“El ocaso de las abejas”: científicos piden frenar importación de abejorro europeo a Chile
Los investigadores solicitan que se detenga la introducción de esta especie, medida que ya han implementado otros países para resguardar su biodiversidad, en medio de una crisis global de la polinización.
El Bombus terrestris es uno de los abejorros más comunes de Europa. Se caracteriza por su cuerpo negro con bandas amarillas, y por el color blanco del extremo de su abdomen. Aunque fue introducido al país para la polinización de determinados cultivos, su propagación ha provocado el ocaso de las abejas nativas y un problema ambiental de grandes proporciones.
Por esta razón, un equipo de científicos ha solicitado frenar la importación del abejorro europeo en Chile, a través de un artículo que será publicado en la revista Gayana. En el documento se analizan los efectos ecológicos y se exponen 11 razones que justifican la prohibición del ingreso de este insecto, medida que ya han establecido otras naciones debido a su alto impacto y potencial invasor.
“Nos hace falta tomar conciencia del daño que ha generado la entrada del abejorro europeo a Chile, tanto por parte de los organismos públicos, empresarios y ciudadanos que consumen los productos polinizados a través de la importación de esta especie. Lo primero que necesitamos es prohibir su ingreso, además de aplicar medidas para controlarlo”, afirma Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académica de la Universidad de Los Lagos.
Entre las 11 razones esgrimidas que justifican el freno de su importación se encuentra la introducción y renovación genética de nuevas cepas de enfermedades; la sobre-polinización provocada por la excesiva abundancia del abejorro europeo; la dificultad de recuperar a especies amenazadas como el moscardón o abejorro colorado (Bombus dahlbomii) a medida que aumenta la llegada de nuevos Bombus terrestris; la riesgosa expansión de esta especie exótica a otros países sudamericanos; la ausencia de medidas de control; el respeto a la cultura de las etnias locales; y el delito comercial y ambiental en el que podría incurrir Chile, tanto a nivel nacional como internacional.
Si bien se ha prohibido la importación de este abejorro en otros lugares como Argentina, Estados Unidos o Japón, en Chile se permite su ingreso desde 1997 para la producción de tomates, arándanos, cerezas, entre otros, por lo que miles de colonias y reinas entran cada año al país. Solo entre los años 1998 y 2016 se introdujeron alrededor de 335 mil colonias y 860 mil reinas deBombus terrestris. Además, en Chile se comercializan colonias desde 2001, aunque no hay registros oficiales ni públicos de las ventas nacionales, por lo que se desconoce la cantidad exacta de insectos exóticos que están siendo liberados al ambiente anualmente.
Esto ha convertido al territorio chileno en una fuente de abejorros invasores, los cuales se han expandido por el resto de Sudamérica, llegando hasta la costa Atlántica de Argentina y al altiplano en Bolivia. José Montalva, director de Salvemos Nuestro Abejorro, relata que el Bombus terrestris “llegó a Argentina el año 2006, proveniente desde Chile, y allá también se convirtió en una plaga. En otro trabajo, investigadores brasileños plantean, en base a modelos bioclimáticos, que esta especie puede invadir fácilmente Sudamérica.”
Crisis mundial de la polinización
La irrupción descontrolada del Bombus terrestris ha desatado la declinación de las poblaciones de abejas y abejorros nativos, así como de la abeja melífera (Apis mellifera). Para dimensionar el impacto, el moscardón – el único abejorro nativo de la Patagonia – ha disminuido hasta un 99,4% en el norte de Chiloé, mientras que la abeja melífera ha descendido cerca de un 40%.
Además, el abejorro europeo deteriora durante su forrajeo el cáliz de muchas especies de flores, ya sean silvestres o de cultivos, y también disminuye la cantidad de néctar disponible para otros insectos y aves nectarívoras que actúan como polinizadores, afectando muchas veces la reproducción y polinización de la misma flora.
