Helia Molina: “Yo nunca me hubiese hecho un aborto”
La ex ministra de Salud, que esta semana volvió a la polémica por dos furiosos tuiteos, se refiere a la luz verde que dio el TC sobre el aborto y la reacción que ha existido en la sociedad.
Por estos días, la ex ministra de Salud Helia Molina está absolutamente retirada de la política. Hoy es vicedecana de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, donde pretende quedarse por un buen tiempo. De hecho, rechazó algunas candidaturas que le ofrecieron para llegar al Senado porque lo suyo, por ahora, es la academia.
Esta semana, Molina volvió a los titulares por dos episodios, a propósito del visto bueno del Tribunal Constitucional a la ley de aborto en tres causales. Primero, hizo una ácida ironía contra la frase de la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, sobre la fiesta de los violadores; luego, recordó que Soledad Alvear estuvo en la vereda opuesta de la tramitación de este proyecto con un meme que se viralizó entre críticas y aplausos.
“Mucha más gente me aprobó antes que retarme”, dice la ex ministra en conversación con El Dínamo y asegura que es poco diestra con las redes sociales. “Ni siquiera sé borrar una foto de Twitter. Lo abrí cuando fui candidata a alcaldesa y en general lo uso para reaccionar, pero nunca para agredir a nadie”, explica.
“Este meme tuvo mayor significado porque es un momento polarizado y sobre la Soledad (Alvear), que le tengo mucho respeto, no se puede desconocer que ese meme es real y no lo encuentro ofensivo. Todas las que aparecíamos en la foto luchamos por una ley, pero ella no”, afirma.
-¿Cree que fue una de las que torpedeó el proyecto?
-No diría torpedear porque cada uno tiene su visión particular. Pero es complicado cuando uno está en política y pertenece a un conglomerado que está en el gobierno. Uno puede disentir con los proyectos, criticarlos, pero me quedo callada si mi partido y el bloque donde uno se ha desarrollado va a votar a favor. Qué lata si se molestó la ex senadora pero los memes, por muy tontos que sean, traducen una realidad.
-¿Ve un sector más conservador dentro del oficialismo?
-No, es una parcialidad menor dentro de un partido grande como la DC. Estos temas de aborto no son contravalóricos, estamos hablando de una ley que despenaliza y le da la decisión a la mujer, lo que antes estaba en manos del equipo médico. Y son tres causales súuuuper específicas, algo que ocurre y que está muy enmascarado. Mi lucha en esto ha estado centrada en la inequidad. Si a una familia de clase alta le violan la hija de 10 años, va a tomar la resoluciones que correspondan y lo va a poder hacer de forma segura y en tiempo oportuno. A la gente pobre no le pasa eso. Como estaba penalizado y el Estado no se hacer cargo, van clandestinamente y ponen en riesgo sus vidas o continúan con algo que va a alterar la salud de una adolescente violada, con un efecto a lo largo de toda su vida.
-Usted dijo que en clínicas cuicas las familias conservadoras hacían abortos. ¿Lo mantiene?
-No es una opinión mía, es una realidad. Cómo yo lo dije, con mi lenguaje poco refinado, llamó más la atención, pero las clases acomodadas y los que podemos pagar, podríamos habernos permitido un aborto en alguna vez. Yo nunca me hubiese hecho un aborto. Tengo cinco hijos, quedé esperando gemelos cuando tenía casi 40 años y era de alto riesgo. Cualquier consejo habría sido que no podía seguir adelante con eso. Pero yo de ninguna manera lo habría pensado (un aborto) pero ¡ésa soy yo! Es mi manera de pensar y mi maternidad, pero no tengo por qué imponer lo mío a los demás, que cada uno tome decisiones de sus vidas.
-¿Dónde se realizan estos abortos clandestinos aún?
-Ocurre sobre todo en poblaciones, con gente que no tiene redes de apoyo o sustento económico suficiente. Hoy hay muchos menos que antes por suerte. El “hacerse el remedio”, que es como se dice a la interrupción de un embarazo, era cosa de todas las familias y de todas las gentes. Antes no había planificación familiar, anticonceptivos y era parte de la cotidianidad hacerse el remedio. Siempre los que pueden pagar van a tener un profesional para eso.
-¿Cómo funcionan?
-¡Los aborteros siguen existiendo! En las poblaciones son clandestinos. La mayoría de los médicos que puede hacer un aborto correspondiente y profesional en una clínica son abortos seguros, dentro de todo. El problema son los abortos inseguros donde te dilatan el útero y lo hacen personas que ni siquiera son médicos o matrones, son chantas no más y generan muchísimo daño. Todos los días ingresan pacientes con restos de abortos o complicaciones de abortos, pero claro… es poco probable que se denuncie que lo hacen. Cada tanto cierran clínicas clandestinas. Eso es una realidad.
-¿Se hace vista gorda a esta realidad?
