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Actualizado el 19 de Julio de 2019

Denuncia de acoso sexual remece el corazón de la Universidad Adolfo Ibáñez

El plantel carece de mecanismos para lidiar con este tipo de casos, mientras que todo se mantiene en secreto y escondido del resto de los estudiantes.

Por Redacción EL DÍNAMO
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“Mi nombre es Belén Araújo Copetta, soy actualmente alumna de 4to año en la carrera de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez. Hoy, apoyada por mi comunidad universitaria, materializo lo que he vivido durante el semestre en esta carta, con el propósito de que vean los enormes déficits que tiene la Universidad a la hora de tratar con casos referidos a delitos sexuales y que a raíz de eso, se indignen y movilicen conmigo“.

Así comienza el relato de una joven estudiante que se ha viralizado a través de Facebook, quien cuenta su dramática experiencia al interior de la universidad en su búsqueda por justicia.

La denuncia, que fue acogida y sometida a investigación, fue respaldada por el Centro de Estudiantes de Derecho (CED) de la casa de estudios y por Andrés Ginestar, presidente de la Federación de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Según explicó la denunciante “me estoy exponiendo y arriesgando a que se sepa que soy yo, a que se juzgue mi experiencia (…) Pero quiero decirlo. En este momento histórico-cultural que vivimos como país, es el minuto de que se ponga el tema sobre la mesa y se hagan los cambios necesarios para que se nos proteja”.

La denuncia se remonta a enero, donde -según cuenta Araújo- “viví una experiencia de acoso sexual laboral a manos de un profesor de la facultad con el cual me encontraba haciendo una pasantía en su estudio de abogados y que además presentaba conductas inapropiadas, pero menos intensas, en clases con sus alumnas”.

La denunciante asegura que en marzo contó de su situación a miembros de la administración de la universidad, dándose inicio al proceso de investigación. También recibió ayuda psicológica.

“Lo que aprendí en este semestre de frustración, ansiedad, agotamiento, jaqueca, insomnio y estrés, es que en nuestra universidad no existe un procedimiento para esto. No hay un manual. No hay un reglamento. No hay un protocolo. No hay transparencia. No hay verdadera protección ante casos de delitos sexuales. No hay un proceso especial. No hay una persona encargada de recibir este tipo de denuncias. No hay nada instituido formalmente. Y por lo tanto, yo tampoco tenía claros mis derechos”, aseguró la alumna en su carta.

Añadió que “se me dijo infinidad de veces que sí existía un procedimiento, sin embargo, nadie nunca pudo mostrármelo, nadie lo conoce, nadie lo tiene, no está en ninguna página o documento de la universidad, nadie tiene claridad de las etapas o plazos o posibles recursos o medidas que incluya y a pesar de esto, se me siguió insistiendo en que sí había uno. Efectivamente existe una especie de proceso administrativo universitario pero está diseñado exclusivamente para tratar con problemas entre profesores, que poco tiene que ver con una relación de completa asimetría entre un profesor y un alumno y menos en un caso de acoso; ese procedimiento es en el que se revisa actualmente mi caso”.

Según su denuncia, en el plantel no hay información de cómo actuar ante una situación de acoso, mientras quienes sabían del caso no podían divulgarlo por tratarse de un tema “confidencial”.

A la espera de una resolución formal, la joven indicó que “esta experiencia ha sido horrible y eterna. Tener que lidiar además con todo lo ya relatado, todos los días mientras sigo yendo a la universidad, mientras estudio, mientras hago el resto de mi vida, ha sido mucho que tolerar. Lo suficiente como para no guardar silencio y buscar el apoyo de mi comunidad universitaria para contarles esto. La cantidad de lágrimas, estrés, ansiedad y frustración que produjo esta situación en mí ha sido nociva, para mis ganas de practicar la carrera, para mi estado ánimo. Vivir con jaquecas, insomnio, pesadillas, bajas defensas y falta de energía es muy fuerte para mí y quiero que se detenga. Me parece que hablarlo por este medio es el comienzo del fin de mi problema, pero es sólo el comienzo del nuestro”.

“Ojalá esta carta los mueva, porque estoy cansada de indignarme sola, estoy cansada de que se me niegue apoyo de mis pares, de que se me pida que guarde silencio, de que se me haga esperar tanto, de que no se me informe, de que se me mienta y confunda y luego se me pida paciencia. Me asusta pensar en otra persona en esa misma situación, y por eso es que se necesita gente con ganas, agentes de cambio, para que la próxima persona tenga el camino más fácil. Tenemos el derecho fundamental a la libertad de expresión. Hoy por hoy, lo estoy ejerciendo para que pase algo. Espero haya valido la pena“, concluyó la misiva.

Este miércoles se realizará una marcha interna a las 14.10 horas, que se hará visible a través de redes sociales con el hashtag #NoSeamosCómplices.

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