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Actualizado el 25 de Mayo de 2023

Feminismo, ¿avanzamos o retrocedemos?

Amo la libertad. Por eso, cuando se acerca el Día Internacional de la Mujer, me pregunto si el necesario movimiento feminista me ayuda a extender mis alas o agresivamente me retiene en tierra.

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Mientras buscaba ideas para esta columna, en mis grupos de whatsapp de diferentes amigas se debatía sobre el feminismo y lo que había pasado en la gala del Festival de Viña con Daniela Palavecino y su beso a Diego BonetaEncontré interesante el tema del feminismo, pero me negué a esa idea al no sentirme con el derecho de opinar de algo tan grande y con tantos puntos de vista. Y aunque no quiero entrar en detalle o dogma, sí creo que es urgente e importantísimo atender como los extremos son malos y -junto a la agresividad- no llevan a ningún avance. Esta es mi opinión -que no tiene por qué ser la de todo el mundo- y una de las gracias de esta vida es la ventana al contrapunto con otros y otras. Y, por lo demás, si pensáramos igual no tendríamos de qué hablar. ¡Qué fomedad! ¡Qué pobreza!

Daniela Palavecino merece el respeto, apoyo y admiración del resto de las mujeres porque:
1. Es seca (¡hace reír a miles en sus plataformas!).
2. Se ha esforzado para llegar adonde está.
3. Hace lo que le gusta, no depende de nadie.
¿Saben? ¡GUERRERA TOTAL!, un lujo de mujer.

El Festival de Viña es chimuchina, no un encuentro cultural en el Teatro Municipal. Es una fiesta de verano que se trata de bochinche, de la gala, de cómo fue vestida la gente, de un público enfervorizado y de si pifiaron o no al artista. Al que le desagrade que no lo vea, pero no molesten al resto, cambie de canal, viva y deje vivir. Si quiero darle un beso a un actor que claramente está de acuerdo con eso, estupendo. En el caso de Dani, cosa de ella; qué les importa si le pagan por hacerlo, también es su decisión. Tiene la libertad de elegir. Y antes de sacar el argumento del tweet #metoo del ‘pobre Luismi de Netflix’ (con el que se concluyó que se sintió acosado), hay que informarse de que él aclaró que su cuenta fue hackeada. Además, es cosa de ver las imágenes y ser objetiva.

¿La comparación con el incidente de Camila Gallardo en el sur? Me lo pregunté, pero concluí que como mujer no puedo equiparar en la misma linea de “acoso” lo de Daniela Palavecino y lo que pasó con Cami días antes, cuando el alcalde de Puerto Varas al entregarle un agradecimiento, y sin preguntar (¡la gran diferencia!)se acerca de manera inapropiada para un beso con códigos de intimidad. Ese acto sí que es acoso, así de simple.

Cuando se acerca el Día Internacional de la Mujer pareciera que este movimiento se ha extremado tanto que en vez unirnos como mujeres en la búsqueda de esa libertad, equidad y derechos que no hemos tenido por años, nos ha separado. Es relevante ser capaces de ver y darnos cuenta de que la agresividad que se genera entorpece los avances.

Más que una palabra, el feminismo es un movimiento que defiende la igualdad de derechos sociales, políticos, legales y económicos de la mujer respecto del hombre”. (ONU Mujer)

Estoy 100% de acuerdo con esa descripción. Si aquello me califica como feminista, LO SOY. Quiero que la mujer tenga las mismas oportunidades que los hombres, que los sueldos sean equitativos cuando hacemos el mismo trabajo, que no se me pase a llevar por ser mujer, que sea una decisión libre tener hijos y no una obligación porque se supone la mujer “nació para eso”. Pero, básicamente, lo que deseo es tener la opción de elegir y eso lo quiero no sólo por ser mujer, sino porque todos cuenten con la oportunidad de tomar sus propias decisiones. De acuerdo o no con lo que hace la de al lado, no adjudicarme el derecho de apuntar con el dedo las conductas de otra persona. En 2019 asumo que cada una puede decidir que realiza con su vida y cuerpo.

Espero que este 2019 ser respetada por las mismas mujeres y que no se ponga la mirada en cómo me visto, ya que pareciera que no me puede gustar cierta ropa sin recibir la sentencia de que me están sexualizando. Escucho algunas voces del movimiento que vociferan que mostrame “sexy” me cosifica frente a los hombres, ya que a ellos les gusta aquello. ¿Y qué pasa si yo quiero mostrarme así?

Conversando con otras mujeres de mi generación, advierto que con ese aire puritano se retrocede en tanto que lograron esas mujeres que pelearon en el pasado por la libertad del cuerpo. Las que vieron un mensaje en usar pantalones y bikini. Quiero igualdad: ¡SÍ! Pero estamos llenos de diferencias más allá de las de hombres y mujeres: yo estoy en una silla de ruedas y, aunque suene súper superficial, día a día sufro en silencio al ver como mis piernas van cambiando. Me importa, porque cuando me saco una foto quiero salir bien, me gusta que otras mujeres y hombres me encuentren bonita. Eso no me hace antifeminista, es mi naturaleza.

Veo que la causa, mi causa, ha girado en una dirección en que se pierde el foco. Se centra constantemente en cómo atacar y no en qué avanzar. Si existe alguien que sabe de discriminación -por mi propia condición- soy yo, pero no me resulta aceptable el aprovechamiento. Aspiro a que cada una tenga la libertad de ser como quiera. Lo que buscamos es igualdad de trato, no que mi condición me favorezca.

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