Diez frases desgarradoras de Nabila Rifo en su declaración
La mujer descartó sentir nervios o molestia por la presencia de la prensa y respecto de la transmisión del juicio. Aproximadamente a las 9 de la mañana con 18 minutos comenzó su relato.
“Toqué a mis hijos chicos… no me reconocían… y los más grandes lloraban igual. Yo decía, cómo los voy a sacar a pasear, que tanto les gusta… cómo los voy a ver. Sufrí demasiado. Por eso sufrí la verdad”.
Así describe Nabila Rifo el momento en el que, según su declaración ante el Tribunal Oral en Lo Penal de Coyhaique, decidió contar la verdad, y apuntar como su agresor a su ex pareja, Mauricio Ortega, acusado hoy de ser quien protagonizó la brutal golpiza que sufrió la mujer, tras la cual quedó sin sus dos globos oculares.
En esta jornada la mujer llegó a dependencias del juzgado de esa ciudad para referirse por primera vez públicamente sobre el caso. Descartó sentir nervios o molestia por la presencia de la prensa y la transmisión del juicio, y aproximadamente a las 9 de la mañana con 18 minutos comenzó su desgarrador relato. Revisa a continuación algunas de sus frases.
– Una noche fue el a romperme la puerta con el hacha. En ese tiempo estábamos separados, como no nos llevábamos bien.
– Logra romper la puerta y Mauricio mete la mano para adentro. “Mauricio… qué hiciste… me buscaste el odio weona, ahora no me importa nadie, mi mamá se va a morir, no me importa irme preso…”
– Se molestaba por cualquier cosa, por la comida, decía que yo no lo había bien. Con los chicos de repente. Por cualquier cosa se enojaba.
– Empezábamos a discutir mucho, con insolencias. Él me decía que yo era una maraca, una puta, que trabajaba en restaurantes y que nunca iba a cambiar.
– (En el día de la agresión) Seguí poniendo música, y de ahí Vilchez dijo que le ponga una cueca, y yo le dije “qué viejo culiado… deja de huevear”, y ahí Mauricio se enojó y dijo “por qué lo tratas así”.
– Me dijo luego que “si tú me debí una plata, esta huevona siempre hace lo mismo. Te tengo el refrigerador lleno de carne”. Ahí empezó a golpear las paredes, la lavadora. Empezó a quedar la embarrada.
– “Puta de mierda, mal agradecida, maraca me tení cabreada, deberías irte”, siempre me echaba cuando se enojaba. Incluso una vez me tiró la ropa para afuera.
– “Nadia, vuelve, Nadia, conversemos”. Nos quedamos donde había como un árbol y ahí se puso a alegar. Y le dije que mañana yo me voy, que me tení cabreada, so’i insolente, todas las veces lo mismo, y en eso siento, me doy vuelta, que me pega con una piedra atrás en la cabeza.
– La primera que sentí me pasó todo lo que había tomado, la segunda igual. Era una piedra muy grande. La tercera quedó con mi cara así arriba.
– Yo quise defenderlo diciendo que era otra persona… no lo quise culpar a él. Quería que él me explicara qué había pasado.