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Actualizado el 23 de Mayo de 2018

Jaime Bellolio: “Es justo que un Estado repare a víctimas por violaciones a DDHH. El monto y la oportunidad es discutible”

En conversación con El Dínamo, el diputado UDI analiza la situación actual del gremialismo, cómo ha sido la instalación del Gobierno en dos meses desde el Cambio de Mando y las distintas polémicas que han enfrentado en ese periodo.

Por Daniel Martí­nez G.
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En noviembre próximo, la UDI vivirá un nuevo proceso de elecciones internas donde el llamado grupo “disidente” buscará encabezar la directiva por dos años con el objetivo, según explica el diputado Jaime Bellolio, de proyectar al gremialismo hacia el futuro, con “una corriente más abierta, que no siente vergüenza de lo que hizo Chile en los últimos 30 años ni tampoco incómoda por la modernidad”.

En conversación con El Dínamo, el legislador explica que no competirá nuevamente a fin de año, dejando espacio a otras figuras de su sector que hoy -afirma- ha ido creciendo frente al descontento que existe por la dirigencia de Jacqueline van Rysselberghe.

Además, el parlamentario analiza la instalación del Gobierno a dos meses del Cambio de Mando, las polémicas que ha tenido cada semana desde que asumieron y las demandas y movilizaciones actuales por el fin al machismo en las manifestaciones feministas.

-¿Qué te han parecido las tomas por una educación no sexista?

-Hay que distinguir la forma del fondo. Creo que los hombres tenemos que hacer un esfuerzo por comprender la causa profunda que empuja a las mujeres a hacer estas manifestaciones. Rescato la profundidad del mensaje porque es difícil entender qué es exactamente que reclaman las mujeres, si cuando nosotros caminamos por la calle, podemos sentir miedo de que alguien nos asalte, pero no por que alguien nos viole. Pero a mí no me gusta que se limite el derecho de otros a estudiar, haciendo una toma. Además, son temas que no solo ocurren en universidades, sino que mujeres jefas de hogar, por ejemplo, tienen que tolerar muchas veces cosas inaceptables, sobre todo en sectores de clase media o baja, que un jefe les hable al oído cuando ellas no quieren. Es una cultura muy machista.

-Cuando estudiabas en la UC, ¿te tocó ver casos de sexismo, como los que se denuncian hoy?

-En la facultad de Ingeniería, la mitad eran hombres y la mitad mujeres, por lo que no me tocó ver nunca comentarios ni algún acto que implicara denostar a las mujeres. Puede ser que hubiese profesores que hacían alguna broma que hace quince años podrían haber sido aceptadas y que hoy no son, pero en general había un ambiente de mucho respeto. Uno escuchaba que por ciertas formalidades en otras carreras se escuchaban ciertos cánones que en mi carrera eran absurdos. Yo creo que ocurría antes, donde en las carreras más selectivas les decían “tú le estás quitando un cupo a un hombre”, una denigración inaceptable.

-¿Y en la UDI se veía este tipo de sexismo?

-La política en general todavía tiene códigos muy machistas. Por ejemplo, que en la forma de ejercer el liderazgo si no es como de un “patrón”, entonces no es líder; que se espera que el liderazgo tenga que ser vertical, en vez de horizontal; que los líderes son en general hombres, que tienen más posibilidades o que se descarta a priori a mujeres por serlo, cuando la realidad indica que en territorio las organizaciones las lideran casi en 80% las mujeres. No creo que sea un tema de la UDI no más.

-¿Nunca viste casos se sexismo en la UDI, que hoy puedas condenar?

-Sinceramente, no que tenga memoria. Antes las mujeres que se postulaban a cargos internos de la comisión política eran muy pocas y eso estaba normalizado, pero hoy está interiorizado que tiene que haber un mayor espacio de igualdad. Pero yo no tengo memoria de que se haya visto discriminación o algo.

-El ministro Gerardo Varela habló de “pequeñas humillaciones”. ¿Qué te pareció la frase?

-Yo creo que él trató de decir que hay abusos que son más tenues, entendiendo que todas las humillaciones son inaceptables. Esta frase a una alumna sobre si venía a dar un examen o a que la ordeñaran -que ya parece un mito a estas alturas- no es una pequeña humillación. Pero otras humillaciones más tenues que también son inaceptables, como decirle a una mujer que se va a casar y que, por ende, no va a ejercer. O que entre niños se dicen “niñita” si no se atreven a hacer algo. Yo he hablado con mis hijos, porque una manera de terminar con el machismo es que los que somos papás de hombres les enseñemos que hay cosas que no son aceptables y que hay que eliminar estereotipos.

-¿Qué te ha parecido el perfil del ministro? Porque no era un experto en educación.

-Yo tengo una buena relación con él, es un abogado brillante. En esa calidad le costó el tránsito entre el mundo privado y lo público, y entender que algunas bromas que podían ser muy bien recibidas, o que se presumía buena fe, en el mundo privado o no se entienden o se presume mala fe en el mundo público. Él tiene todo el talento para llevar adelante una cartera difícil como es el Ministerio de Educación, sobre todo porque es una tonelada de legislación que hay que poner en práctica y nadie podría decir que esa legislación que aprobamos los últimos cuatro años sean todas perfectas.