-Hay conocimiento, no se hace la vista gorda. Pero son camufladas y la misma gente se encarga de no denunciar porque es un recurso que tienen y que si no, lo pierden. Obviamente que con la planificación familiar, la corriente de salud sexual y reproductiva que ha tenido Chile, ha disminuido la cantidad de hijos no deseados y por ende el aborto libre. Pero este proyecto no regula el aborto libre, sino que situaciones terribles, donde crece un feto sin cerebro o que ponen en peligro tu vida. La mujer debe poder decidir si quiere continuar adelante o no, porque a lo mejor tienen otros hijos y no quiere ponerse en riesgo. Algunas podrán decidir arriesgarse, pero otras no. Y si me violan, ¡con mayor razón! El tema es la decisión de la mujer.
“Tendrá que ser cuando tenga que ser”
-¿Chile está preparado para discutir el aborto libre?
-Son temas ineludibles. No quiere decir que esta ley abra la puerta al aborto libre porque es súper, súper, súper restringida. Pero el aborto libre es una discusión abierta en todas partes en la medida en que la población ha ido cambiando en su educación, empoderamiento y sentirse sujeto de derecho. Uno esté de acuerdo o no, esa discusión va a venir pero no debido a esta ley. Vendrá porque son corrientes que están en todas partes de los países desarrollados y donde el Estado es protector. Pero con ciertas condiciones también, porque no es llegar y hacerse un aborto a los seis meses de embarazo.
-Si usted tuviera que diseñar un proyecto de aborto libre hoy, ¿cuáles debieran ser las condiciones mínimas?
-Es una discusión compleja, pero si tuviera que poner un parámetro sería la edad gestacional. Tendría que ser un embarazo chico de hasta doce semanas, ésa es la convención internacional. Antes de las doce semanas hay vida porque hay latidos, pero no hay un ser humano constituido; no hay sistema nervioso central, por ejemplo. Si lo miras desde una perspectiva mística, podrías decir que hasta en el semen hay un ser vivo potencial, como quien dice que la semilla no es la planta. Pero no es así la cosa. No es lo mismo un no nacido de 40 semanas, que es un bebé capaz de vivir, a un feto de 12 semanas que no es un montón de células revueltas porque hay un orden, pero no es una persona que tenga todos sus órganos.
Estas no son decisiones políticas ni religiosas, son decisiones que tiene que tomar la sociedad en su conjunto. Hasta ahí no más llega uno con sus creencias y valores, porque la sociedad tiene que darse los caminos hacia adelante. En Chile no es una discusión inmediata, porque mira lo que ha costado con las tres causales. Imagínate lo que costó aprobar el divorcio, pese a que estaba lleno de parlamentarios que estaban anulados por un sistema que era una farsa. Las cosas se tienen que ir dando de forma natural, no creo en forzar situaciones. Tendrá que ser cuando tenga que ser y no lo va a impedir ni un gobierno por más que quiera.
-La senadora Van Rysselberghe habló de la “fiesta de los violadores” ¿Qué sintió cuando la escuchó?
-Mi respuesta tampoco fue muy bonita, hay que decirlo, pero fue un sarcasmo. Esa frase me duele porque siento que es un ninguneo tan importante hacia las mujeres y viniendo de una mujer más encima. Uno de los argumentos de la UDI para rechazar la violación era que las mujeres nos íbamos a hacer las violadas porque cualquier persona va a decir que la violaron. ¿De verdad? ¿Pensar que las mujeres se van a hacer las violadas para hacerse un aborto? Me parece ridículo, absurdo, hiriente ofensivo para el género. Cuando dijo aquello no pude evitar un comentario sarcástico.
-¿De dónde cree que nace esa visión?
-Los conservadores por estructura mental tienden a mantenerse en una estructura valórica predeterminada por una religión, costumbre o tradición, y para moverte de eso tienes que usar argucias con otro nombre, como mantener un aborto como “secreto de familia”. Estas cosas siempre han existido en todos los medios sociales. Existe el divorcio, la violencia intrafamiliar, el aborto. Pero el doble estándar es muy parte de la cultura chilena de clase alta y media, de encubrir un hecho con algo que parezca que no altera los valores morales. Eso es cínico y a mí me patea. Pretenden imponer a una sociedad completa valores que no sabemos en qué están basados y de los que se creen dueños.
El doble estándar
-Usted trabajó por años en la UC. ¿Qué le parece su rechazo al aborto y que se diga que va a trasladar a las mujeres que soliciten una de las tres causales?
-Yo tengo mi corazón en la Universidad Católica, me he sentido parte de la PUC toda la vida porque me dejaron ser, donde nunca se puso problema a mis ideas políticas, que no soy religiosa, por lo que tengo respeto por esa universidad. El rector Ignacio Sánchez fue alumno mío, de pre y posgrado. Lo quiero, lo respeto, entiendo su posición pero no lo comparto. Él es el rector pero el gran canciller de la universidad es el cardenal. Yo recibí más vetos del cardenal, pero de mis pares ninguno. Él me vetó por hablar del aborto y que yo participara en el desarrollo de la ley cuando yo era ministra. Una universidad tiene que ser universal, es su esencia.
