Dura historia de bullying de Daniela Vega en el colegio: “Atacarme era sencillo porque jamás me iba a defender”
La actriz de Una Mujer Fantástica relató los episodios de violencia que vivió en un colegio de hombres donde "me molestaban porque era altamente femenina y porque era muy frágil, muy débil, y eso era blanco de burlas fácil".
Daniela Vega copó todas las portadas en las últimas semanas. La actriz transexual saltó a la fama por su protagónico en la película de Sebastián Lelio, “Una Mujer Fantástica”, donde interpreta a Marina.
Anoche, estuvo de invitada al programa Mentiras Verdaderas, donde en conversación con Ignacio Franzani relató uno de sus más duros episodios: las agresiones que sufrió en el colegio, que partió cuando llegó por primera vez a un establecimiento solo de hombres por decisión de sus padres.
“Fue una decisión que ellos tomaron por el bien mío, porque era un colegio que tenía mayores posibilidades académicas, qué se yo. Ahí conocí el temor, conocí también la desigualdad. Conocí el miedo, de alguna manera”, señaló en el programa de La Red.
Aún así, intentó matizar lo ocurrido: “Fui violentada como tantos niños hoy día en el país. O sea he vivido una historia que mucha gente ha vivido en muchas partes de Chile. Me molestaban porque era altamente femenina y porque era muy frágil, muy débil, y eso era blanco de burlas fácil. Atacarme era muy sencillo porque yo jamás me iba a defender y eso le pasa a muchas niñitas y muchos niñitos en el país. Y no solamente ocurre ahora, pasó antes y pasa ahora y va a seguir pasando, si no tomamos cartas en el asunto sobre la violencia en los colegios”.
“La violencia termina por alejar a las personas que observan la violencia y por bloquear a aquel que la vive. Mis amigos en esa época eran súper buena onda, pero más que las agresiones llegaran y ellos se fueran, mis compañeros agresores elegían el momento en que yo estaba sola para agredirme. Creo que no sé si buscaban hacerme daño, ser niño es muy difícil y ser niño en Chile es más difícil todavía”, expresó.
Consultada sobre por qué no le contó a sus padres lo que le ocurría en el establecimiento, Daniela aseguró que lo hizo “por amor”, porque “en esa época, 2001, ir a la casa y decir que me están molestando porque soy súper amanerado era como pegarse un balazo en los pies. Era impensado. Si yo decía lo que me pasaba, era echarme al agua, no estaba preparada. No sabía lo que me pasaba, no lo entendía”.