-Muchos critican que el ministro privilegia una visión más legal frente a la visión sobre la educación.

-Yo creo que él sí tiene una visión sobre educación, aunque no les guste. Entiende que la educación permite a las personas desarrollarse en su máxima potencialidad y que sin ella las personas son menos libres. Que hoy se hable de los olvidados de la Nueva Mayoría, de la primera infancia, de la calidad en sí misma y de la educación técnico profesional, es una mirada con orden de justicia. El mundo de la educación es muy amplio y haber hecho clases o haber formado personas en un estudio de abogados habla del espíritu que anima a una educación de mayor calidad

Errores del Gobierno

-¿Qué te ha parecido la instalación del Gobierno, pensando en que ha habido una polémica por semana al menos?

-Los gobiernos, como son llevados adelante por humanos, es completamente imposible que siempre tengas aciertos. Yo me quedo con el vaso medio lleno, que está como tres cuartos lleno en los dos meses que lleva el gobierno y destaco el buscar recuperar el sentido común y la unidad. Hoy el estándar para quienes estamos en política cambió mucho en los últimos cinco años y se nos exige una transparencia radical y una coherencia también extrema. Si el ministro Larraín hubiese hecho el viaje hace ocho años, nadie hubiese objetado nada. Lo mismo pasa con el nepotismo, porque no se critica a Pablo Piñera por su capacidad, sino que a la clase media le molesta que hayan hecho la fila por mucho rato y se hayan sacado la cresta, pero que alguien se salte la fila por tener un apellido o un pituto. Por lo mismo, tenemos que hacer concursos públicos y evitar que el Estado sea un botín de la coalición de turno. Pero también son unos cara dura quienes abusaron con el nepotismo por más de 20 años.

-¿No eran errores evitables? Nombrar al hermano del Presidente en la embajada más importante iba a ser evidentemente un conflicto.

-Se podía evitar, claro, pero es fácil evaluarlo después más en frío. Pero terminó como terminó porque claramente fue un error. Nadie ponía en tela de juicios sus talentos y eso es relevante, porque en el pasado nombraban a tipos sin experiencia ni talento para cobrar el cheque.

-¿Era un error evitable también retirar el proyecto de reparación a víctimas de la dictadura?

-Primero, hay que recordar que el gobierno pasado metió ese proyecto un día antes de irse. Lo segundo, es un proyecto con diferencias de opinión. Yo estaba en la comisión de Derechos Humanos en el gobierno pasado cuando aprobamos un bono reparatorio de un millón de pesos; esto era una segunda etapa. Es justo que un Estado repare a las víctimas de tortura y prisión política por violaciones a los DDHH, sin embargo, el monto y la oportunidad es algo que es discutible. Quizás fue mal manejado en cuanto a los tiempos y era mejor retirarlo antes de que llegara a la comisión, pero me parece legítimo que el gobierno quiera priorizar.

-Frente a esto, entre otras cosas, surge la interpelación al ministro Hernán Larraín. ¿No se justifica?

-La oposición lo hace porque tiene más votos dentro del Congreso y porque buscan cómo unirse entre ellos. Lo que queda de la Nueva Mayoría hoy no es más que una versión light del Frente Amplio. Son las mismas causas pero edulcoradas. Y el Partido Comunista está ahí entre medio porque no se atreve a dar el paso de irse al Frente Amplio. Ellos han visto en la forma de la obstrucción una forma de ser oposición. La retroexcavadora del pasado es la obstrucción de hoy.

-¿No es fiscalización? Como dice el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde.

-Elizalde y el Partido Socialista han hecho cosas en la Contraloría y tienen el legítimo derecho a hacerla. La interpelación también es una herramienta. Lo que pasa es que ya tienen el récord de haber interpelado a dos ministros en dos meses y las causas para interpelar al ministro Larraín es porque no existe la potestad del Presidente para retirar un proyecto, potestad que ocupó la presidenta Bachelet para echarle bencina a su retroexcavadora. Ese doble estándar es demasiado inaceptable.

La interna del gremialismo

-Desde que hubo elecciones internas en la UDI, ¿ha aumentado la llamada disidencia contra Jacqueline Van Rysselberghe?

-Nosotros sacamos 38%, que es lo máximo que ha sacado una lista “disidente”. Yo no creo que exista ese concepto, porque eso implicaría que hay oficialismo. Lo que sí hay son corrientes distintas sobre lo que hoy pasa en Chile, la visión del pasado y de cómo queremos proyectarnos al futuro. Nosotros tenemos una corriente más abierta, que no siente vergüenza de lo que hizo Chile en los últimos 30 años ni tampoco incómoda por la modernidad. Yo creo que hoy hay más que están con nosotros.