Actualmente, se atraviesa una crisis mundial de la polinización – que también involucra a Chile – debido a la pérdida y homogeneización de polinizadores, esta última causada por la propagación de especies exóticas que portan enfermedades y desplazan a los organismos autóctonos que cumplen la misma función.
Como suele suceder, la pérdida de la biodiversidad desemboca en conflictos sociales y económicos. Esta realidad se ha visto reflejada, por ejemplo, en los huertos de campesinos, incluyendo acomuneros mapuches, quienes subsisten gracias a sus cultivos de habas, frambuesas, entre otros. La producción se ha visto mermada por la ruptura de flores o la sobre-polinización efectuada por el “moscardón huinca”, según los reportes de las mismas comunidades, como la Red Huerta Mapuche Kum Ñi Tukukam, y que concuerda con los estudios científicos.
Smith explica que “esta temporada habrá una alta abundancia de abejorros europeos, por lo que se verán dañadas las flores y, por ende, la producción de semillas y frutos. Es posible que deteriore otros cultivos, pero falta información al respecto. Cuando la planta no produce, el huertero piensa que la semilla salió mala o que se debe a las heladas, pero no lo atribuyen al daño provocado por esta especie, ya que se piensa que un polinizador siempre es beneficioso, pero en este caso particular no es así.”
Aparte de convertirse en el triste símbolo del impacto del Bombus terrestris, el abejorro colorado – o dulliñ en mapudungun – es un insecto sagrado para el pueblo mapuche, ya que representa la encarnación de los caciques y jefes de familia. De acuerdo a su cosmovisión, el espíritu adopta la forma del moscardón para visitar cada primavera a sus seres queridos.
Por otro lado, la controversial importación del abejorro europeo podría estar infringiendo el reglamento 291 del Código Penal, el cual indica que el ingreso indebido de organismos, que por su naturaleza sean susceptibles de poner en peligro la salud animal o vegetal, o el abastecimiento de la población, serán penados con presidio menor en su grado máximo. A esto se agregan los reiterados hallazgos de patologías en individuos de Bombus terrestris que se venden certificados como “libres de enfermedades”, lo que puede constituir un delito comercial y ambiental a escala internacional.
La empresa Biobest, una de las proveedoras de abejorro europeo en el país, reconoció en un diario belga que no dimensionó las consecuencias que este insecto desencadenaría en los ecosistemas de Latinoamérica, calificando su venta a Chile como un error. No obstante, aseguró que no detendrán las importaciones, ya que hacerlo no ayudaría a la recuperación del moscardón nativo.
Frente a todos los antecedentes, los autores del documento recalcan la necesidad de impulsar un desarrollo basado en la ética ambiental, sostenibilidad, y en la responsabilidad social y empresarial. Existen en la actualidad cerca de 90 trabajos científicos que abordan los efectos de la irrupción descontrolada del abejorro europeo en varios lugares del mundo. A esto se suman las constantes advertencias al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) por parte de expertos en polinización de Chile y Argentina, y por parte de instituciones científicas como las sociedades de Ecología y de Entomología.
El llamado es, en definitiva, a conciliar la producción y la conservación de las especies nativas. Montalva destaca que “la biodiversidad es un bien invaluable desde el punto de vista ecosistémico. En el caso de las abejas nativas, Chile cuenta con un endemismo de sobre el 70%, o sea, muchas de ellas solo habitan en nuestro país.”
Smith añade que las especies autóctonas son buenas polinizadoras de cultivos y coincide en que “la conservación de las más de 450 especies de abejas nativas es beneficiosa, ya que permite que se polinicen plantas que han evolucionado junto a ellas. Las morfologías de la planta y polinizador ‘encajan’, no hay una sobre-dominancia de ninguna especie, y al no tener enfermedades que sí están presentes en los abejorros europeos, pueden convivir con la abeja melífera, es decir, permiten que la biodiversidad coexista.”