos bloques están unidos "inexplicablemente en la niebla del relativo olvido. Ni quienes medraron a su sombra, o sufrieron por ella, parecen ya tener tiempo de ocuparse de él. Ni la derecha ni la izquierda recuerdan de veras a ese cadáver”.

Por Redacción
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El décimo aniversario de la muerte de Augusto Pinochet fue la excusa perfecta de Carlos Peña para analizar la situación que viven actualmente tanto la derecha como la izquierda.

En su clásica columna en el diario El Mercurio, el rector de la Universidad Diego Portales aseguró que sus partidarios hoy dejaron su fallecimiento en el olvido. Pero ojo, en ambos bloques.

La UDI, que tanto le debe a Pinochet, no ha de haber tenido tiempo siquiera de recordarlo, ocupados como han estado sus miembros o de ocultarse (Novoa o Longueira) o de competir por la presidencia (los más jóvenes). La izquierda, que tantos motivos tiene para insultar una y otra vez su memoria, tampoco ha tenido demasiado tiempo esta vez para las invectivas, ocupada, como está, de buscar los enemigos, los que merecen el rechazo y la condena, entre sus propios miembros”, sostuvo en la publicación.

Es que claro, el académico asegura que a pesar de que ambos bloques tienen razones para recordar al dictador, están unidos “inexplicablemente en la niebla del relativo olvido. Ni quienes medraron a su sombra, o sufrieron por ella, parecen ya tener tiempo de ocuparse de él. Ni la derecha ni la izquierda recuerdan de veras a ese cadáver”.

Peña explica que esto se debe a que en la derecha “estando cercana al poder, sabe que nombrar siquiera a Pinochet o pensar en él, ahuyentará al electorado. Y entonces su actitud resulta naturalmente obvia (pero igualmente innoble): hay que tomar distancia, instituir a aquel que alguna vez se apoyó con fervor, en alguien a quien nadie siquiera se atreve a recordar. El antiguo empleador transformado en un innombrable”.

“Pues bien, la derecha, y especialmente la UDI, está en la disyuntiva de consentir que se haga de Pinochet un Ramiro D’Orco o, en cambio, reconocer su propio origen sombrío”, añadió.

Por otro lado, en la izquierda, la situación “es más complicada y requeriría, más que un análisis político, un verdadero psicoanálisis”.

“En efecto, la izquierda, en virtud de un raro fenómeno, ha desplazado el rechazo que le provocaban Pinochet y la derecha hacia sus propios compañeros. Los rivales de la izquierda hoy no se encuentran, al parecer, en la derecha, o en los herederos de Pinochet, sino ¡en la propia izquierda! ¡Ya no e.s Pinochet, es Lagos!”.

De esta manera, argumenta que este fenómeno, “conocido como desplazamiento en el psicoanálisis, indica cuán fuerte debe ser en la izquierda el recuerdo de Pinochet (y de los herederos a los que su imagen está asociada), para que la asociación inicial (v.gr. entre la sociedad chilena actual y Pinochet) se perciba como intolerable y por eso se le sustituya por otra (v.gr. la asociación entre el Chile actual y la Concertación) que es más fácil de aceptar. Solo el temor irracional -o el miedo a la verdad- es capaz de explicar un desplazamiento semejante”.

“En ambos casos, tanto en la derecha como en la izquierda, se refleja lo más propio de la condición humana, y que en el Gran Gatsby, de Fitzgerald, se expone de un modo inmejorable: Los seres humanos (y los partidos) son barcos contra la corriente, navegando sin cesar hacia el pasado”, concluye.

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