“Nadie viene con ADN de delincuente”: la historia del espejino que salió de la droga y sacó su carrera tras estar preso
Khristian Briones pasó por el sename, la cárcel y centros de rehabilitación. Hoy es vocero de una fundación que busca la reinserción de reos.
“Fui adicto a la pasta base, dormía en la calle, comi pan con hongos del hambre que tuve, fui delincuente, estuve 10 años en la cárcel. Hoy soy profesional, me acabo de casar, tengo linda familia y un hogar. Nadie viene con ADN para ser delincuente, faltan oportunidades para cambiar vidas”.
Este fue el emotivo mensaje de Khristian Briones, de 42 años, en Twitter, relato que se viralizó en las redes sociales. El hombre vivió el alcoholismo, el consumo excesivo de drogas y la delincuencia, donde “robar es destacado por el resto y observado como una forma de ser”.
Oriundo de Lo Espejo, Briones conversó con Radio Bio Bío y contó parte de su historia, relatando que en su infancia, cargo de sus abuelos maternos, tuvo su primer contacto con las drogas que les daban sus familiares. Ya, como adicto, comenzó a delinquir: “todo para conseguir el dinero para comprar lo que el cuerpo le pedía”.
“Robaba y vendía los vidrios de las micros amarillas”, recordó, situación que por su condición de menor de edad, lo llevó a centros del Sename de varias comunas de la región Metropolitana. Ahí, aseguró, vio abusos sexuales, violencia, discriminación, entre otros.
Ya como mayor de edad, Briones condenado a 7 años de cárcel por distintos tipos de robo; incluyendo el de intimidación. En la Penitenciaría de Santiago Sur su “choreza” le valió ser reconocido líder de un grupo: tenía personas a su orden, “pérkines” y “perros bomba”.
Cuando salió, siguió consumiendo, y tras intercambiar “balazos” en un tráfico de drogas, fue parar de nuevo a la cárcel por 3 años. en esta ocasión, conoció al padre Nicolás Vial, de fundación Paternitas, el que cambió su vida.
Tras salir, logró un trabajo y formó una relación, pero nuevamente no pudo salir de las drogas. Sin delinquir, vendió todo para conseguir pasta base. Pero, según explica, un “milagro” ocurrió la última vez que consumió. “Me estaba mandando un ‘pipazo’ de pasta base, y en eso mi hija por abajo me abraza y me mira a los ojos”, confesó. “Ahí comencé a rezar”, agregó.
Luego pasó a un centro de rehabilitación, terminó su educación secundaria, se casó, se tituló como trabajador social gracias a una beca y hoy es fundador de “Dimas”, una empresa que busca disminuir los delitos a través de la rehabilitación de personas con antecedentes.
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