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Actualizado el 12 de Enero de 2018

Cómo fue la batalla del Papa Francisco para frenar el Matrimonio Igualitario en Argentina

Jorge Bergoglio escribió duras cartas e hizo un amplio lobby en reuniones privadas, con el mundo eclesiástico, laico y el de la política.

Por Redacción EL DÍNAMO
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Cuando en Argentina comenzó a avanzar la posibilidad de que prosperara el matrimonio entre personas del mismo sexo, la Iglesia Católica -como era de esperar- alzó la voz. También lo hizo el cardenal Jorge Bergoglio, mucho tiempo previo a que fuese la carta para ser la máxima autoridad de esa institución, mostrando su oposición.

Según relata The Clinic Online en un reportaje, las agrupaciones LGBT habían presentado varios proyectos de ley para viabilizar ese tipo de uniones, pese a que en Buenos Aires se había aprobado en 2002 un acuerdo similar al que Chile accedió en 2015.

“En 2007, en un proyecto de modificación al Código Civil se eliminaba la distinción entre hombre y mujer para el matrimonio y la reemplazaba por la de ‘contrayentes’. Bergoglio expresó su posición de facto cuando a fines de 2009 una jueza de Buenos Aires autorizó el matrimonio de una pareja de hombres: le reclamó a (Mauricio) Macri que no hubiese apelado el fallo”, explica el texto.

Bergoglio -detallan- se sentía decepcionado con el hoy Presidente de ese país, por no apelar al fallo. Eso encendió los motores para “la batalla mayor de la Iglesia frente a lo que estaba por venir”.  En un texto, el Papa Francisco escribía entonces:

“La crisis de valores que afecta hoy a nuestra sociedad hace olvidar que el origen mismo de la palabra ‘matrimonio’ se remonta a disposiciones ancestrales del Derecho Romano donde la palabra ‘matrimonium’ se vinculaba al derecho de toda mujer a tener hijos reconocidos expresamente en el seno de la legalidad. La palabra ‘matrimonio’ alude justamente a esa calidad legítima de “madre” que la mujer adquiere a través de la unión matrimonial”.

En otras palabras, para Bergoglio el matrimonio era sólo una facultad permitida para una pareja heterosexual que pudiera concebir hijos, pero no para dos personas del mismo sexo. En ese caso, y así lo planteaba, se trataría de una “deformación”. Así, el cardenal se unió a los partidos de oposición conservadores para evitar que se llegara a esa instancia, pero el proyecto continuaba tomando forma en las comisiones parlamentarias.

Bergoglio acechaba por distintos frentes, haciendo lobby en reuniones privadas, con el mundo eclesiástico, laico, y el de la política.

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