-Ha crecido entonces…

-De todas maneras ha crecido. Porque parte de nuestro relato era una propuesta social, pensando en los próximos 20 años, que el principal adversario nuestro es el Frente Amplio, no la Nueva Mayoría. El proyecto que levantamos hace casi dos años tenía razón en todos esos puntos, incluso reconocido por aquellos que apoyaron a la senadora, que ha ejercido un liderazgo más bien cerrado. Veo que hay arrepentidos y algunos que te dicen “sí, estamos con ustedes”. Por eso mismo, yo no voy a competir, ya no fui presidente de la UDI. No quiero generar un choque de trenes al interior del partido que sea difícil de reconstruir, incluso sabiendo que ganaríamos sin problema. Estoy empujando que figuras como Jorge Alessandro, Pepa Hoffmann o Javier Macaya lleven ese proceso.

-¿Por qué crees que figuras UDI como Joaquín Lavín o Evelyn Matthei tienen mejor recepción en las personas?

-Porque ambos son políticos tradicionales cuando se dedican a ejercer en lo local. La política al interior de Congreso está muy venida a menos con justa razón, se ve como una institución que no es capaz de ajustarse a los tiempos, mientras que la comuna, que la tienes mucho más cerca, sí puede mejorarte la calidad de vida más rápido. Es más cercana.

-¿Te interesa un Lavín presidenciable?

-Él tiene una capacidad impresionante de reinventarse jajaja. Está haciendo un muy buen trabajo como alcalde y no tengo idea de si le interesa ser candidato presidencial y si lo está me parece bien. Ojalá que la UDI tenga muchos candidatos presidenciales para ir a una primaria y decidir el futuro de la UDI.

-¿Hay figuras… de verdad?

-Para que sean figuras en algún minuto tienen que partir. Podrían perfectamente ir a una primaria interna y quizás la primera vez no gana, pero por algún lado se debe partir. Hay que ver primero el proyecto común y luego las personas.

La UDI tradicional

-¿Sigue existiendo el poder de los “coroneles” de la UDI o ya pasaron a retiro?

-Completamente en retiro. Todos ellos son importantes para la historia de la UDI, lo que sigue siendo muy influyente en lo que pasa hoy en el partido, pero la mayoría de ellos no están activos, a excepción del senador Juan Antonio Coloma. Eso hace que haya distancia más grande entre la intensidad con que actuaban en el pasado y lo que pasa hoy. Eso hace que la UDI hoy sea más desordenada, algo que me gusta, que haya una entropía natural. Lo que no me parece bien es que no hayamos sido capaces de discutir sobre la identidad de la UDI.

-Ahora van a actualizar la declaración de principios…

-Sí y qué bueno que tomaron nuestro punto de hace dos años jajaja. Lo que me pasa es que para actualizarla y que no sea un pedazo de papel que se ponga en una muralla tiene que ser un proceso muy participativo. Lo que yo haría es hacer cabildos con nuestros militantes y adherentes para volver a redactar nuestros principios pensando en que estamos en 2018 y en 1988.

-¿Cabildos como los que hizo Bachelet y su propuesta de Constitución?

-Jajajaja. Sí, claro, porque la declaración de principios de un partido es como su Constitución. Por eso no puede ser un papelito bien redactado pero que no implique una fuerza o una dirección.

-¿Te parece bien que en ello participe Jovino Novoa?

-Jovino siempre ha tenido una posición bien de avanzada y apertura hacia adelante. Espero que juegue ese rol. Pero, como te digo, me hubiese gustado que en esa nómina de personas que ha trascendido hubiese habido más mujeres, más jóvenes, el presidente de la Juventud UDI y que el mandato no hubiese sido que redacten, sino que pensemos juntos.

-¿Qué debiera agregarse y eliminar de la declaración?

-La UDI nace con una identidad que en su minuto podría haber sido rebelde, que es disputar a la izquierda las poblaciones y a la Democracia Cristiana la inspiración cristiana, como un partido que empuja la economía libre y una sociedad libre, en un momento en que los socialismos reales estaban arriba. Me gustaría que habláramos de la dignidad humana, desde la concepción hasta las pensiones, el respeto irrestricto a los Derechos Humanos, que demos un debate por la Unión Civil y la identidad de género con respeto, cómo incorporamos a la sociedad civil en la construcción del bien común.

En ese debate nos cruzamos altiro con el Frente Amplio, que cree que el Estado es el llamado a solucionar los problemas y que si queda un espacio residual, eso es para la sociedad civil. Típico ejemplo cuando viene la Teletón y el Frente Amplio pone cara fea diciendo que “es la demostración que el Estado ha fallado en materia de discapacidad”. Para mí es la demostración de que la sociedad civil funciona y que el Estado debe apoyar que exista la Teletón, al mismo tiempo que hacen programas que complemente ese trabajo en materia discapacidad.

-¿Irte de la UDI sigue siendo una alternativa?

-Yo esto lo conversé al interior de la UDI. Reconozco que lo pensé, pero fue con esas personas con las que tengo una construcción colectiva que decidimos continuar adentro para disputar la presidencia del partido y cambiar el destino al que inevitablemente vemos que está yendo la UDI y como no queremos que le pase lo mismo que a la Democracia Cristiana es que se hace más urgente que haya un cambio a final de año con una nueva corriente.

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