-Pero el rector se niega a realizar un tratamiento médico. Deja de ser universal…
-Eso le ha pasado hasta a curas que hacen clases, que los han sacado porque sus posturas no son compartidas. Me preocupa porque creo que las universidades por definición deben ser universales y deben discutir los temas. Entiendo que la institución ponga sus límites, pero no me parece correcto porque la UC funciona con muchos fondos del Estado y esta es una política pública. Hasta dónde puedes llegar tú a negarte a cumplir una política pública aprobada democráticamente. Si una institución no quiere exponerse a situaciones contra valóricas como el aborto, debería cerrar el hospital y no tener servicios de salud, porque no vas a entregar todo lo que la gente va a demandar de ti. O estamos o no estamos en un país donde la iglesia está separada del Estado. Una política pública debe ser cumplida en todas las instituciones en que se trabaja con platas del Estado. Deberían estar obligados, aunque no creo que ningún gobierno obligue a una institución a algo que no quiere hacer.
-La Iglesia Católica, y por consiguiente la UC, rechazan también la fertilización in vitro…
-Yo conozco harta gente que se ha hecho los estudios de fertilidad en la Católica, toda la preparación, todo, todo, y después le hacen la fertilización en otro lado. ¡Y han trabajado todo el rato en ese proceso! Es lo mismo que el divorcio, igual de inconsecuente. Lo único que no hacen ahí es juntar el espermio con el óvulo, pero todo lo demás sí. Con el doble estándar hasta ahí no más llega mi comprensión, porque uno tiene que ser consecuente. Es de locos…
“La Presidenta ha sido consecuente”
-Últimamente se ha hablado de un negocio en torno a la venta de fetos, como parte de una campaña de terror contra el aborto. ¿Qué le parece eso?
-Yo no digo que en alguna parte no se haga negocio, pero en Chile los desechos orgánicos tienen un manejo. Acá las placentas no se venden. De hecho, para poder lograr que los mapuche entierren su placenta que es como ellos sienten que tiene que ser, recién el año 2014 se enterró la primera placenta con permiso sanitario. Yo no conozco casos de ese tipo, pero eso no significa que no existan. Uno no puede omitirse de hacer leyes que resguardan derechos porque se pueda armar un negocio. Además, estamos hablando de súper pocos abortos al año, no más de 500 casos de fetos inviables, entre el 3% y 5% de las violaciones terminan en embarazo, casos de incompatibilidad con la vida hay un poco más. Estamos hablando de un número que no es para negocio jajaja.
-¿Por qué no aceptó ninguna propuesta para ser candidata en estas elecciones?
-Estoy comprometida con mi trabajo académico, de investigación y desarrollo. En un momento que veo que lo que más falta es gente joven con una visión amplia de mundo, profesionales que salgan a la calle no solo con el objetivo de lucrar. Y esta universidad cumple este rol, genera profesionales ubicados en el mundo real. Uno piensa qué es lo que falta hoy. ¿Un senador más, un diputado más? Siempre he trabajado como académica, hasta que dejé de ser ministra, y sé el potencial que tiene. Cuando ves los candidatos y la repetición que hay, te das cuenta de que no hay suficientes personas que deberían estar en el mundo político y esta universidad es un semillero. Me ofrecieron incluso ser candidata al Senado pero siento que yo soy necesaria aquí.
-¿Cómo ha visto a la Presidenta Bachelet en la recta final de su segundo gobierno?
-Siempre he tenido una muy buena visión sobre la Presidenta, por su entrega y estilo como persona, por su consecuencia pese a las encuestas y todo. Hay decisiones que no me han gustado, como que me cargó que no se enviara la ley de isapres, en la que trabajamos tanto. ¡Me duele poh! Pero no se puede todo. A pesar de todos los golpes y que quizás ha habido pecados de prolijidad, es el mejor gobierno de los que vinimos juntos desde la recuperación de la democracia.
No te digo en términos económicos porque ya sea por la recesión mundial o por el cobre, nos tocó bailar con la fea. Yo estuve menos de un año como ministra y me tocaron dos terremotos y un incendio que destruyó 20.500 casas. Reconstruir implicó plata que no estaba contemplada gastarse y proyectos, como los hospitales prometidos, se vieron afectados por el bajo crecimiento. Si bajan los ingresos del país, la caja se hace más chica y para las grandes inversiones la caja se hace aún más chica.
La Presidenta ha sido consecuente, derecha, tolerante con los partidos políticos porque los peores fogonazos han venido de casa. Yo la admiro cualquier cantidad. Ella tiene un liderazgo diferente, que no es autoritario. No es la Tatcher. Por qué asociar el mando con el autoritarismo. Ella es más horizontal y lo discute. Parece que a la gente le gusta que la manden y le digan ¡haz esto! Eso es el liderazgo clásico pero hoy la gestión moderna es distinta.